Las y los jóvenes de 10 a 25 años tienen más riesgo de suicidarse que los adultos mayores, tendencia que se ha mantenido equilibrada entre mujeres y hombres, alertó María Magdalena Ribero Sánchez, orientadora juvenil del Instituto Politécnico Nacional (IPN).
La especialista del Centro de Estudios Científicos y Tecnológicos (CECyT) José María Morelos y Pavón, indicó que la mayoría de estos jóvenes provienen de familias desintegradas o de padres con adicciones al alcohol o a las drogas, al tiempo que destacó como principales causas la falta de atención de los padres, problemas escolares, rupturas sentimentales y crisis económica.
La tendencia de suicidio en las personas de edad avanzada se ha revertido, pero entre los jóvenes ha sucedido lo contrario, incluso utilizan cada vez métodos más violentos y eficaces, como el uso de pistolas, armas punzo cortantes y, aunque en menor grado, por intoxicación, uso de analgésicos y asfixia.
La académica aplicó pruebas de personalidad e inteligencia tanto a jóvenes que no habían intentando suicidarse como a otros que tenían un perfil suicida, y luego las comparó. Mediante este mecanismo se detectaron diversos antecedentes de tipo emocional y familiar que se repiten en la mayoría de los casos.
En la mayoría de éstos, explicó, la vulnerabilidad emocional es la mayor problemática que traen consigo desde la niñez.
Por ello, exhortó a los padres a establecer vínculos de comunicación con sus hijos y a estar alerta sobre los cambios en su comportamiento, como pérdida de apetito, disminución de peso, estreñimiento, alteraciones en el sueño, desinterés en la apariencia personal, dolor y malestar, pérdida de la libido, y en el caso de la mujer, alteraciones en la menstruación.
Sin embargo, la investigadora apuntó que estos cambios pueden variar, pues en el mismo estudio se detectó que algunos jóvenes eran sociables y con un alto coeficiente intelectual, por lo que dijo, el origen del suicidio puede ser multifactorial.
Asimismo, recomendó a los padres de familia analizar el cambio de comportamiento de sus hijos, ya que los jóvenes antes de presentar la sintomatología del suicida pueden manifestar algunos cambios visibles en su personalidad, falta de comunicación entre padres, hermanos y maestros; bajo rendimiento escolar y drásticos estado de ánimo.
Las actividades recreativas, deportivas y de esparcimiento, pueden ser de gran ayuda para la distracción de los jóvenes así como el amor en la familia, la comunicación amigable entre padres e hijos, concluyó la investigadora en un comunicado.
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