Inicio Denuncias indígenas marcaron trabajos de III Sesión de ONU

Denuncias indígenas marcaron trabajos de III Sesión de ONU

Por Miriam Ruiz

En el siglo pasado, ninguna persona indígena podía participar en la ONU. Ese panorama cambio hace dos semanas cuando se reunieron en la sede de Nueva York, mil 500 mujeres y hombres de medio millar de pueblos para hablar por primera vez de la discriminación de que es objeto la población femenina indígena, oprimidas dentro y fuera de las comunidades.

Alto al genocidio y la violencia indígena a través de la esterilización forzada, y la falta de acceso a los servicios de salud fue el llamado final a los gobiernos y la comunidad internacional, de acuerdo al reporte emanado de la Tercera Sesión del Foro Permanente Indígena de la ONU, tras una discusión del 10 al 21 de mayo.

El presidente del Foro Ole Henrik Magga, al dar a conocer los acuerdos destacó como un logro el llamado a las y los relatores especiales de la ONU, incluyendo al de pueblos indígenas –el mexicano Rodolfo Stavenhagen—, y a la nueva relatora sobre violencia hacia las mujeres Yakin Erturk , para investigar a fondo las agresiones a mujeres indígenas por fuerzas armadas.

«Y es que aún Stavenhagen pasó por alto las denuncias de agresiones en Guerrero en su misión a México a finales del 2003», hizo notar Marta Sánchez, una de las representantes indígenas que habló a nombre de México en esta reunión.

Pese al sabor a triunfo que esta reunión dejó a las participantes, ningún Estado quedó comprometido para hacer nada a favor de las mujeres indígenas. Pese al estallido de colores, penachos, cuentas, caracoles, sombreros, tapados, pulseras –notables aún en la ONU-, la reunión pasó como un evento más, lejos del radar de la prensa.

Magga economista saami, pueblo de la región escandinava explicó a los medios de comunicación que la fuerza del documento es moral, puesto que son recomendaciones.

Como instancia de la ONU, el Foro Permanente Indígena es nuevo, desconocido incluso por los estados miembro y con un magro presupuesto anual completado con contribuciones voluntarias, abundó el vicepresidente del foro Parshuram Tamang, del pueblo con el mismo nombre en Nepal.

Por ello, otra de las constantes peticiones a las Naciones Unidas durante la sesión fue una mayor participación de mujeres indígenas en todos los procesos internacionales, incluyendo la evaluación a diez años de la Cuarta Conferencia Mundial de la Mujer, conocida como Pekín+10.

En ello coincidió la periodista quechua Tarcila Rivera, representante aquí del Enlace Continental de Mujeres Indígenas, red en la que suman voces las mexicanas. También, dijo en entrevista, será fundamental que los acuerdos logrados aquí tengan un seguimiento en cada país al finalizar la sesión.

Para Rivera Zea, llevará un tiempo que la agenda indígena se afiance en las Naciones Unidas, al recordar que llevar asuntos a este organismo requiere de aprendizaje, discusión y recursos.

CUESTA ARRIBA

Llegaron a la ONU por caminos de terracería, de hielo, en panga, autobús y avión, desde los lugares más inhóspitos para hacer una declaración insoslayable: en el planeta, las mujeres indígenas son hoy por hoy las más discriminadas.

«El gobierno no quiere reconocer sus derechos. Dice una cosa, Noruega es muy activo en la defensa de los derechos indígenas en otros lados del mundo, pero en su propio país no les reconoce sus derechos», aseguró a esta agencia la abogada saami Sussann F. Skovang.

«Un poco como Canadá», abunda la indígena de ojos azules que explica que para los saami, el meollo está en la discriminación, no en la pobreza. Frente a sus hermanas indígenas se siente «privilegiada».

La situación se repite en condiciones de mera supervivencia para el pueblo masai, que solía ocupar tres cuartas partes de Kenia antes del Imperio Británico y ahora, ni siquiera son reconocidos en la estadística oficial, explica la maestra masai Margaret Koileken.

Cuando la realidad indígena se da a conocer, se pueden encontrar al final de las estadísticas, como demostró el informe Logros y Retos en las Américas de la Organización Panamericana de la Salud que circuló durante el foro.

Al culminar el Primer Decenio de Internacional de Poblaciones Indígenas del Mundo (1995-2004), la OPS registra que la tasa de mortalidad infantil entre indígenas en México es el doble que la tasa nacional.

Mientras que en Honduras la mortalidad materna es de 147 por 100 mil nacidos vivos, entre las indígenas puede llegar hasta 255 por cien mil nacidos vivos, de acuerdo con la misma agencia. Allí, la población garífuna y otros grupos afrodescendientes tienen las mayores tasas nacionales de VIH.

2004/MR/GV

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