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Con crisis, igualdad y empoderamiento de las mujeres estancados

Por Mirta Rodríguez Calderón

Para Gilka Meléndez, el hambre es la realidad que genera casi todos los otros males de este tiempo. Tres décadas dentro del sistema de Naciones Unidas y 12 representando al Fondo de Población (UNFPA por sus siglas en inglés) en República Dominicana la convierten en conocedora excepcional de problemas y logros del Continente en su conjunto.

Ella ha visto aflorar el aumento desmedido de la migración y la inmigración, de los embarazos muy tempranos y las muertes maternas numerosas; pero, al hablar de los componentes culturales de los asuntos de población, esta mujer –que una vez se confesó muy espiritual– ha visto empeorar las condiciones de vida de una mayoría, principalmente mujeres, sin que las influencias de su experiencia puedan hacer mucho.

Ha palpado de cerca situaciones importantes por las que transita la vida de la gente, empedrando el camino de una nación donde el desarrollo se mide con números y no con personas capacitadas y capaces.

Lo más grave se transparenta en la mortalidad materna: 150 por cada 100 mil nacidos vivos; mientras que de las desventajas en el mercado laboral se habla muy poco: el desempleo alcanza a casi 25 por ciento de ellas y algo más del 11 por ciento de ellos.

Convocada por SEMlac a establecer grosso modo la incidencia de los problemas, Meléndez coloca en primer plano ese fenómeno que es el resumen de una sensación dolorosa en medio del cuerpo, de un mirarse la punta de los pies y no saber qué rumbo tomarán, de quejidos infantiles que por momentos se hacen muy débiles, y oír que gentes que saben le ponen a esto un nombre genérico y poco explícito: pobreza.

Hace unos días, el Secretario General de las Naciones Unidas pronosticó, en Ginebra, que para 2009 entre 55 y 90 millones de personas estarán viviendo en condiciones de pobreza extrema. La prevalencia del hambre en las regiones en desarrollo, dijo Ban Ki-moon, ha pasado de 16 por ciento en 2006 a 17 en 2008.

En este drama, las principales víctimas son las mujeres, las niñas y los niños. La crisis ha provocado que los avances en materia de igualdad y empoderamiento de la mujer se estanquen y, en algunos casos, retrocedan.

Partícipe de casi todas las reuniones internacionales que intentan tomar por las astas las dimensiones de lo poblacional, Gilka Meléndez reconoce que ha sido el Fondo de Población de las Naciones Unidas, la agencia del sistema que más se ha empeñado en sugerir a los Estados acciones mitigadoras de la pobreza cotidiana.

SEMlac dialogó con ella en estos términos:

— En la región latinoamericana usted es, probablemente, la de más larga estadía en la función de representante, a nivel de país, del Fondo de Población. ¿Cuál es el mejor saldo de esta experiencia y cuál el peor?

— Colocaría en una columna de positivos el haber contribuido de forma significativa a la salud sexual y reproductiva de la mujer dominicana. Esto se verifica en el descenso de la morbilidad y mortalidad materna y de la tasa de fecundidad por el acceso a métodos modernos de planificación familiar; la detección temprana de cáncer cérvico uterino y de mamas, y el acceso a servicios de calidad de la atención obstétrica con la aplicación de normas y protocolos de salud, entre otros.

Gilka se siente complacida también por las contribuciones del UNFPA en la promoción de la equidad de géneros; en que ahora haya más y mejores estadísticas desagregadas por sexos en algunas áreas, y mejorías en el marco legal para el ejercicio de los derechos de las mujeres.

«Me da mucha satisfacción que se haya logrado la creación de redes nacionales de adolescentes y jóvenes capacitados en temas como salud sexual y reproductiva, autoestima, valores, liderazgo, equidad de género, cultura de paz, estilos de vida saludables y prevención de VIH y SIDA, implementados a nivel nacional y en comunidades. Esto no es todo, pero son hechos que me alegran».

