Inicio Creo en la revolución de las ideas, no en la violencia: Gabriela

Creo en la revolución de las ideas, no en la violencia: Gabriela

Por Socorro Chablé/corresponsal

A sus 22 años, Gabriela Guzmán Muñoz ha participado en un sin fin de marchas, lo mismo apoya a trabajadores del IMSS, que a taxistas, obreros y campesinos, incluso lo ha hecho en defensa de los derechos de policías.

Motivada por sus ideas se trasladó de Jalapa a la ciudad de Mérida para unirse a las manifestaciones de repudio por la presencia de George Bush en Yucatán.

«Nunca falta la persona que dice que no tenemos nada qué hacer o que estamos obstruyendo la vialidad. Yo creo que a esas personas les falta tener conciencia de que somos una sociedad y que cada sector que es afectado va a afectar directa o indirectamente a los demás».

«Cuando marchan los del IMSS nunca se piensa que lo que ellos exigen también beneficiaría al resto de la población, si no se cuenta con instalaciones adecuadas y si no se les paga bien eso nos afecta a los demás, entonces estamos obligados a apoyarlos. Cuando marchan los campesinos tampoco pensamos que mucho de lo que comemos es gracias a ellos, que comemos tortillas gracias a su trabajo, por eso me cuesta trabajo entender que la gente critique a quienes sí marchamos y protestamos porque no lo hacemos para beneficio de nosotros, lo hacemos por el beneficio de toda la sociedad».

La noche del 13 de marzo pasado, Gabriela fue detenida junto con más de cuarenta jóvenes que integraban una marcha de repudio por la visita de George Bush a la entidad.

Detención arbitraria y violenta de 48 personas en un operativo con características de redada que invalida la flagrancia. Discriminación, tortura y otros tratos crueles, retención ilegal, incomunicación, violaciones a debido proceso, al derecho a contar con jueces imparciales y al derecho a la presunción de inocencia, son algunos de los agravios que documentó el grupo Indignación y que se presentan como apartados a lo largo de su informe.

LOS HECHOS

La marcha que se había originado la tarde del martes 13 de marzo en el Paseo de Montejo había llegado por la noche a la altura del Palacio Municipal. Ante el asombro de quienes protestaban pacíficamente, un grupo de jóvenes no identificado se desprendió del contingente y se dirigió a las puertas del edificio. Después de forcejear con los guardias del ayuntamiento meridano, patearon puertas y rompieron cristales para después salir huyendo.

Ante la comisión de un ilícito, la autoridad tiene facultad para intervenir y obligación de hacerlo. Sin embargo, en su intervención, el martes 13 de marzo, las autoridades y elementos policíacos incurrieron en actos ilegales y cometieron violaciones a los derechos humanos, denunció el grupo Indignación.

«Muchos detenidos no tuvimos nada que ver con los hechos que nos adjudican», señala Gabriela, «había gente que solo iba pasando cerca de la marcha o gente que estaba vendiendo en la plaza grande y la detuvieron. Es obvio que en la marcha había gente infiltrada, la mayoría de los que participaron en los destrozos del Palacio Municipal no fueron detenidos, eso resulta sospechoso.

«También fue evidente el exceso de violencia de los policías en contra de los detenidos. A mí me tocó ver cómo a un pobre muchacho se le fueron encima como 10 hombres y lo golpearon muy fuerte, también a una amiga que habían confundido con un hombre porque tiene el cabello corto la golpearon mucho.

«A los jóvenes nos siguen discriminando por nuestra forma de vestir, de hablar, de expresarnos, pero yo no pienso cambiar, me seguiré inconformando a través de mi música y de mi vestimenta, porque a través de eso estoy expresando mi anhelo por un mundo mejor, en este momento y más estando en Mérida estoy muy vulnerable y tendré que cuidarme mucho, pero eso no significa que yo renuncie a mis ideales».

Queriendo contener las lágrimas sin lograrlo y con la voz quebrada, Gabriela hace una pausa, toma aire y continúa su relato:

«Quiero ser mamá y no quiero que mis hijos nazcan en un mundo injusto, me asusta que ellos crezcan en un mundo desigual. Estamos a tiempo de replantearnos una preocupación por nuestra comunidad haciendo a un lado individualismos y vanidades absurdas, no podemos ser indiferentes ante los demás.

«Yo creo en la revolución a partir de las ideas y de la conciencia, no le apuesto a la violencia, por eso me manifiesto pacíficamente y es absurdo que me hayan encarcelado por lo contrario».

Sara Gabriela Guzmán Muñoz, quien fuera estudiante de antropología antes de optar por dedicarse a la música, relata que cuando era niña acompañaba a su mamá a las manifestaciones de protesta en contra de Laguna Verde en su tierra natal. Tuvo la fortuna, dice, de haber estudiado en una primaria que le inculcó el respeto por la tierra, las plantas y los animales, pero sobre todo le inculcaron los valores comunitarios.

