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Casi nulas, las expectativas de desarrollo de la economía social

Por Carmen R. Ponce Meléndez

Desde hace tres décadas para las mujeres las micro, medianas y pequeñas empresas (Mipymes) han sido una alternativa de desarrollo limitada y limitante. Según cifras oficiales de cada 10 empleos, 7 corresponden a este segmento de la economía.

Por otra parte, el coeficiente mexicano de inversión registrado a lo largo de la última década es aproximadamente la mitad del vigente en los países asiáticos con los que México compite en el mercado internacional, principalmente en el de Estados Unidos.

Es claro que en esta situación, las diferencias de competitividad se irán ensanchando con el paso del tiempo y la posición relativa de México en el mundo seguirá deteriorándose.

Actualmente, las posibilidades de la gran mayoría de las trabajadoras y trabajadores mexicanos para mejorar su productividad e ingreso son prácticamente nulas.

Si la tarea del Estado es sentar las bases y regular el buen funcionamiento de mercados eficientes, en México hay un gran pendiente en el sistema financiero que afecta severamente al resto de la economía.

Especialmente al segmento de las Mipymes, que recibió entre el 2005 y el 2007 un promedio anual de siete décimas de punto porcentual del Producto Interno Bruto (PIB) como crédito bancario.

Si se utilizan los datos de las encuestas del Banco de México (Banxico) en lo tocante a la aplicación de dicho crédito, resulta que en ese mismo lapso se aplicó solo un poco más de una décima de punto porcentual del PIB, por año, a financiar la formación de capital en las empresas de menor tamaño, las que mantienen 70 por ciento del empleo.

Para 2007, el total de la cartera de fomento significaba apenas 2.6 por ciento del producto. En este desplome, el financiamiento a la actividad empresarial no fue la excepción; la cartera conjunta de Nacional Financiera (Nafin) y Banco de Comercio Exterior (Bancomext) equivalía al 4.2 por ciento del PIB en el 2000, y para el 2007 había sido reducida al 1.1 por ciento, esto es, casi a la cuarta parte.

Estos datos ayudan a explicar porqué, según las encuestas del Banxico, la participación de la banca en el financiamiento de las pequeñas empresas pasó de 18.6 por ciento en el 2000 a 14.1 por ciento en el 2007 y, de 26.7 por ciento a 19.9 por ciento, en el caso de las empresas medianas.

Es paradójico que en un periodo de abundantes recursos fiscales, originados en los altos precios del petróleo, se optase por contraer el crédito de desarrollo mientras, por otro lado, se elevaron los gastos corrientes en todos los niveles de gobierno, sin impacto en la capacidad productiva ni del país, ni de los estados o municipios.

Con estos antecedentes qué expectativas pueden generarse en materia de financiamiento o fomento de esta economía social, enmarcado en una crisis tan severa, si cuando los recursos estaban disponibles no se canalizaron al financiamiento o fomento, mucho menos ahora.

Otro factor a considerar es el encadenamiento de las Mipymes a las grandes empresas, éste es muy deficiente y se manifiesta, entre otros escenarios, en el bajo valor agregado a las exportaciones

Las Mipymes sufren de falta de acceso a servicios de apoyo financiero y comercial, reducida capacidad de gestión y de fuerza laboral y de información completa sobre oportunidades de mercado, y tecnología, así como de métodos de organización laboral nuevos y más productivos.

Como resultado, muchas de estas empresas siguen siendo pequeñas, no logran penetrar en los mercados exportadores, enfrentan costos de transacción más altos que las empresas de mayor tamaño, crecen muy lento y tienen altas tasas de fracaso.

Por estos motivos, no sorprende que muchos países, tanto industrializados como en desarrollo, dispongan de diversos servicios de apoyo subvencionado para las pymes, tales como capacitación, modernización tecnológica y asistencia técnica.

Pero en México, información poco confiable, altos costos de operación, selección adversa, inadecuaciones judiciales y un ambiente insuficientemente competitivo, determinaron una estructura de muy altos diferenciales entre tasas activas y pasivas para las pymes.

Esta desfavorable situación tiene una naturaleza estructural que no podrá ser sensiblemente modificada a no ser que se incida de forma significativa en sus factores causales.

