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Continúan Madres y Abuelas el reclamo y la búsqueda

Por la Redacción

A 30 años del período más sangriento de la historia de Argentina, las mujeres continúan el reclamo y la búsqueda. Exigiendo por sus hijos y nietos, de la misma forma que piden por la Memoria y el no olvido, encarnan la lucha de sus descendientes. Y mientras tanto, como les cantó alguna vez León Gieco, «van pariendo mucha más vida de la que se truncó, y por siempre joven las miran la foto de ayer y hoy.»

Durante la dictadura militar de 1976 en Argentina, la tortura, el secuestro, el dolor y la desesperación unió la historia de muchas madres que buscaban a sus hijos con las de aquellas abuelas que buscaban nietos.

Estela Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, y Nora Cortiñas, titular de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, recuerdan los comienzos de sus movimientos y reivindican un futuro con memoria y justicia.

Yo tenía una vida sin violencia, nunca una marcha, y en la época de la dictadura, era pasiva, tranquila, conciliadora, nunca levantar la voz y discutir. Pero Laura me conocía más que yo misma porque dentro del campo de concentración le dijo a una compañera: «mi mamá, mientras viva, no les va a perdonar a los milicos lo que me están haciendo, y los va a perseguir siempre». Ni yo me imaginaba.

Pero por un hijo, por lo que le estaban haciendo o le hicieron, es que yo no puedo dejar de luchar». Estela Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo y referente mundial de los Derechos Humanos, se emociona al hablar de Laura, su hija secuestrada y asesinada por los militares en 1978, y de Guido, el bebé que Laura tuvo en cautiverio y que tiene la identidad negada hasta hoy, 28 años después de su nacimiento.

A través de una puerta interna de la casa de las Abuelas, los rostros de decenas de chiquitos en un cuadro miran a Carlotto relatar su vida y su búsqueda. Atentos e impacientes, esos jóvenes en algún lugar, lejos de las caricias de sus ascendientes, hoy tienen unos 20 años. Esa misma edad que tenían sus padres cuando fueron secuestrados durante la última dictadura.

A unas 10 cuadras, en la casa de las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, la palabra la tiene su presidenta Nora Cortiñas: «A los militares les digo hoy que tienen que pagar, que tienen que decir la verdad. Ir con los jueces y explicar qué han hecho con los detenidos desaparecidos. Tienen que asumir este crimen de lesa humanidad, y tienen que ir a la cárcel como corresponde.»

Desde otro cuadro, fotos en blanco y negro con los ojos fijos en cada concepto -esta vez los que vigilan son detenidos desaparecidos- atienden a esta luchadora. Cortiñas opta por un tono más combativo y político. Igualmente, por algunos momentos permite referirse a su hijo secuestrado en 1977 y jurarle que va a luchar hasta que no le queden más fuerzas. «Que Gustavo sepa que su madre no baja los brazos y que está orgullosa de él», señala conmovida.

«Conocí a las Madres cuando recién empezaban a ir a la Plaza de Mayo. Cuando yo fui había menos de 20. Juntas veíamos qué es lo que se podía hacer. El hecho de vernos, hablar y conocer de cada una el testimonio, nos ayudó a entender qué estaba pasando».

El relato de esta luchadora tiene una particularidad: como las demás madres, comparte la angustia con su marido, sin embargo aparece sola en la Plaza. «Los hombres no podían hacer lo que nosotras hacíamos frente a los militares. Los enfrentábamos, los insultábamos.

Las autoridades nos subestimaron por ser mujeres, decían que nos íbamos a cansar. Nosotras les pedimos a nuestros maridos que se quedaran, era peligroso. Ellos estaban tan angustiados como nosotras, pero no podían canalizarlo en lucha y exponerse como lo hacíamos las Madres», puntualiza.

Carlotto subscribe al análisis de Cortiñas, y agrega que la mayoría de los hombres se enfermaron y murieron «al no canalizar el dolor en una lucha con riesgos, iniciativas, marchas y una presencia vital y visible» como ellas hicieron. Prueba de ello es que la mayoría de las madres y abuelas son viudas.

Por otro lado, la presidenta de Abuelas extiende un poco más el análisis de por qué madres y abuelas y no padres y abuelos. «Yo le encuentro una explicación lógica y otra de corte más psicológico.

Dentro de la primera, las mujeres pudimos acomodar nuestros empleos, horarios y la cuestión doméstica de manera de disponer de todo el tiempo para la búsqueda. Algunas nos jubilamos, y los maridos e hijos estuvieron un poco más solos. Las tareas de la casa ya no fueron tan importantes y el hombre quedó a cargo del trabajo y el ingreso para mantener la familia –detalla.

Pero también la ciencia dice que el dolor de la pérdida de un hijo no se compara con ningún otro dolor. Es un dolor infinito, eterno, permanente. Una llaga que no se cierra. Perdimos parte de nuestro ser cuando nos secuestraron a nuestros hijos e hijas. Entonces la respuesta fue salir a luchar. Dejamos los miedos de lado y seguimos un sentimiento de mujer, de madre, algo natural.»

Buscando a los nietos

La lógica decantación en la movilización fue formando diferentes grupos entre los que se diferencian estas abuelas que buscan a sus nietos de las madres que buscan a sus hijos. «Hay algunas personas que rápidamente dicen ‘ustedes son las madres que, con el paso de los años, se hicieron abuelas’. No, somos madres y abuelas desde siempre, desde el primer día. Nuestra hija estaba embarazada, entonces buscábamos a la hija como madre, y al hijo de nuestra hija como abuelas.

El objetivo de la institución se centralizó, desde el 22 de octubre de 1977, en la búsqueda de los niños porque había que hacer otros caminos, no era lo mismo que buscar un adulto, explica Carlotto.

Para buscar a un adulto uno golpea la puerta de una comisaría, un regimiento, un juez, va al lugar trabajo. Pero para un bebé, la búsqueda es distinta. No íbamos a la comisaría, el chiquito no estaba preso, estaba en otro lugar sostiene.

Recibíamos denuncias que nos decían que en tal casa había un policía, la mujer nunca había estado embarazada y un día apareció y dijo este es mi hijito. Tratábamos de hablar con la mujer disimulando ser vendedoras, ver al niño.

Las madres de Azucena

Entre las madres la labor se mantuvo unida durante la dictadura. Sin embargo, por razones que exceden el incansable cometido de la búsqueda, en los comienzos de la democracia llegó la fractura.

En enero de 1986 se oficializa la separación de las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora de las Madres lideradas por Hebe Bonafini. Nora Cortiñas aparece como máximo referente de este nuevo subgrupo que promete volver a los valores de Azucena Villaflor, fundadora del movimiento.

A Cortiñas le produce mucho dolor recordar ese divorcio. Lamenta haber perdido el contacto con muchas compañeras de lucha y que se haya desviado el objetivo fundacional de la lucha. «Nosotras estamos para pedir por nuestros hijos y luchar por el país y el mundo que ellos querían: una sociedad con justicia social», enfatiza.

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