«Llegue sola al grupo. Lo que me llevó al alcoholismo fue la falta de amor y una gran depresión al no sentir valorizado mi trabajo; sentía que todo lo que hacía no era reconocido, fuera mucho o poco», indica Gloria, militante del grupo 24 horas de Alcohólicos Anónimos (AA).
«Ingresé al grupo con un sufrimiento muy fuerte porque yo no reconocía ser una enferma alcohólica», señaló en entrevista para Cimacnoticias. «En mi última fiesta me di cuenta de que ya no podía dejar de beber; de que mi organismo necesitaba más alcohol, porque sentía un temblor y una angustia muy fuerte al llegar a mi casa.
«Siempre guardaba la imagen. No recuerdo qué cantidad bebí ni lo que hice. Lo único que recuerdo es la mirada de mi hijo. Con mi forma de beber estaba dañando a la gente que más quería», reconoce
Gloria es ama de casa y trabajadora de 52 años de edad. Dice que el grupo 24 horas de AA lo único que busca es que las mujeres se recuperen de su enfermedad y reintegrarlas con su familia y la sociedad.
De igual forma, indica que el grupo es como un hospital que se encuentra abierto las 24 horas del día: «somos una gran familia. Nos ayudamos mutuamente para convivir con nuestra enfermedad y poder sobrellevarla».
La militante señaló que muchas mujeres de la tercera edad llegan solas al grupo y que otras más son llevadas por su propia familia, esposos, padres o hijos. Así sucedió con Guadalupe, quien vive anexada dentro del grupo desde hace ya más de un año para recibir tratamiento.
Por su parte, Guadalupe indica que ella misma fue la que pidió ayuda sus hijos al darse cuenta de que ya no podía dejar de beber: «ellos fueron los que me llevaron. Yo tuve que llegar al grupo porque a raíz de la muerte de mi marido comencé a sentirme sola e ignorada. Pensaba que yo no le importaba a nadie y tuve que buscar ayuda, porque si seguía bebiendo me iba a morir.
«Llegue al grupo y me dieron una nueva vida y diferente -continúa-. Yo estoy muy bien viviendo en el grupo: se me dan mis tres comidas y encuentro a muchas personas que me quieren y entienden mi enfermedad. Y, lo más importante, tengo a mi familia.
«La soledad y el miedo a tener que educar cinco hijos yo sola me empujaron al alcohol. Empecé a beber y beber, olvidando que tenía hijos y trabajo. Ahora me doy cuenta de que sí les importo. Estando en el anexo aprendí a vivir de manera diferente y pienso quedarme el tiempo que sea necesario», afirma.
Guadalupe señala que el programa de AA sí funciona: «me ayudó a recuperar lo más importante, que es mi autoestima, y a valorar yo misma mi trabajo y mi vida».
De igual forma, asegura que el grupo matriz Condesa de 24 horas cuenta con alrededor de 400 militantes y que el porcentaje femenil es de 50 por ciento; de esta cifra, una tercera parte está formada por mujeres de la tercera edad, quienes en su mayoría expresan la falta de atención y valoración de su trabajo dentro y fuera del hogar.
La antropóloga argentina Fabiana Porracín apunta que, basada en observaciones de la vida cotidiana y de la práctica clínica, se observa en algunas mujeres cierta carga emocional y considerables niveles de estrés por las tareas domésticas; ese conjunto de actividades gratuitas que las mujeres realizan en los hogares sin ser tomadas en cuenta. No es de extrañar, pues, que recurran a algún paliativo.
Para la especialista, es urgente buscar posibles alternativas para las mujeres como parte de las medidas para dignificar su calidad de vida, incluso en cuestiones relacionadas con la higiene y la salud.
Alcohólicos Anónimos es una agrupación de hombres y mujeres que comparten su mutua experiencia, fortaleza y esperanza para resolver un problema común y ayudar a otros a recuperarse del alcoholismo.
El movimiento 24 horas de AA se encuentra constituido por 266 grupos y cinco granjas de recuperación en nuestro país; siete grupos en Ecuador; uno en Colombia; 10 en Estados Unidos y cuatro en España. Este año cumplirá treinta años en México. La celebración se realizará, en el marco de una gran junta de información, el 29 de agosto en el Auditorio Nacional.
05/GT/YT
