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Como terapia frente al poder

Por Tere Mollá*

Hoy escribo como una forma de terapia.

Una terapia no recetada pero necesaria, como una forma de dejar salir lo que bulle en mi cerebro.

Y siento necesidad de decir que seguimos igual que siempre. Seguimos siendo utilizadas como cartel o reclamo para después, cuando el objetivo del reclamo se cumple, pasar a ser ninguneadas.

Ellos, los chicos que creen que mandan mucho en cualquier parte, actúan así. Creen que el poder que han obtenido han de mantenerlo a cualquier precio y eso no es así.

Ellos, los chicos que mandan o creen que mandan, confunden poder con autoridad y no es lo mismo. Pero ya se enterarán cuando de nuevo nos intenten buscar y ya no nos encuentren más.

O ya se enterarán cuando reiteradamente les digamos ¡NO! ó ¡NUNCA MÁS! a sus propuestas engañosas.

La autoridad se gana con honestidad y trabajo y ahí no vale todo. Vale lo que vale pero no todo.

Por lo visto para retener el poder cualquier cosa es justificable, cualquier precio es posible con el último fin de seguir encabezando un proyecto en donde ellos sigan siendo la cúspide y los demás, pero sobre todo LAS demás, seamos la base.

La cúspide y la base de la pirámide del poder, porque ellos, los chicos que mandan o creen que mandan, aunque se llamen progresistas, siguen creyendo en la estructura piramidal del poder. No creen en la horizontalidad de las relaciones en donde lo que puede llegar a existir es la autoridad moral como consecuencia del trabajo, la eficacia, la eficiencia, la honestidad, etcétera…

Ellos, los chicos que mandan o creen mandar están, de nuevo, como ya hicieron en la Revolución Francesa, por ejemplo, pervirtiendo expresiones como IGUALDAD.

Ellos se lo pierden, porque el grado de desconfianza hacia ellos, hacia los que creen en el poder y en la jerarquía y no en la autoridad moral de las personas, está aumentando hasta extremos inimaginables.

De nuevo están dejando escapar oportunidades de crecer como personas y prefieren seguir siendo personajes e, incluso en algunos casos, personajillos.

Es una pena, pero en esta sociedad patriarcal seguimos teniendo demasiados personajillos y cada vez a las chicas nos hacen falta más personas.
06/TM/CV
* Periodista española, corresponsal CIMAC

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