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Con los gobiernos panistas, la migración a EU es una llaga

La herida abierta de la migración masiva de mujeres, hombres, familias y hasta de comunidades rurales enteras mexicanas a los Estados Unidos no ha podido ser curada. Y con los gobiernos panistas, de Fox y Calderón, ya es una llaga.

Vicente Fox demostró su incapacidad tanto al interior como al exterior. No hizo nada por resolverlo, se doblegó ante el gobierno de George Bush. Le pidió una «enchilada completa», como solía llamarle a la solución para remediar la incertidumbre en la que viven 6.4 millones de trabajadores y trabajadoras indocumentadas mexicanas.

No lo consiguió, se fue sin nada. Pero eso sí, la inmigración indocumentada aumentó durante su periodo, con todo y la seguridad que desplegó el gobierno estadounidense en su frontera, después del ataque terrorista que sufrió el 11 de septiembre del 2001.

Hoy, Felipe Calderón, su relevo, que se asentó en el poder con un 36 por ciento de los votos del pasado julio del 2006 (un cuestionado medio punto porcentual con el que dijeron que sobrepasó a Andrés Manuel López Obrador) no ha hecho absolutamente nada por los y las que viven acá. Se ubicó en el besamanos o, como dijo la revista Time, permanece en una etapa «exploratoria de sí mismo».

No ha pasado más allá del apretón de manos y de la fotografía obligada con el presidente Bush, en México y recientemente en Canadá, donde no mencionó el tema.

La política exterior mexicana se mantiene callada. ¿Qué se puede exigir desde el traspatio de la Unión Americana?

Felipe Calderón se limita a admitir y comentar sobre la inmigración de la fuerza de trabajo, como destacaron los medios de comunicación mexicanos durante la visita de Bush a México en marzo pasado.

El tema se agendó. Sólo que Calderón plantea un «deseo»: que ambas naciones «piensen creativamente acerca de programas para oportunidades de trabajo». Para él, eso pondría fin, de raíz, al problema migratorio que afecta las zonas rurales y urbanas mexicanas.

Consiguió en la región maya que Bush prometiera la protección a las y los mexicanos en Estados Unidos. Pero no hubo reforma, que implicaba cambios para por lo menos 12 millones de trabajadoras y trabajadores indocumentados, incluidas millones de mexicanas y mexicanos.

En Canadá, Bush, Calderón y Stephen Harper se miraron muy entusiasmados en su reunión, pero el tema de la migración no mereció ni una línea. No por lo menos en la conferencia de prensa conjunta sostenida por los mandatarios de las tres naciones que tienen en común el tratado de libre comercio (NAFTA).

Así, la indefensión en que se encuentran las y los millones de inmigrantes indocumentados que viven en los Estados Unidos, que envían 23 mil millones de dólares al año a su natal México, no pasa de ser sólo «una preocupación» para Calderón.

Tal vez, sólo eso informe a la nación, su sentimiento de preocupación…

El año que entra se reunirá con Bush nuevamente. En tanto, los y las mexicanas en Estados Unidos viven en la incertidumbre y en el peligro, porque –dice la Secretaría de Relaciones Exteriores de México? este año se superó el record de connacionales muertos a manos de autoridades policiacas y migratorias de Estados Unidos.

07/LPB/GG/CV

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