Inicio Cubanas conocen métodos anticonceptivos pero los usan poco

Cubanas conocen métodos anticonceptivos pero los usan poco

Por Dixie Edith

Altos índices de embarazo temprano, sobre todo en la zona oriental de Cuba; inicio precoz de las relaciones sexuales y poco o ningún uso de anticonceptivos “la primera vez” son características de la población adolescente de este país que preocupan a especialistas.
 
Al cierre de 2015, la tasa de fecundidad adolescente en la isla era de 52.5 nacimientos por cada mil mujeres de entre 15 y 19 años, según datos del Anuario Estadístico de Salud publicado en 2016 por el Ministerio de Salud Pública (Minsap).
 
Unida a esa cifra, alarma también la elevada tasa de aborto inducido. “Alrededor de 40 por cada mil mujeres entre 10 y 20 años se realiza un aborto anualmente en el país”, precisó el doctor Roberto Álvarez Fumero, director del Programa de Atención Materno Infantil del Minsap, durante un panel convocado con motivo del Día Mundial de la Población, el pasado 11 de julio.
 
El experto precisó, además, que 17 por ciento de las captaciones de embarazo que se realizan -y 14 por ciento de los nacimientos- ocurren en menores de 20 años.
 
“Cuando usted resume estos cuatro indicadores, comprueba que el riesgo sobre la salud sexual y reproductiva y sobre el desarrollo de esta generación de jóvenes es muy alto”, reflexionó Álvarez Fumero durante el encuentro convocado por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) y el Centro de Estudios sobre la Juventud.
 
Otro elemento se suma a este análisis: aún cuando alrededor de 76 por ciento de la población cubana entre 10 y 19 años vive en zonas urbanas, es en las zonas rurales -y especialmente en las cinco provincias orientales- donde la fecundidad adolescente es más alta, precisó la psicóloga Daylin Rodríguez Javiqué, máster en ciencias e investigadora del Centro de Estudios Demográficos (Cedem), de la Universidad de La Habana.
 
Sin embargo, esa diferencia de comportamientos entre las zonas urbana y rural del país “se acorta de un año para otro, en el caso de las jóvenes menores de 15, por un aumento de la tasa en la zona urbana”, advirtió Rodríguez Javiqué, también panelista en el citado encuentro.
 
La fecundidad en Cuba tiene indicadores similares a los de países desarrollados, pero no sucede igual cuando el análisis se focaliza en la población adolescente.
 
En este caso, el comportamiento se alinea con el de “las regiones menos desarrolladas”, que tienen un promedio de 54 nacimientos por cada mil mujeres en esas edades, según el Informe “Estado de la Población Mundial” publicado en 2014 por el UNFPA.
 
Anticoncepción en primera persona
 
En contraste con esta situación, Dayneris Lago y Anayanci Martínez, dos estudiantes de secundaria básica de la capital cubana, aseguraron a este servicio “que todavía no están en edad de usar anticonceptivos”.
 
“Yo he tenido novios, pero no los puedo llevar a mi casa, ni me dejan salir hasta tarde por las noches, así que no voy a necesitar anticonceptivos. ¿Para usarlos cuándo?”, preguntó a SEMlac, entre risas pícaras, Martínez, de 13 años, residente en el municipio de Boyeros, en las afueras de La Habana.
 
“Además, si le pregunto a mi mamá por anticonceptivos, me mata”, precisó.
 
Ante la interrogante de cuáles métodos de protección usarían si un día los necesitan y si sabían dónde encontrarlos, risas y silencio fueron las primeras respuestas de las jóvenes a SEMlac.
 
Minutos y varios intercambios de miradas después, Lago contestó. “Usaríamos los preservativos, supongo, porque están en las farmacias y no tenemos que ir con los padres para comprarlos”.
 
Con 14 años y vecina del municipio de Centro Habana, Lago también confirmó que “nunca ha hablado con su mamá de anticonceptivos”.
 