FALTA DE GARANTÍAS Y VULNERABILIDAD

El entusiasmo por mencionar las realidades buenas no hizo que la experta se olvidara de mencionar también lo negativo: «para mí, la falta de garantías para asegurar la sostenibilidad de los logros es lo más preocupante. La vulnerabilidad de las instituciones para el cumplimiento de acuerdos y de convenios internacionales entorpecen una rápida mejoría en los indicadores sociales».

«La carencia de políticas de población que se orienten hacia el cumplimiento de esos acuerdos agrava la posibilidad de abarcar a toda la población necesitada», añadió

Entre las múltiples realidades a las que presta atención el Fondo de Población, ¿cuál o cuáles cree usted que son las de perfiles más agudos por su incidencia sobre la gente?

«Los altos niveles de violencia basada en género, la participación desigual de las mujeres en el sector laboral, la disponibilidad no asegurada de métodos anticonceptivos modernos en todos los establecimientos de salud. Y, a todo esto, que no es poco, tenemos que agregar el alto desempleo en la población juvenil; los embarazos en adolescentes; y la carencia de educación sexual en las escuelas».

Gilka se lamenta de que República Dominicana no aproveche el «bono demográfico»; o sea, la oportunidad de prestar más atención y recursos a la preparación de las personas en edades intermedias, una vez que han descendido las cifras de nacimientos y crecido las expectativas de vida, lo cual dota al país de un mayor capital humano en etapa productiva.

«Esto es una ventaja, agrega, porque hay una mayor población económicamente activa, pero ¿con cuáles capacidades y desarrollo humano?».

HAMBRE Y DESNUTRICIÓN

Desde su abundante experiencia, se le preguntó, ¿cómo ordenaría la gravedad de cada uno de estos problemas que aquejan a República Dominicana: embarazos y partos en edad temprana, hambre y desnutrición, migración e inmigración abundantes, crecimiento de las ciudades y de asentamientos poblacionales sin urbanización, marginalidad y hacinamiento habitacionales?

«Lo más grave, respondió, es el hambre y la desnutrición que causan muertes y provocan otras situaciones muy difíciles para la gente. En ese orden de cosas, los embarazos y partos en edad temprana son como un círculo terrible porque causan muertes y, de hecho, perpetúan la pobreza.

«Al hambre le es muy cercana la marginalidad y el hacinamiento que, a su vez, afectan negativamente la calidad de vida, con importantes repercusiones en la migración y en asentamientos poblacionales improvisados».

— La problemática de varones que engendran y desaparecen sin preocuparse más por la posible descendencia, y de madres muy jóvenes que se ven obligadas a parir —quieran o no— debido a legislaciones que pretenden «determinar» sobre sus cuerpos, genera para ellas riesgos, desventajas y angustias reales y emocionales de gran magnitud. El Fondo de Población, después de la Conferencia de El Cairo, de 1994, fue la agencia de la ONU que definió las políticas más avanzadas en esta materia. ¿Cómo se orienta ahora su pensamiento en este orden de cosas con respecto a República Dominicana?

— Es que hacen falta políticas de población que fomenten la educación para la ciudadanía, que viabilicen la regeneración de la cultura y procuren una transformación social que auspicie la creación de una población consciente y responsable. Y eso es cultura. Si no se la toma en cuenta, si el desarrollo no mira hacia ese aspecto de la vida, se está socavando todo lo demás.

«En el caso de las mujeres, ellas han logrado hacer visible la violencia por motivo de género y la aprobación de leyes que combaten estas violaciones. Sin embargo, el conocimiento, reconocimiento y aplicación generalizada de estas leyes todavía esta pendiente en la agenda nacional e internacional».

«La paternidad responsable es parte de este panorama. No hay fórmulas, pero esto es parte del problema más universal. Es necesaria la educación sexual en las escuelas, así como información oportuna y acceso a servicios que posibiliten el ejercicio de los derechos reproductivos de la mujer. Y, como muy importante, detener el reforzamiento de los patrones y estereotipos sexistas y presentarles combate».

09/MRC/GG

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