Inicio Caravana de mujeres, 7 de marzo 2005

Caravana de mujeres, 7 de marzo 2005

Por la Redacción

«Digan todas conmigo, ahora
Así sin preámbulo

La única lucha que se pierde es la que se abandona…..
Otra vez, por favor¡¡¡ quiero oírnos, …. la única lucha que se pierde es la que se abandona

¿Están cansadas? ¿Quieren callar? ¿Quieren continuar?

Nuestra lucha, la de las mujeres es histórica, está presente, es continua, tiene fondo y forma.
Da sentido a cada una de nuestras vidas.
Nada, ni nadie nos cansa.
Buenas tardes

Quiero agradecer a todas mis compañeras
Agradecer esta distinción, esta sonoridad manifiesta
Aprovecho, para agradecer a todas su energía y su disposición a no olvidar.
Desde aquí quiero mandar un saludo a todas las mujeres que en el mundo están movilizadas este marzo del siglo XXI
Ahora
Solicito un minuto de silencio para las mujeres que sufren violencia, para las asesinadas de Ciudad Juárez, de Chiapas, de Quintana Roo, de Morelos, de pueblos y ciudades, de todo el país donde ser mujer significa inseguridad, dolor y muerte.
Un minuto de silencio para las que a pesar de su jornada de trabajo y su esfuerzo cotidiano son atropelladas día a día en sus derechos.
Para las mujeres, un minuto de silencio por vivir esta ciudadanía truncada por el poder político que sujeta y aprisiona.
Un minuto de silencio por las que murieron en pie de lucha, por las que crearon para nosotras y para las que nos siguen dando un legado de entereza y energía suficientes, las que nos enseñaron a alzar la voz y a construir una nueva cultura, la cultura del feminismo.

Para ellas….por favor un minuto de silencio……


Ahora aplaudan.
Estamos aquí, como nuestras ancestras, en la calle, igual que en aquella marcha de las 10 mil en 1913 por la paz y contra los gobiernos imperiales, aristocráticos y autoritarios, a favor de nuestros derechos humanos, sociales, civiles, políticos y culturales. En la calle, fortalecidas por este deseo de dignidad e integridad humanas.

Han pasado 95 años desde que Clara Zetkin y Rosa Luxemburgo, junto a miles de trabajadoras del mundo occidental nos fijaron una fecha para hacer un alto. Una fecha para reflexionar, para pensar; ellas iniciaron nuestra decidida, amplia, comprometida tarea por la emancipación de nuestras vidas.

A ellas, también una ovación por haber concretado el primer programa de acción.

Compañeras…
Nuestro camino ha estado lleno de luces y de sombras. Ir atisbando y construyendo una ciudadanía plena para las mujeres desde la acción transgresora de Malintzin hasta la que hoy libra Yeidckol Polevnsky nos ha significado derribar barreras y obstáculos inimaginables.

En este momento de la humanidad todo parece difícil. El mundo de los hombres poderosos, de los gobernantes insensibles, de un liderazgo único significado por la guerra y la muerte; este momento en que sobre la justicia está la impunidad y sobre la vida está la pobreza y el abandono que desgarra, dónde gobernar ha dejado de tener significado para dar paso a la única forma que conoce un sistema basado en el poder: el de la violencia. Aquí, en ese mundo, las mujeres organizadas y feministas estamos ciertas de que, como diría Rosario Castellanos, tiene que haber otra forma de ser humano y libre.

La lucha por los derechos de las mujeres, la tarea de construcción de nuestra ciudadanía plena, la que nos anima para constituirnos en personas, demanda, de cada una de nosotras, la capacidad y la convicción para alzar nuestras voces contra la desigualdad y la opresión milenarias, contra la discriminación y la inequidad.

Estamos aquí para recordar el 8 de marzo, para unirnos en una jornada mundial contra todos los agravios de que somos objeto. Pero también hemos tomado una vez más las calles para explicarle al mundo y explicarnos a nosotras mismas algunos de los hechos que colocan a la mitad de la población del mundo en una situación de desventaja opresiva, para explicarnos cómo la misoginia esta viva y actuante en el mundo y tiene consecuencias concretas en la vida de todas las mujeres.

Estamos aquí también para denunciar al conservadurismo y a los fundamentalismos que se yerguen en nuestro país para oponerse a las pírricas libertades y faenas ganadas.

Hoy nuestros derechos adquiridos a lo largo de la historia están en peligro.

Existe una andanada conservadora que no solamente nos quiere enviar de regreso a una familia monárquica; esa andana está conspirando sobre nuestras libertades y preferencias sexuales. A este pensamiento no lo conmueve ni le interesa, la muerte por sida, porque desprecia a la vida.

No le interesa tampoco evitar la muerte por parto, rehuye la realidad del aborto, rehuye las evidencias de la discriminación, obvia los mandatos constitucionales, y fomenta en el gobierno y en la sociedad el caldo de cultivo de la violencia contra las mujeres.

Este es el pensamiento retrógrado y patriarcal que limita la acción democrática y obstaculiza las libertades humanas, lo que anima la permanencia de la desigualdad de las mexicanas frente a los mexicanos, fomenta la misoginia y apuesta al inmovilismo.

Por ello no es casual que vivamos en un mundo donde tiene participación estelar lo que llamamos neoliberalismo, un sistema que privilegia la acumulación del capital, que oculta el conocimiento, y apuesta al ostracismo de miles de mujeres que hemos dejado de ser la imagen y el símbolo que sostiene al sistema desde la familia tradicional, la educación y los medios de comunicación.

