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Carestía en alimentos

Por Carmen R. Ponce Meléndez*
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El reporte del Inegi sobre inflación al mes de septiembre es de 4.77 en el índice general y 8.81 en la no subyacente –incluye precios de agropecuarios y energéticos, y tarifas autorizadas por los distintos órdenes del gobierno–. El componente determinante de
esta inflación son los aumentos en los precios de los alimentos.
 
El propio Banco de México no ha tenido más remedio que reconocer: la meta anual de inflación está ampliamente rebasada, se debe a los alimentos, pero no son los únicos precios inflacionarios, aunque sí los productos más imprescindibles.
 
Como se muestra en la gráfica, éstos representan el 57 por ciento del crecimiento en los precios; tan sólo en la zona metropolitana en un grupo de nueve alimentos sus precios promedio aumentaron 51.5 por ciento (octubre 2011-2012).

(VER GRÁFICA AQUÍ)

La carestía en alimentos afecta de manera primordial a mujeres y niñez. Los alimentos con mayores incrementos son huevo, hortalizas, carnes y cereales (trigo, maíz y arroz). Éstos representan más de la mitad –55 por ciento– del gasto en alimentos de la población pobre, por eso es tan grave el problema de esta carestía.
 
“Entre junio y septiembre el costo de la canasta alimentaria rural pasó de $782.89 a $818.50. El incremento de $35.61 significó un aumento de 4.5 por ciento en el trimestre; es decir, una tasa anualizada de 19.5 por ciento. Dos terceras partes del aumento en el costo total de la canasta se debieron al crecimiento de los precios del huevo, las verduras y el pollo.
 
“Para ese mismo periodo el costo de la canasta alimentaria urbana subió de $1,101.45 a $1,144.81. La diferencia de $43.36 representó un incremento de 3.9 por ciento, es decir, una tasa anualizada de 16.7 por ciento”. (FAO, boletín trimestral No. 1, julio-septiembre 2012).
 
Hasta ahora el mayor impacto está en la canasta alimentaria rural, la que corresponde a la población más pobre. Es sabido que proporcionalmente mientras más pobre es el ingreso crece el gasto que se destina a alimentos, y por lo consiguiente el impacto es mucho mayor.
 
Según la Encuesta de Ingreso y Gasto de los Hogares 2010 del Inegi, en los tres primeros deciles de ingreso el gasto en alimentos representa entre 45 y 47 por ciento del total del gasto corriente monetario; en cambio, en el noveno decil es menos de 30 por ciento, en el último decil solamente 22.5 por ciento.
 
El ingreso en los tres primeros deciles de ingreso fluctúa entre $6, 163.00 y $14,506.00, éstos tuvieron una caída de 7.3 por ciento, respecto a 2008 y todavía no se cuenta con las cifras de 2012.
 
Su caída se explica porque la fuente de ingresos corrientes monetarios fundamental en los hogares –66.3 por ciento– son los salarios y sueldos, cuyos incrementos no rebasan el 4 por ciento, nada que ver con los crecimientos de los precios en alimentos. De cada 100 pesos que ingresa a los hogares, 66 provienen del trabajo asalariado.
 
Lo que explica el incremento de la población con pobreza alimentaria, sobre todo en los hogares jefaturados por mujeres, 7 de cada 10 tienen trabajos precarios.
 
En el caso del maíz y el trigo hay una preocupación fundamentada, de acuerdo con el reporte de la FAO de junio a septiembre del año son los precios internacionales con mayor crecimiento, 20.8 y 29.1, respectivamente, lo que afecta directamente a los países importadores de granos básicos como México. ¿Y la soberanía alimentaria?
 
Estos incrementos obedecen a la sequía en Estados Unidos, en el caso del trigo es consecuencia de los problemas climáticos en Australia, Europa, Rusia y otros países de la zona del Mar Negro.
 
El índice de los precios internacionales de los alimentos se incrementó 1.4 por ciento en septiembre, lo que llevó a un aumento trimestral de 7.7 por ciento.
 
Ahora en diciembre se revisan los salarios mínimos y su incremento para 2013, pero es poco probable que este aumento pueda resarcir el poder adquisitivo de las mujeres y sus familias.
 
En el escenario también están la posibilidad de un impuesto al consumo generalizado (IVA), que incluya gravar alimentos y medicinas. Tendrán que exentar una muy amplia canasta básica de alimentos. Desnutrición y pobreza alimentaria son los escenarios naturales de esta dolorosa realidad.
 
[email protected]
Twitter: @ramonaponce
 
*Economista especializada en temas de género.
 
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