Lograr que las policías y el personal de salud se unan para acabar con las diversas formas de violencia a las mujeres es la próxima batalla global en este tema, en la que se perfila con gran empuje la presencia masculina.
Ese es el panorama al concluir aquí la Conferencia Internacional «Erradicando la violencia hacia las mujeres y las niñas», organizada por la Agencia de Cooperación Técnica alemana (GTZ), el Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (Unifem) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), que reunió a un centenar de especialistas de 40 países.
Ahora que casi toda América Latina y el sur de Asia tienen leyes contra la violencia doméstica, es necesario garantizar que sirvan para combatir las agresiones a la población femenina, coincidieron las participantes.
Hacer de la violencia de género un asunto de derechos humanos y democracia permitirá que las agresiones más extendidas del planeta ganen en el terreno político, dijo Andrew Morrison, investigador del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) sobre los costos de la violencia.
Y esto es necesario porque, de acuerdo con la ministra de Asuntos de la Mujer y los Veteranos de Camboya, Mo Sochua, los asuntos de género están fuera de las agendas políticas de los gabinetes.
Al mismo tiempo, la concurrencia, en la que cerca de 20 por ciento eran varones, acordó la necesidad de que los hombres se asuman como actores en el combate a la violencia de género.
Lo anterior, advirtieron, no puede ir en detrimento de la adquisición de recursos e independencia económica de la población femenina.
No se puede olvidar las inequidades entre hombres y mujeres, recordó la ministra de Derechos Humanos en Burkina Fasso, Monique Ilboudo; «si un hombre es torturado, se llama violencia; si es una mujer, se trata de la cultura».
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