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De bordadora a Comandanta

Por Guadalupe Vallejo

Poco después del levantamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) se supo que entre los guerrilleros había mujeres indígenas. La primera vez que los líderes zapatistas aparecieron ante la prensa internacional había una mujer entre ellos: la comandanta Ramona, quien antes de unirse al movimiento trabajaba como bordadora.

Durante más de una década con el EZLN, la indígena tzotzil originaria del pueblo de San Andrés, se ganó no sólo la admiración de las mujeres zapatistas, sino de los varones del EZLN.

Muchos la recuerdan con un rifle colgado al hombro, usando pasamontañas con su tradicional vestimenta de los Altos de Chiapas.

Era comandanta del Ejército Zapatista de Liberación Nacional y miembro del Comité Indígena Revolucionario Clandestino; tiene, por tanto, un rango superior al del subcomandante Marcos y los zapatistas le tienen gran respeto.

Durante las pláticas de paz de principios de 1994 siempre apareció ante la prensa al lado del mediador, Samuel Ruiz, en ese entonces obispo de San Cristóbal de las Casas. Tiempo después se decía que Ramona estaba enferma, quizás de cáncer; hubo rumores a fines de 1994 de que se había muerto.

En febrero de 1995 los zapatistas distribuyeron un video de Ramona, mostrando una figura borrosa con pasamontañas detrás de una mesa, diciendo: «Estoy enferma y quizás muera pronto», añadiendo que muchos indígenas chiapanecos sufren de desnutrición y enfermedades.

En su mensaje exhortaba a las mujeres mexicanas a organizarse: «no se puede construir un México libre y justo con los brazos cruzados». En la grabación se escucha que su voz se quiebra al hablar, imprimiendo un matiz de intimidad, como si hablara con gran emoción refrenada; a pesar de la distorsión causada por la mala calidad del video, su voz hablando un español con fuerte acento tzotzil era extraordinariamente conmovedora.

Para los chiapanecos Ramona es mucho más que una comandanta zapatista; se ha vuelto una leyenda investida con poderes casi míticos. Los campesinos indígenas, quejándose de los abusos de los gobernantes locales, dirían: «Nomás espérense a que venga la comandante Ramona y van a ver.»

GVM/LHL

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