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Con cara de mujer

Por Cecilia Lavalle

El amor tiene cara de mujer, apuntaba el título de una añeja telenovela mexicana. Pues ahora no es el amor, sino el VIH/Sida y no se trata de una telenovela sino de una realidad.

Hace por lo menos cuatro años que vengo leyendo o escuchando que el índice de mujeres infectadas con el VIH/Sida aumentaba de manera alarmante. Pero salvo algunas organizaciones, sobre todo feministas, pocos alertaban del binomio género-sida, pocos observaban que la desigualdad de género permitía que cada vez más mujeres adquirieran la enfermedad, pocos advertían que el machismo era uno de los factores a considerar a la hora de hablar del virus de inmunodeficiencia adquirida.

Hoy ya no es posible mirar para otro lado. Hoy en el mundo los niveles de contagio en las mujeres han prendido los focos rojos. Informes oficiales apuntan que 39.4 millones de personas están infectadas, de las cuales cerca del 45 por ciento son mujeres.

África Subsahariana presenta los peores índices. Ahí el 57 por ciento de infectados son mujeres. En México, hace 20 años había una mujer infectada por cada 24 hombres, hoy hay una mujer por cada seis.

Tan se han prendido los focos rojos que las campañas internacionales enfocaron sus mensajes en la necesidad de revertir la situación de vulnerabilidad de las mujeres.

Y es que las mujeres somos vulnerables al contagio por varias razones. Para empezar, especialistas afirman que a diferencia de los varones nuestra anatomía permite que tengamos el doble de probabilidades de contraer el VIH/Sida por un único acto sexual no protegido.

Para seguir, la violencia que padecen millones de mujeres las hace particularmente vulnerables a ingresar en las listas de contagiadas. Y en este punto se señalan las violaciones sexuales en territorios en guerra.

En Ruanda, por ejemplo, 10 años después del conflicto se sabe que siete de cada diez mujeres que fueron violadas durante la guerra están infectadas por el VIH/Sida (portal electrónico Mujereshoy, diciembre 2 de 2004). Pero no se necesita estar en una guerra para ser sujeta de violencia. Teresa Rodríguez, directora regional del Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM) para México y Centroamérica, dijo que se estima que entre el 30 y 60 por ciento de las mujeres de todo el mundo han sido abusadas sexualmente por sus parejas al menos una vez en su vida (El Universal, noviembre 25 de 2004).

Y para terminar, aunque en realidad debí decir «y para comenzar», está el asunto cultural. La desigualdad entre géneros, la educación para la sumisión de las mujeres ante lo masculino, la educación de los varones en la supremacía de lo masculino, el machismo pues, está siendo un factor fundamental en la propagación del VIH/Sida entre las mujeres.

La UNESCO, por ejemplo, consideró que una de las formas de frenar el avance de este mal entre las mujeres es que los gobiernos entiendan que «la educación, en particular una enseñanza básica de calidad y completa, otorga autonomía a las jóvenes y las mujeres y limita los efectos de la desigualdad por razones de sexo».

En nuestro país, en el marco del Día Internacional de la Lucha contra el Sida, el lema fue «El machismo pone en riesgo a mujeres y a hombres, ¡tú puedes cambiarlo!», y, a decir de Jorge Saavedra, director de Centro Nacional para la Prevención y Control de Vih/S (Censida) es la primera vez que se engloba el machismo en campañas contra el sida.

No es casual. Ya no se trata sólo de que nuestra sociedad tolera, permite e incluso fomenta la infidelidad masculina. Para muchos hombres hacer el amor es una cosa y tener relaciones sexuales es otra; luego entonces se permiten tener diversas parejas sexuales fuera de su relación estable. Esa es una conducta de riesgo, pero además si tienen esas relaciones sin protección son altísimas las posibilidades de infectarse y contagiar a muchas mujeres.

Se trata también de que el machismo está enmascarando una realidad. Los estudios recientes demuestran que en México la epidemia está concentrada en hombres que tienen sexo con hombres.

¿Cómo nos explicamos, entonces, que haya aumentado el número de mujeres contagiadas? La respuesta la dio Arturo Betancourt, funcionario de la Comisión Nacional del Sida (Conasida), quien dijo que en una sociedad como la nuestra que le tiene un miedo irracional a los homosexuales, muchos de ellos ocultan su orientación teniendo compañeras para aparentar una masculinidad socialmente aceptada.

Eso explica porqué algunas encuestas apuntan que seis de cada diez mujeres que contrajeron el mal sólo habían tenido una pareja sexual en su vida (Cimacnoticias, noviembre 29 de 2004). Es decir, los índices se están elevando en mujeres casadas, heterosexuales y fieles.

Combatir el machismo ya no es sólo un asunto de feministas ¿verdad?

*Articulista y periodista de Quintana Roo

Apreciaría sus comentarios: [email protected]

2004/CL/SM

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