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Campaña contra mutilación genital femenina en Gran Bretaña

Por Juliet Rix

La mutilación genital femenina no es nada nuevo en Gran Bretaña pero, ahora, un esfuerzo conjunto entre la policía y grupos comunitarios apunta a poner fin al procedimiento.

La semana pasada se estrenó en Gran Bretaña una nueva película del cineasta africano Ousmane Sembene, Moolaade, que pone de manifiesto una práctica que según las Naciones Unidas sigue amenazando a dos millones de chicas cada año.

Moolaade trata sobre una mujer en un pueblo africano que se opone a la «purificación» ritual, o mutilación genital femenina, la extracción de todo el clítoris, o parte. El procedimiento se sigue practicando en 28 países africanos y casi universalmente en regiones del norte de Africa.

Sin embargo, ya no es una cuestión que tiene que ver exclusivamente con el territorio africano. Es un problema real y muy actual en Gran Bretaña, cada vez más reconocido por la policía y el Ministerio de Salud británico, informó el periódico The Guardian.

Miles de mujeres por año se presentan ante profesionales médicos en Gran Bretaña con problemas que resultan de la mutilación genital. Existen 12 clínicas que se especializan en mutilación genital femenina en todo el país que dependen del Ministerio de Salud y se llevan a cabo cientos de operaciones para revertir la forma más extrema, en la que a las chicas se las cose casi por completo.

La división de protección infantil de la policía metropolitana de Londres llegó a involucrarse en la cuestión y lanzó una campaña de prevención destinada a que la gente tome conciencia de la ley y se genere un debate dentro de las comunidades involucradas.

Una disposición legal el año pasado no sólo decretó ilegal practicar mutilación femenina en Gran Bretaña sino también llevar a una chica al extranjero para someterla al ritual. En Gran Bretaña, el procedimiento normalmente se le practica a chicas entre siete y nueve años.

La policía quiere asegurarse de que todas las comunidades que practican este método en Gran Bretaña sean conscientes de los efectos perjudiciales que tiene, que entiendan la nueva ley y que sepan que la policía piensa implementarla y hacerla cumplir.

El problema al que se enfrentan es que se trata de un delito por amor. «Los padres creen que sus hijas no tendrán vida sin él. La mayoría de la gente realmente no quiere hacerlo
y, si les damos las herramientas, dejarán de practicarlo».

La policía recientemente aunó fuerzas con los líderes de la comunidad somalí para realizar una conferencia en el Brixton, en el sur de Londres, sobre mutilación genital femenina. Se cree que la campaña llegó a la mitad de la población somalí en Londres y hasta está empezando a funcionar con la comunidad sudanesa y otros grupos árabe-parlantes. El objetivo es trasladar la campaña a ciudades de todo el país.

«La ley y la participación de la policía son realmente muy útiles», dice Said Ahmad, director de Somali Human Hope, un grupo que ayudó a organizar el evento de Brixton. Envía un mensaje claro y ofrece una excusa necesaria. Le da a los padres herramientas para plantarse frente a la presión a veces extrema de la generación mayor, dice, especialmente cuando regresan de visita a Africa: «Ahora pueden decir: ‘No puedo hacerlo, porque, si lo hago, no puedo regresar a Gran Bretaña’».

No existen estadísticas confiables en cuanto a la cantidad de mujeres en Gran Bretaña afectadas por la mutilación genital. La llegada de refugiados de países como Somalia y Sudán hace que las cifras cambien constantemente.

Se calcula que hay alrededor de 100 mil mujeres en Gran Bretaña y unas 20 mil chicas «en riesgo» de mutilación genital.

«Mucha gente ni siquiera está dispuesta a considerar oponerse a una tradición tan fuerte», dice una trabajadora de la comunidad somalí, «y todavía sigue creyendo que se los exige su religión».

Después de haber sufrido el procedimiento en carne propia, esta mujer se sorprendió cuando llegó a Gran Bretaña y descubrió que había muchas chicas musulmanas que ni siquiera habían oído hablar del ritual.

La mutilación genital femenina no es practicada por la mayoría de los musulmanes, pero adquirió una dimensión religiosa por parte de quienes la practican. Los líderes islámicos no son unánimes al respecto.

Obviamente no es, como algunos suponen, «más limpio». Todo lo contrario: puede causar serios problemas de salud tanto en el momento del procedimiento –que muchas veces se practica con instrumentos tradicionales y con poca o ninguna anestesia- como a lo largo de la vida.

A las chicas les puede costar orinar, las menstruaciones pueden ser extremadamente dolorosas, puede producirse un dolor pélvico o abdominal inexplicable, además de infecciones crónicas. También existen costos psicológicos y sociales, que casi nunca se mencionan.

Todo tipo de historias se cuentan en diferentes partes de Africa para que las mujeres acepten la mutilación femenina. Además de las historias religiosas, hay un cuento nigeriano de que el clítoris seguirá creciendo «hasta adquirir el tamaño de la trompa de un elefante» y, en partes del oeste de Africa, a las chicas se les dice que si un bebé toca el clítoris durante el parto morirá.

Así que las clínicas necesitan ir mucho más allá que los procedimientos clínicos. Tienen que involucrarse con la comunidad, educar e informar.

Leila Hussein está de acuerdo. La chica de 24 años trabaja en una clínica de mutilación genital femenina en el este de Londres. Trabaja en las sesiones de capacitación y dirige un grupo para gente joven somalí los sábados.

Siente que se hizo progreso en Gran Bretaña. Cuatro chicas conocidas de ella hace poco impidieron que su hermanita fuera circuncidada. «Le dijeron a la madre: ‘La tocas y te hacemos arrestar’». Y funcionó.

2005/JR/GM

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