“La mamá de una muchacha de la escuela la llevó a ponerse una T (T de cobre, un dispositivo intrauterino) y mi mamá se enteró por una profesora. Se pasó una semana diciendo '¡qué barbaridad!'. ¿Te imaginas si yo le pregunto por anticonceptivos?”, detalló a SEMlac.
 
Cubanos y cubanas entre 15 y 54 años “tienen un conocimiento universal de al menos un método anticonceptivo, independientemente de su sexo, lugar de residencia, nivel escolar, edad y cualquier otra característica” según la Encuesta Nacional de Fecundidad desarrollada en 2009 por el Centro de Estudios de Población y Desarrollo (Cepde), de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (Onei).
 
Pero, según datos del Minsap, más del 30 por ciento de la población entre 10 y 19 años no refiere usar método anticonceptivo, poco menos del 30 por ciento utiliza el condón identificado por Lago como primera opción y solo cuatro por ciento declara usar algún otro método anticonceptivo, precisó Rodríguez Javiqué durante el panel por el 11 de Julio.
 
“Esto quiere decir, además, que hay cerca de un 70 por ciento de la población adolescente que, si bien está usando algún método anticonceptivo, no está previniendo las infecciones de transmisión sexual”, agregó a SEMlac.
 
“Algunas investigaciones han demostrado que, incluso usando algún método, los embarazos no deseados son atribuidos a una falla de éste. En la mayoría de los casos, tienen que ver con un uso discontinuo o con un mal uso”, precisó.
 
Según Rodríguez Javiqué, ese “mal uso”, generalmente, es fruto de un proceso poco estructurado, donde inciden los mandatos tradicionales de qué es ser hombre o mujer y en el cual tienen mucho peso las presiones externas de la pareja sexual, la familia o el grupo de amigos.
 
Con ella coincide la doctora Grisell Rodríguez Gómez, también psicóloga y subdirectora del Cedem: “En Cuba hay un uso elevado de la anticoncepción, pero está basado en un conocimiento formal, lo cual ocasiona que ese empleo sea inadecuado y discontinuo”, dijo a SEMlac.
 
Para esta especialista, resulta imprescindible ampliar el uso de anticonceptivos a métodos modernos y promover la constancia en su empleo.
 
En ello coincidió el doctor Álvarez Fumero, quien señaló su preocupación por la baja percepción de riesgo que las poblaciones adolescentes manifiestan en relación con su salud, en sentido general.
 
“Investigaciones del Centro de Estudios de la Juventud han demostrado que en la adolescencia los cuidados de la salud están en la quinta prioridad, a pesar de que hemos avanzado un poquito en los últimos 4 o 5 años. Antes, llegaron a estar en la octava prioridad”, precisó durante el panel.
 
Para Rodríguez Javiqué, dos prioridades se perfilan. Por una parte, falta investigación más específica: “debe ser generada mayor información en términos cuantitativos y cualitativos, que permita realizar análisis más completos y con un mayor rigor científico”, precisó la estudiosa del Cedem.
 
Su opinión no es aislada. “La generación de datos actualizados y de indicadores que visibilicen a las adolescentes es un gran desafío, sobre todo aquellas que están por debajo de los 15 años y que muchas veces quedan fuera de las estadísticas”, apuntó al oficial diario Granma el pasado 10 de julio Marisol Alfonso de Armas, oficial nacional de programa del UNFPA en Cuba.
 
Por otro lado, Rodríguez Javiqué considera que urgen nuevas y más efectivas estrategias de comunicación dirigidas a las poblaciones adolescentes.
 
La opinión tiene consensos múltiples. Para la doctora Teresa Viera, directora del Centro de Estudios de la Juventud, resulta imprescindible que estas estrategias sean integrales y estén dirigidas a lograr también cambios culturales, no solo en los comportamientos vinculados con la sexualidad.
 
“O sea, buscar transformaciones en la manera en que percibimos nuestras responsabilidades hacia el interior de la familia y hacia el interior de la sociedad para favorecer la condición que nuestras adolescentes puedan ir adquiriendo en el escenario profesional, en el laboral y en su inserción social general”, insistió Viera.
 
16/DE/LGL

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