Para algunas personas es necesario tener una vida tranquila, ya que el trajín diario las agota. Para ello es hacer de tu casa un remanso de paz. ¿Pero y cómo?
Muy fácil: si te gusta el ruido del agua porque te relaja, si el espacio que manejas en tu casa es chico bastará que en un rinconcito coloques una fuente murmullante rodeada de un pequeño jardín, plantas que den la imagen de abundancia, como puede ser un helecho o dos, las llamadas mala madre, que también consisten en tener muchas hojas alargadas y cadentes y algunas violetas de las que florecen mucho.
Si tu espacio te lo permite, pinta la zona en tonos verdosos azulados, muy suaves, toca música suave, si los sonidos naturales te gustan es una muy buena opción, pero si por ejemplo los ruidos de las ballenas te espantan, no las emplees.
Saca todo lo que no te gusta o te irrite, por ejemplo si algún cuadro te trae recuerdos molestos, elimínalo; si acostumbras a tener cuarzos porque te gustan, porque trabajas con ellos o porque te sientes muy bien, límpialos y conságralos para que haya paz donde quiera que estén.
Puedes colocar un muro con un tapiz que represente un paisaje que te permita sentir calma, tranquilidad y sosiego. Incluso tener una pecera que te haga sentir tranquilidad al sentarte y contemplarla. Emplea aceites esenciales de lavanda en un difusor y permite que tu casa se llene de la dulce paz que alimenta al corazón.
Pero si por el contrario, sientes que a tu vida le falta la pasión, entonces tendrás que cambiar en sentido opuesto. Llena tu casa de terciopelo en cortinas, edredones que combinen en tonos yang: rojos, púrpura, naranja, como esos escenarios de finales del siglo XIX donde el Art Noveu llenaba los famosos salones de París.
Cortinas que rozan el piso, floreros que se desbordan aún con las flores secas, chales de cachemira que se deslizan por los sillones de la sala, o en su defecto ahora se encuentran unas hermosas patchminas que también pueden lucirse sobre los sillones.
Para algunas personas las chalinas, sobre todo si tienen flecos, pueden verse lindas sobre una lámpara, solamente hay que cuidar que la luz del foco no las queme.
Aún recuerdo que en casa de una madrina había sobre el piano un hermoso mantón de Manila, y eso acompañaba aquel salón donde se celebraban reuniones de todo tipo, desde familiares, hasta políticas y excuso decir que eran todo, menos reuniones aburridas, donde las pasiones brotaban en las palabras, las risas y aún los gritos.
Si disfrutas de las obras de arte, una reproducción de un cuadro famoso donde se luzca un bello desnudo femenino en la sala de estar. El jazz puede ser la música de fondo, como David Darling o Kenny G, y si prefieres más retro entonces busca los discos de Pegy Lee con su inconfundible "Fever".
La pasión es un elemento que hasta Dios mismo reconoce como el elemento con que debe disfrutarse la vida, ya que ha dicho que los "tibios", los que ni fu ni fa, son los que no tolera.
Como en todo, es precisamente nuestro compromiso con lo que hacemos. Desde luego que la pasión es totalmente subjetiva. Para algunas personas se constriñe únicamente a la vida sexual, en otros casos es el fuego que le impregnas a todo lo que haces, el entusiasmo, la alegría y el disfrute.
Como en otras colaboraciones, hemos dicho que es preciso que le demos un rostro a lo que queremos; al amor, a la creatividad pues, ahora es preciso darle un rostro a la pasión.
Si tu casa parece una muestra de catálogo, donde todo tiene su espacio y lugar, procura romper esa sensación, dejando un cuadro recargado sobre una pared, o tener un perchero en donde cuelguen los collares desenfadados, y alguna que otra prenda sugestiva a fin de que se sienta un espacio vivo y que en cualquier momento se suscite alguna escena apasionada, de ésas que le ponen sabor a la vida.
*Narradora oral, astróloga y terapeuta.
12/JEO/RMB