En México la corrupción es la base de la impunidad. Por eso no existen culpables del feminicidio.

Aquí los medios, la educación oficial y la privada confesional fomentan la inequidad y la desvalorización de las mujeres, por eso en política las mujeres no llegan a los espacios de poder en la calidad y cantidad deseadas y este sistema, además, sostiene todo el andamiaje de dominación contra las mayorías, donde las mujeres somos la mayoría.

Estamos viviendo en la ingobernabilidad, el gobierno no se hace cargo de los problemas fundamentales de la ciudadanía, los empresarios y los partidos políticos también son cómplices de la situación discriminatoria de las mujeres.
Los políticos y sus políticas económicas producen pobreza de millones de mujeres y hombres. No rinden cuentas y han vaciado de contenido a las palabras democracia, legalidad, justicia y equidad. Tenemos que decirlo.

Cada día 14 mujeres mueren por la violencia de género contra nosotras; 18 mujeres mueren todos los días por causas relacionadas con la maternidad; 3 de cada 10 mujeres sufren violencia concreta en sus hogares; cada día las trabajadoras reciben salarios disminuidos; cada día en las pantallas de televisión nos muestran como objeto sexual, disminuidas y avasalladas; cada elección política nos limitan a participar en puestos simbólicos; Cada mañana iniciamos por millones una doble jornada; a cada tramo somos expuestas a juicio sumario y sufrimos la intromisión a nuestra intimidad.

A cambio nosotras. Aquí está la evidencia, hemos avanzado.

Las mexicanas y también todas las mujeres del mundo hemos conseguido, a través de las hendiduras de la historia y el poder, construir una nueva cultura, la cultura del feminismo que ha sacado a la luz nuestra condición social y simbólica.

Y aquí estamos cargadas de conocimiento, haciendo evidente que no es atendible la desigualdad social, como no es atendible el atraso político. Hemos aprendido a dar contenido a las palabras, ahora secuestradas, como equidad y justicia. Estamos listas para tomar decisiones de gobierno, listas para construir la gobernabilidad que ellos han puesto en peligro; listas para ejercer esos que parecen todavía pírricos derechos inscritos en leyes y las convenciones internacionales; listas para enseñar a las nuevas generaciones el valor de los derechos humanos de las mujeres, listas para la transformación del mundo, listas para la organización de nuestras familias, nuestras comunidades y nuestros pueblos.

Allá en Nueva York, hace apenas unos días, derribamos con la fuerza de nuestras ideas y nuestra capacidad de diálogo y alianzas, la tentación del gobierno de George Bush para avasallar nuestros derechos sexuales y reproductivos.

Hoy, hacemos honor a la historia de la que venimos, las mujeres mexicanas estamos juntas. Somos capaces de unirnos y reunirnos en todos los espacios sociales, académicos, políticos, laborales, somos capaces de construir otro mundo posible.

La caravana histórica de esta tarde busca hacernos conscientes de que no hemos estado inertes. Que desde hace cientos de años desde distintas esquinas, con diferentes estrategias, con múltiples manifestaciones, desde variadas culturas y capacidades hemos levantado la voz y hemos construido respuestas para nuestra opresión. No debemos olvidarlo.

Durante casi 150 años luchamos por tener el derecho de participar en las decisiones de Estado, a través del voto ciudadano, en una democracia incompleta.

Estuvimos presentes en cada momento de apertura revolucionaria. Fuimos las que creamos los clubes antirreleccionistas, las que pusimos en tela de juicio una Carta Magna que nos excluía, las que recorrimos el territorio nacional para alfabetizar y crear las misiones culturales, las mismas que formulamos programas democráticos de inclusión para las mujeres en la naciente nación mexicana. Las que escribimos y creamos diarios y revistas feministas desde el siglo XIX. Las que defendimos y le pusimos nombre a nuestros derechos, en todos los foros y espacios públicos.

Excluidas del poder político, tomamos el zócalo para exigir nuestra ciudadanía. Las que en los últimos 30 años hemos ido tejiendo una nueva estructura social y política, incluso legislativa. Las que tomamos las tribunas callejeras a falta de las del Congreso, hasta abrir lentamente ese Congreso. Las mismas que hemos tomado algunas dirigencias políticas. Las que nos unimos en convenciones y asambleas hasta llegar al Parlamento de las mujeres, capaces de encontrarnos y definir programas de gobierno, programas de salud, propuestas presupuestarias.

Ahora estamos juntas para continuar. Estamos aquí para decir una vez más que nos asiste la razón, que exigimos justicia para las mujeres, juntas para decidir continuar esto que Juliet Michel llamó la revolución más larga.

Por eso hoy refrendamos con un renovado aliento que es posible, que nuestros derechos no están a la venta.

Exigimos culpables y justicia para las asesinadas
Exigimos la desaparición de la violencia contra las mujeres
Exigimos cumplimiento a nuestros derechos sexuales y reproductivos
Exigimos una Reforma del Estado genérica,
Exigimos que el gobierno de Fox cumpla sus promesas de gobierno, que gobierne con perspectiva de género y en pareja.

Un sistema de salud y Ley para abortar sin peligro y muerte
Reconocimiento a las familias que decidamos formar
No al fundamentalismo y a los gobiernos conservadores, antidemocráticos y machistas
Ni un paso atrás
¡Muchas gracias¡

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