El placer es un derecho al que las y los mexicanos han renunciado como consecuencia de la presión social y de la iglesia católica, coincidieron hoy feministas y mujeres políticas.
En la mesa redonda Derechos Sexuales y Ciudadanía, la feminista Marta Lamas aseguró que tanto hombres como mujeres, no tienen una identidad propia ya que son lo que la sociedad quiere que sean «todos respondemos a estereotipos marcados por la sociedad».
Todos los seres humanos nacemos bisexuales, no obstante, la heterosexualidad la determinan la cultura, la sociedad y la religión como la única preferencia sexual válida o natural, afirmó Lamas en el evento, en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
La también directora del Grupo de Información en Reproducción Elegida (Gire), agregó que esta es la razón por la cual las personas que deciden ejercer plenamente su placer -ya sea homosexuales o lesbianas- son condenados, perseguidos e incluso asesinados «porque es un deseo distinto al que la sociedad identifica como natural».
Sin embargo, agregó, la heterosexualidad tampoco es natural toda vez que los hombres violadores en su mayoría son heterosexuales.
En su turno, la candidata plurinominal del partido México Posible, María del Pilar Sánchez Rivera, señaló que el código de procedimientos de la jerarquía católica se basa en la prohibición y la abstinencia.
Sánchez Rivera aseguró que la sexualidad ha sido tratada erróneamente por la jerarquía católica toda ya que es una visión mojigata y santurrona, «todo es prohibición, se prohíbe el uso del condón, el divorcio y la maternidad voluntaria».
La ex integrante de Católicas por el Derecho a Decidir (CDD), afirmó «tener relaciones sexuales es como si oráramos y la iglesia católica tiene que aceptarlo».
Por su parte, la maestra en sicología, Delia Selene de Dios Vallejo, indicó que la sexualidad, aún entre homosexuales o lesbianas, es un acto humano y normal, que debe estar libre de sentimientos de culpa.
Las ponentes coincidieron en la necesidad de reconstruir nuestra sexualidad y apropiarnos de ella a fin de disfrutarla y no permitir que la iglesia y la cultura sigua negando el derecho al placer.
2003/MM/MEL
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