Numerosos críticos documentaron durante el sexenio que está próximo a concluir, el enorme poder de facto que concentró la llamada primera dama, en el uso de recursos públicos para fines privados, el nepotismo y tráfico de influencias que se tejió y ejercitó a su alrededor y el de su familia.
Llamó mucho la atención la insolencia de la presidenta de la Fundación Vamos México y de su selecto personal que cobró en la nómina de Presidencia como lo documentó Jorge Meléndez Preciado en La Crisis.
Marta y Vicente, actuaron como «una pareja que compartimos decisiones (…) Somos una pareja presidencial». Lo que en su momento se percibió como uno de los tantos dislates de Vicente Fox , después fue corregido y aumentado: las decisiones no sólo las compartió con su cónyuge, también con el gabinete, el Congreso de la Unión y el pueblo de México. En ese orden.
Sobre advertencia no hubo engaño. El estilo conyugal de gobernar recibió este sexenio múltiples críticas en todos los niveles de la sociedad que reclamaron que la titularidad del Poder Ejecutivo se deposita en la persona que resulta electa en el proceso electoral y su esposa u esposo, es solamente eso.
El caso de la Fundación Vamos México.
Las denuncias fueron y vinieron, se ocultaron los manejos financieros irregulares, institucionales y políticos de la Fundación Vamos México. Sin embargo, este asunto se colocó en la opinión pública como un manejo escandaloso de recursos públicos y privados.
Basta recordar que en la auditoría demandada por los partidos de oposición en el 2002, se desprendió que el 60 por ciento de los recursos que recibió la Fundación Vamos México se destinaron para gasto administrativo y que el gasto altruista sólo fue del 40 por ciento, además de que utilizó recursos del gobierno federal.
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