Diversos estudios realizados en Estados Unidos señalan que todas las toallas sanitarias y tampones contienen un químico potencialmente cancerígeno y asociado a la endometriosis, la disfunción de los ovarios y la esterilidad: la dioxina.
El contenido de este químico en las toallas sanitarias y tampones es doblemente riesgoso para las mujeres, ya que además de ser productos de contacto directo con la vagina, que durante el periodo de menstruación es la parte más porosa y absorbente del cuerpo, dicho contacto es repetido a lo largo de varios años. En promedio, se estima que una mujer utiliza 10 mil tampones o toallas femeninas a lo largo de su vida.
De acuerdo con estos estudios, las industrias fabricantes de productos menstruales utilizan la dioxina, químico que sirve para blanquear, porque están convencidos de que las mujeres necesitamos productos blancos, color que hacen aparecer como sinónimo de limpieza.
En septiembre pasado, la Agencia de la Protección del Ambiente (EPA) de Estados Unidos, informó que no hay ningún nivel aceptable de exposición a la dioxina, dado que su efecto es acumulativo pues se adhiere a los tejidos grasos del cuerpo y nunca es eliminada.
No obstante, hoy en día no existe ninguna ley que obligue a las compañías a listar los componentes de esos artículos, por lo que sin ningún problema se pueden omitir pruebas básicas para establecer la calidad y los riesgos derivados de su uso.
Es por ello que el gobierno debe legislar en esta materia, para obligar a las empresas a elaborar piezas de calidad y sin riesgos para las mujeres. Las y los ciudadanos, por nuestra parte, debemos pugnar por que dicha legislación se lleve a cabo lo más pronto posible.
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