El uso de drogas por parte de las mujeres aumenta en el planeta, lo cual ha provocado que organismos internacionales adopten medidas especiales con orientación de género en lo que respecta a la prevención, el tratamiento y el cuidado de su salud reproductiva, consideró hoy la especialista internacional María Elena Molinar.
Al presentar el informe anual de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), la integrante del organismo de las Naciones Unidas expresó que la tendencia observada desde hace tiempo en México, donde es cada vez menor la brecha entre el consumo femenino y el masculino, se confirma en el mundo.
La directora de investigaciones epidemiológicas del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente (INPRF) dio a conocer hoy un informe internacional que sitúa a México como un país en la encrucijada, pues pasó de ser sólo un lugar de tránsito a uno de consumo.
En México, una mujer por cada 10 hombres consume drogas de diseño, como el éxtasis y el cristal, sobre todo jóvenes de las áreas urbanas, según el Consejo Nacional Contra las Adicciones (Conadic).
Durante la presentación, la secretaria de Asuntos Globales de la Chancillería, Patricia Olamendi, señaló que la mayor oferta de drogas en México tiene impactos negativos en los sistemas penitenciario, judicial, educativo y familiar, al tiempo que expusó un rechazo generalizado de la comunidad internacional a la despenalización de las drogas.
Ante ese panorama, el director de Asuntos Internacional de la Procuraduría General de la República (PGR), Alejandro Ramos, mencionó que el combate al narcomenudeo es uno de los principales enfoques de su institución.
El informe detalla que «contando con la cooperación decidida de Estados Unidos, en particular en cuestiones de extradición, México intensificó la represión de las organizaciones de narcotraficantes y detuvo a un gran número de importantes traficantes».
México sigue siendo el principal camino de la cocaína hacia Estados Unidos, en tanto que en las naciones de América Central «subsiste la posibilidad de que el tráfico de drogas y la delincuencia conexa socaven el desarrollo político, social y económico, en particular de las pequeñas islas del Caribe», agrega el documento.
Mientras Afganistán y Myanmar (Birmania) son los principales productores de opio, el cultivo de cannabis en algunas regiones de Sudán en Africa, disminuyen el cultivo de alimentos.
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