«Creo que mis años en la primaria me hicieron tener mucha conciencia sobre mi entorno, mi paso por la carrera de antropología también fue fundamental, ahí me enseñaron a ser muy crítica y aunque no terminé mis estudios universitarios aprendí mucho.

«Vengo de una familia de músicos, mi mamá canta ópera y en general tengo una gran influencia de la música, mi papá es muy afecto a la música clásica y también ha hecho teatro, yo escogí cantar como una forma de expresar mis ideas.

«Me he encontrado con muchas mujeres que creo anhelarían ser diferentes y no pueden porque no se atreven a romper con la influencia de muchos años de una educación tradicionalista, por eso creo que no nos ven con buenos ojos a quienes sí nos atrevemos a ser diferentes».

DETENIDAS

Gabriela habla sobre las mujeres detenidas, «la mayoría de nosotras somos muy jóvenes, la más grande tiene 23 años y la mas chica es una menor de edad a la que golpearon mucho, Ella no ha salido porque su mamá no quiere sacarla. a pesar de que ya le fijaron fianza; es la única menor de edad».

«Todos estamos muy preocupados porque ni siquiera tenemos acceso a visitarla, nadie la ha podido ver y no sabemos cÓmo esta, incluso no podemos creer que su propia madre no quiera ayudarla y eso nos tiene muy enojados. De las 9 mujeres detenidas, algunas salieron por falta de pruebas o porque alcanzamos fianza, la primera en salir es la hija de un militar y otras aún siguen recluidas.

«Cuando nos interrogaron nos hicieron preguntas que no venían al caso en relación a nuestra detención, nos preguntaban: ¿por qué marchas? ¿Qué piensas de Bush? ¿Por qué dices que es un genocida? ¿Qué piensas de Calderón?, en fin cosas como así. Nunca nos presentaron pruebas de los hechos por los que nos acusan. En mi caso, las acusaciones sólo se basan en testimonios de policías. Si comparas el testimonio de ellos con el mío respecto a mi detención no coincide en nada, es obvio que son testimonios inventados, pero es su palabra contra la mía.

«En relación a nuestras declaraciones nos han puesto lo que ellos deciden y no lo que decimos, en los exámenes médicos y revisiones después de la detención tampoco pusieron todo, si teníamos ocho golpes, nos ponían menos».

LAS TRAMPAS

A casi un mes de haber estado recluida en el Cereso de Mérida, Gabriela pudo salir después de pagar una fianza de $37 mil 100 pesos. Con el valor y la determinación que la caracterizan, decide compartir sus experiencias y reflexiones al interior del penal.

«Creo que los jóvenes debemos aprender y cuidar mucho nuestra forma de manifestarnos, porque ésta fue una lección de cómo nos tienden trampas. Nunca me imaginé que había gente infiltrada y luego supe de gente que yo creí que era de confianza en realidad eran espías. Ya todo estaba muy bien planeado. Me imagino que si escogieron Mérida para la visita de Bush era porque se considera una ciudad tranquila donde se creía que la gente no protesta, entonces al haber protestas había que darle una lección a la gente para que sepan lo que les pasa si lo hacen, por eso creo que todo lo planeó el gobierno, para dar un escarmiento y que la gente tenga miedo y no lo vuelva a hacer.

«Fue muy triste ver que en la cárcel las cosas son igual que afuera, la gente que tiene dinero tiene todo, la gente que es pobre no tiene nada, ni siquiera sabe nada de su caso, hasta en la cárcel hay diferencia de clases, pero esto solo reafirmó mis convicciones.

«Conviví con muchas mujeres y me interesé en sus casos, muchas de ellas estaban presas por defender a sus maridos, otras hasta por aborto natural, como una que me contó que se sintió mal, se desmayó y cuando despertó su hijo que había nacido ya estaba muerto y creyendo que ella lo mató la encarcelaron. Creo que hay mucha gente inocente ahí pero a nadie le importa. Entendí que una puede hacer muchas cosas y ayudar a despertar la conciencia de la gente, estando ahí recapacité mucho sobre los conceptos de libertad, de ideal, mi concepto de esperanza y de dignidad. Hay muchas injusticias por las que hay que seguir luchando, entendí que la libertad está en la mente porque mientras estuve ahí no paraba de cantar y de escribir, las rejas no me impidieron hacerlo».

DISCRIMINACIÓN EN EL PENAL

«Me di cuenta que hay una gran discriminación entre los módulos de hombres y el de las mujeres. Ellos tienen muchos más talleres, tienen talleres de carpintería, pintura, dibujo, de hamacas, tienen una alberca, ellos pueden poner sus hamacas en el jardín y acostarse, nosotras no podemos hacerlo.