Estos altos costos hacen que alrededor de dos terceras partes de las pequeñas y medianas empresas ni siquiera intenten acercarse a los bancos y que éstos tengan que rechazar a una buena parte de las que les solicitan crédito

Una informalidad extendida y creciente en la economía, mucha de la nueva actividad empresarial en México comienza y se desarrolla en el sector informal. Cada año se crean más de 200 mil nuevas Mipymes, 90 por ciento de las cuales operan en el sector informal.

Esta práctica que gana terreno, determina que el sistema financiero informal también cobre importancia creciente. De tal forma que más del 60 por ciento de las personas que se declaran ocupadas en las encuestas del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) no están registradas en la seguridad social.

No obstante, esta actividad también ha crecido rápidamente en los últimos años, su importancia relativa continuaba siendo marginal en el 2007, cuando significaba el 2.7 por ciento del total del Programa de Crédito y Garantías al Sector Privado y 3.7 por ciento del activo total de la Financiera.

Equipamiento. No obstante que este rubro de actividad también ha crecido muy rápidamente en los últimos años, su importancia relativa continuaba siendo marginal en el 2007, cuando significaba el 2.7 por ciento del total del Programa de Crédito y Garantías al Sector Privado y 3.7 por ciento del activo total de la Financiera. Estos datos muestran la gran concentración de Nafin en el financiamiento de corto plazo y el gran vacío que existe en el sistema financiero mexicano para el apoyo a la formación de capital en las empresas de menor tamaño.

Estos datos muestran la gran concentración de Nafin en el financiamiento de corto plazo y el gran vacío que existe en el sistema financiero mexicano para el apoyo a la formación de capital en las empresas de menor tamaño.

Hasta ahora el crédito de mediano y largo plazos para las pymes es un segmento ignorado por la banca, tanto comercial como de desarrollo, con las consecuentes repercusiones sobre la competitividad de las empresas.

Se puede afirmar que prácticamente es inexistente el crédito bancario para la inversión de las Mipymes en México (apenas algo más de una décima de punto del PIB).

Así, es muy difícil que un país logre modernizar ampliamente su economía, y mucho menos elevar el valor agregado de sus exportaciones, ni aumentar su competitividad, poder crecer sostenidamente en niveles compatibles con el incremento del nivel de vida de su población.

No obstante que son la base de la economía mexicana, de las poco más de tres millones de unidades económicas establecidas en el país, 95 por ciento tienen entre uno y 10 trabajadores y, aunque generan siete de cada 10 empleos y aportan casi 70 por ciento del PIB, están al margen del financiamiento bancario.

En el censo de 2004, cuyos resultados se dieron a conocer en julio pasado, el número de empresas en el país fue de tres millones cinco mil 157.

Esto es, un incremento de 7.1 por ciento respecto del censo anterior, pero con una composición diferente. Entre los establecimientos se cuentan los puestos instalados de modo fijo en las calles y no sólo los locales formales.

Se estima que en 2006 existían en México 4 millones 290 mil 108 empresas, de las cuales el 99.8 por ciento son micro, pequeña y medianas empresas.

Del total de empresas registradas, 95 por ciento era de tamaño micro y se redujeron 0.7 por ciento, mientras las pequeñas crecieron 0.8 por ciento, 3.9 por ciento del total. La proporción de las medianas se mantuvo y las grandes disminuyeron de 0.3 a 0.2 por ciento. En relación con los empleos generados, 20 por ciento radica en el DF y 10 en el Estado de México.

Por lo que concierne al giro de actividad en que se ubican, de acuerdo con el NEGI y la Secretaría de Economía (SE) 53 por ciento de las Pymes se dedican al comercio, 35 por ciento a los servicios y 12 por ciento a la industria.

Debido a la vulnerabilidad de este sector, de octubre de 2008 a febrero pasado, en el Distrito Federal desaparecieron alrededor de 15 mil micro, pequeñas y medianas empresas (Mipymes), como consecuencia del impacto de la crisis económica, quedando 315 mil en el Distrito Federal.

Este año Nafin destinará a las pequeñas y medianas 180 mil millones de pesos, adicionalmente y a través de estímulos fiscales anticipados, se otorgarán apoyos por 2 mil quinientos millones de pesos, los cuales se consignarán al fondo de innovación empresarial. 600 millones son para el Fondo de Innovación Tecnológica para Negocios de Alto Valor Agregado; 700 millones para el Fondo de Desarrollo e Innovación de Tecnologías Precursoras, y mil 200 millones para el Fondo de Innovación Tecnológica para la Competitividad de las Empresas.

* Economista especializada en temas de género

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09/CRPM/LAG

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