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Conserva derechos la organización sindical, OIT

Por Guadalupe Cruz Jaimes

En época de crisis económica el sindicalismo es la única forma de organización legítima para que se conserven los derechos laborales de una de las poblaciones que sufren mayor desventaja en este ámbito: las mujeres jóvenes no calificadas.

Para que se dé, se requiere que los sindicatos integren las demandas de las trabajadoras, aseguró a Cimacnoticias Anselmo García Pineda, consultor de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre sindicalismo en México, especialista en la negociación de Contratos Colectivos de Trabajo (CCT).

Y es que, en la jerarquización de las cláusulas del CCT las «demandas de género» como capacitación sindical, guarderías, licencia de maternidad y cuotas sindicales «quedan de la mitad para abajo, no llegan a la negociación de los CCT, porque no están en la discusión, no están en los cargos de quienes toman las decisiones», refirió García Pineda.

Ejemplo de ello es la participación sindical de las mujeres en organizaciones como el Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana (STRM) en el que, de 64 secretarías que tiene, las mujeres sólo ocupan 11, todas relacionadas con la administración, seguridad e higiene y equidad de género.

Un caso similar es el Sindicato de Trabajadores de la Universidad Autónoma de México (STUNAM), el cual cuenta con 30 mil afiliadas y afiliados, de los cuales 55 por ciento son mujeres; sin embargo, de las 19 carteras del Comité Ejecutivo sólo dos son las presiden mujeres: Organización administrativa y Acción para la Mujer.

El Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social (SNTSS) también da muestra de la escasa presencia de trabajadoras en la toma de decisiones de la vida sindical, pues de 18 carteras existentes, ellas ocupan: Acción femenil, Actas y acuerdos, y Cultura, recreación y turismo.

Esto se debe a que las mujeres no encuentran en sus sindicatos, ni por parte de las empresas, acciones positivas para poder conciliar la vida laboral con la sindical y el cuidado del hogar, explica el consultor de la OIT.

Las trabajadoras, a diferencia de los hombres, se ven obligadas a renunciar a una de las partes; «cuando una mujer quiere dedicarse a la vida sindical no tiene con quien dejar a sus hijos y quien cumpla con las tareas en casa; en cambio, un trabajador no se preocupa por eso y puede destinar toda la tarde después de su jornada de trabajo a la capacitación sindical».

Ante este panorama, en el entendido de que trabajadoras y trabajadores no parten del mismo punto, la «modernización» de las organizaciones sindicales requieren incluir acciones positivas que fomenten la participación de las mujeres y de este modo sus necesidades como la brecha salarial, sean contempladas.

Cabe mencionar que en México el 38 por ciento de las 16.2 millones de mujeres trabajadoras perciben en promedio 1.9 salarios mínimos al día, mientras los varones reciben 2.5, según el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres).

De acuerdo con el Consejo Nacional de Población (Conapo), en promedio, las mujeres dedican 13.6 años de su vida a la crianza, tiempo en que ellas dejan de laborar o no tienen oportunidad de conciliar el trabajo reproductivo con el productivo y la participación sindical.

En tanto, la desocupación entre la juventud entre 2006 y 2009 pasó de 904 mil a 1 millón 248 mil, la tasa de desocupación creció de 6.2 a 8.5 por ciento. Este fenómeno afectó más a las mujeres jóvenes, cuya tasa de desocupación en el primer trimestre de 2009 ascendió a 9.1 por ciento y la de los hombres se ubicó en 8.1 por ciento, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

A decir de Anselmo García, el superávit de discriminación y el déficit de participación sindical de las mujeres colocan a éstas en tiempos de crisis en una situación de mayor vulnerabilidad para ejercer sus derechos laborales y conservar su empleo.

De acuerdo el informe Tendencias Mundiales del Empleo de las Mujeres de la OIT para 2009, la tasa de desempleo mundial de las mujeres podría aumentar hasta 7.4 por ciento, comparada con 7 por ciento la de los hombres.

García Pineda concluye que el sindicalismo sigue siendo la única forma de organización legitimada para defender los derechos de las y los trabajadores, por lo que en tiempos de crisis debe replantearse para incluir las demandas y visiones de las mujeres jóvenes sin calificación en el trabajo, una de las poblaciones más afectadas.

09/GCJ/LG

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