«En el modulo de mujeres solo existe el taller de manualidades donde se hacen muñecos y hay que seguir los patrones que ya están hechos con figuras de Bob Esponja y de Barbie Las otras manualidades son para hacer cuadros con lentejuelas. Si quieres entrar al taller de pintura no te dejan, porque dicen que ya tienen un mes de haber comenzado, aunque solo tengan a cuatro personas. Finalmente al único que pudimos entrar fue el taller de literatura, donde compartimos nuestros escritos con las otras internas.

«En el caso del taller de hamacas, a las mujeres solo nos dejan hacer el cuerpo, no nos enseñan los acabados. Así que cuando ya hicimos el cuerpo de la hamaca hay que pagarle a los hombres para que hagan el acabado y ya luego nos las regresan terminada para que las podamos vender. Hay una tienda en el penal donde ellos las exhiben y si se venden se quedan con una parte y a las internas les dan la otra parte, no nos dicen que porcentaje.

«El área de los hombres tiene cafeterías en cada módulo y tienen más variedad de comida y en el área de mujeres solo hay una tiendita afuera y la comida te la dan aparte sin la variedad de los hombres.

A las mujeres nos meten a nuestros módulos a las 19:00 horas, que con el cambio de horario todavía es de día y a ellos los meten a las 12:00 horas.

«Yo propuse la idea de crear una biblioteca y me ofrecí para organizarla, incluso mi mamá trajo 150 libros desde Jalapa para donarlos, pero el director quería que lo hiciéramos solo en nuestro modulo, nosotras nos opusimos porque queríamos una biblioteca para todas. Pareciera que la idea es que nadie lea, que nadie aprenda, ¿entonces de que readaptación están hablando?».

Gabriela no abandona a sus compañeros aún encarcelados, los visita para animarlos y les escribe cartas. Nos comparte un fragmento de una:

«? Después de cruzar reja tras reja, lidiando con ratas rabiosas, llego al lugar de mis amigos y hermanos, un lugar triste y gris en donde apenas y puedes ver el cielo, donde no entra el rayo de sol en su totalidad, su mirada es igualmente atada a ese suelo frío y sucio, a esa realidad. Entro a la ratonera donde comen, duermen, sueñan codo a codo, compartiendo el poco aire fresco y liberado que los visita trayendo los mensajes de esperanza. Indiferencia y desesperación predominan al interior de la jaula, ya no se sabe que decir o que pensar, todos enfocados en la injusticia y la mentira que los mantiene atados de pies y manos pretendiendo inútilmente despojarlos de sus ideales, sin saber que afuera existen miles de voces pregonando sus pensamientos. Somos una red universal que lucha por construir un planeta en equilibrio, reivindicar al ser humano en la justicia, igualdad, dignidad y libertad. Donde cada quien ponga su grano de arena y así juntar la arena con el mar construyendo lazos eternos, lazos de vida, no se puede callar la verdad, no se puede robar la esperanza y mucho menos perder el sentimiento de lucha por el cual seguimos de pie».

OTRA PROTESTA

La entrevista concluye y Gabriela me pide acompañarla a unirse a la marcha de protesta donde su mamá es oradora. A las puertas del Palacio de Gobierno estaban quienes no cesan en denunciar los hechos, familias de los detenidos, amigos solidarios, representantes de «Indignación» y luchadores sociales como Mauricio Macosay y Pedro Echeverría, entre otros que han acompañado a los jóvenes desde su detención.

Gabriela Muñoz, mamá de Gaby, estaba al micrófono. Un equipo de sonido sobrepuesto a una vieja camioneta era suficiente para que las palabras de ella hicieran eco en las calles.

Esta vez no alzó la voz para cantar ópera, lo hizo para repudiar el arbitrario encarcelamiento de su hija y de los otros jóvenes:

«? El himno nacional, señor Patricio, por si acaso usted no lo conoce, dice: Mas si osare un extraño enemigo profanar con su planta su suelo, piensa patria querida que el cielo, un soldado en cada hijo te dio?

«Esos eran nuestros hijos, señor, eso eran nuestros jóvenes, soldados defendiendo el territorio nacional, mientras ustedes lo estaban entregando a Bush, cuando aviones norteamericanos sobrevolaron el territorio nacional. Debería darles vergüenza tratar como vándalos a los verdaderos mexicanos que son capaces de defender su tierra, su patria.

«? la libertad es nuestro derecho, yo tengo 25 años trabajando en la universidad veracruzana, por eso no entiendo cuando pasa la gente gritando flojos vayan a trabajar, yo estoy aquí luchando por los derechos de mi hija, por mis derechos, pero también por los de ustedes?

«Estas son las ideas que los gobiernos encarcelan.»

07/RCH/GG

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