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Continúa polémica de Monólogos de la Vagina

Por la Redacción

Cuando la actriz Liliana Ross trajo a Chile la obra Monólogos de la vagina hace poco más de tres años, tuvo dificultad para encontrar un teatro que le permitiera montar una pieza con ese título, recuerda Loreto Valenzuela.

«Gente inteligente y muy progresista le pedían que le cambiara ese nombre de tan mal gusto, porque la palabra vagina les parecía un garabato, una grosería», dice.

Con la obra Debajo de las polleras, Loreto Valenzuela recuerda que su directora, no tuvo mayores problemas en ese sentido, pese a ser un título sugerente de los misterios femeninos que toda mujer oculta bajo su falda y que sí tienen relación con la vagina.

Basada en la obra del dramaturgo uruguayo Franklin Rodríguez, la comedia critica al llamado «sexo fuerte» y su forma de relacionarse con las mujeres, a través de la interpretación de tres mujeres que no encuentran al compañero ideal.

– ¿Qué hay «debajo de las polleras»?

– Loreto Valenzuela: La femeneidad, el deseo, el placer, lo misterioso. Por ahí entra y sale la vida. Por ahí sale la hija o el hijo. Es el centro de la mujer…

– ¿Difícil ser mujer en un mundo dominado por el poder fálico?

– L.V.: Ese es justamente el subtítulo de la obra: ¡Qué difícil ser mujer, carajo!…

– ¿Y qué pasa con el poder de la vagina?

– L.V.: Todavía estamos gobernados por el poder fálico, por supuesto, pero siento que de a poco eso está cambiando… Los hombres están dándose cuenta de que hay otra manera de acercarse a la realidad, hay otra sensibilidad, hay otra forma de mirar las cosas. Las mujeres somos seres humanos pensantes, inteligentes, con creatividad. El hecho de que tengamos hoy dos precandidatas a la Presidencia de la República en Chile era una cuestión impensable hace unos años! Se le está dando este espacio y eso es algo muy interesante.

– ¿Esos mayores espacios también se están dando en el plano sexual?

– L.V.: La mujer descubrió que tenía vagina, descubrió que tenía clítoris y que ahí había placer. Y lo más importante: que tiene derecho al placer. Antes, las señoras quedaban diciendo ¿Aló?, ¿Esto era? ¿Y para esto me guardé la vida entera? Como esas mujeres nunca tuvieron placer, empezaron a tener «jaqueca» cada vez que el marido quería sexo.

– ¿En su obra se puede oír la voz de la vagina planteando esa liberación?

– L.V.: Sí. Las mujeres se enojan porque ellas quieren ser liberadas, quieren lograrlo, pero no están preparadas para hacerlo, pero el impulso lo tienen. ¿De qué me sirve ser liberada económicamente si no me puedo dar el lujo de tener una simple e inocente aventura sexual? ¿Por qué será que no podemos tener sexo sin amor? Porque todavía no estamos ahí, pero quisiéramos ir y probablemente para allá vamos.

– Sin embargo, ¿todavía existe gran pudor de hablar de la vagina?

– L.V.: Se ha logrado hablar de las mamas y lo encuentro maravilloso. Antes, cuando yo era chica, no se podía… ¡Eera terrible, vergonzoso! Y ahora es algo tan natural. Pienso que con la obra Monólogos de la vagina y que dio tanto que hablar, se supo que existía y que era una cosa distinta a la vejiga.

Antes, la palabra «vagina» era casi una palabrota, un garabato. Yo tengo una hija de seis años y le hablo de su vagina. Las madres debemos tener claro cómo enfrentar estos temas con nuestras hijas desde pequeñas, y cómo se lo decimos, para que la niñita de tres o cinco años finalmente no tenga problemas con su sexualidad, y que pueda nombrar las partes de su cuerpo sin vergüenza y por su nombre, que pueda tocarse y mirarse con naturalidad. Porque de lo contrario, ¿cómo le cambiamos el switch a una mujer de 30 años, si aprendió desde que nació que eso era feo, malo y sucio?

– ¿Cómo es su relación con su propia vagina?

– L.V.: A mi me ha costado, debo reconocerlo. A pesar de que intelectualmente haya levantado muchas banderas, tengo el disco duro antiguo, y ahí tengo a la bella durmiente, a la blanca nieves, a la caperucita roja, a la cenicienta, a la sor Teresa, y todo el cuento de la virginidad. Pero me impuse casi como tarea superar eso. ¿Cómo percibo mi vagina?… No puedo separarla de mi corazón; la tengo muy junto conmigo. Pienso en mi vagina y pienso en mis amores, en los hombres que he amado.

2004/GV

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