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Cuando fallan derechos humanos de un país, queda la esperanza

Por Lucrecia Maldonado

Linabel Sarlat y Elvira Villescas abandonaron 23 años de vida religiosa en una congregación para instalarse en la colonia Anapra, al oeste de Ciudad Juárez, Chihuahua, un terreno de arena, colinas y valles donde era depositada la basura y ahora es hogar de unos 20 mil habitantes.

Al recibir el premio de Desarrollo Social «Joaquín Murrieta», las fundadoras del Centro Las Hormigas, Comunidad en Desarrollo A.C. con sede en Anapra hicieron patente su labor social y compromiso en la defensa de los derechos humanos de las mujeres.

En la fundación Joaquín Murrieta, Linabel Sarlat, dijo luego de recibir el galardón, que cuando han fallado todos los derechos humanos en un país, queda la esperanza.

«La misma esperanza que tenemos las integrantes de las Hormigas para que se aclaren los abusos, agresiones y amenazas cometidos por los transportistas de la ruta 10 que opera en Anapra el pasado mes de septiembre, en contra de las mujeres que participan en el proyecto comunitario «vecinas ayudando a vecinas».

Denunció la intolerancia de los hombres, el profundo desprecio que sienten por las mujeres, y la ira ante la competencia en el negocio de transportar pasajeros de un lado a otro.

Y es que, un grupo de mujeres hartas de los abusos en los camiones, los manoseos y la falta de respeto de todo tipo, tuvo la idea de dar un servicio de transporte para las mujeres de la localidad. Proyecto impulsado por «Las Hormigas» que consiste en recoger en sus domicilios a las mujeres de la colonia para llevarlas a comprar sus alimentos y regresarlas a sus casas en una camioneta que les regaló el Colegio de la Frontera Norte.

Linabel Sarlat dijo a Cimacnoticias que muchas son las mujeres que tienen miedo, «pero un miedo que no nos va hacer perder la paciencia, ni la entereza. Estamos dispuestas a sortear todas las desavenencias, trabajamos como las hormigas, esos diminutos seres que son todo un ejemplo de tesón, constancia, falta de pereza y fatiga, por transformar la realidad y crear una sociedad distinta, más sana, equitativa, justa y solidaria» .

Ciudad Juárez es una de las ciudades más peligrosas y violentas de México, dice Sarlat un escenario donde proliferan grupos de narcotraficantes, pandillas, drogadicción, prostitución, homicidios, espacio fronterizo, marginación, corrupción, falta de educación, ausencia de solidaridad, oídos sordos de autoridades, explotación laboral, violencia sexual y opresión de una clase a otra.

Y si a todo ello se suma un crecimiento desordenado, la falta de servicios públicos y la proliferación de asentamientos irregulares, resulta lógico que se genere un caldo de cultivo idóneo para el surgimiento de una violencia endémica, que hace víctimas a los grupos más indefensos, sobre todo a las mujeres pobres, al tiempo que se convierte en el laboratorio de un modelo de globalización incesante.

Las Hormigas es un proyecto que «promueve e impulsa la organización comunitaria autogestiva de mujeres para que logren su autonomía económica y crezcan en solidadridad entre ellas mediante la reflexión, la toma de decisiones participativa y un trabajo en economía solidaria».

«Sabíamos que nada se nos iba a dar fácil, pero estábamos dispuestas al desafío eso era lo que queríamos, el contacto diario con las vecinas nos abrió las puertas para adentrarnos poco a poco en la realidad de Anapra. Al comienzo tuvimos la oportunidad de trabajar unos meses con un grupo de jóvenes pero luego, cuando el proyecto terminó salimos a buscar trabajo a través del periódico».

«Experimentar esa inseguridad me gratificaba, me hacía feliz poder sentir lo que sienten los que están a mi lado, en Napra se vive la pobreza extrema, donde la necesidad de miles de familias por tener un espacio donde vivir les ha llevado a construir sus casas con desechos de cartón y madera entre cerros áridos. No hay agua ni drenaje. Es como estar en un campo de concentración. No tienen nada.»

Unos misioneros australianos, en el año 2002 les ayudaron a alquilar un local e instalar el Centro Las Hormigas y así fue como comenzaron a brindar los primeros apoyos terapéuticos a las mujeres, hoy acuden al servicio unas cincuenta. «Los problemas mas acuciantes están relacionados con la violencia intrafamiliar, sexual y de abuso; miedos, inseguridades y falta de autoestima».

Asegura que el en poco tiempo que lleva el Centro, los logros son muchos. » Las mujeres además del proyecto Vecinas ayudando a Vecinas, se han incorporado en otros proyectos como Cocina Económica y «Tengo derecho a una nueva oportunidad», un taller para niñas y niños que tienen dificultades en el aprendizaje.

Sin embargo, asegura Linabel, «todavía nos queda mucho por hacer, pero poco a poco y lentamente como las hormigas iremos abriendo bajo la tierra y construyendo una sociedad distinta, mas sana , mas justa , mas equitativa».

A sus de 47 años de edad se siente orgullosa de su trabajo, agradece haber pertenecido a la congregación de las teresianas «porque me sirvió de puente para hacer lo que soñé a mis 20 años, somos los que hacemos».

Y desde este nuevo equilibrio y armonía que ha ido encontrando desde que abandonó los hábitos hoy puede decir que «las estructuras eclesiásticas son retrógradas, no responden a la realidad; la iglesia controla y tiene el poder y debería retomar el camino de la sencillez para estar junto a la gente».

2004/LM/LR

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