Ya hablamos de la importancia del abdomen como el lugar donde procesamos alimentos (digestión), pensamientos y emociones (sentimientos internos) y cómo, a través de la expresión o no expresión de estas emociones, manifestamos nuestra facilidad o dificultad para digerir las experiencias de la vida.
Dice Debbie Shapiro que «ésta es la zona donde recibimos, asimilamos y ‘digerimos’ la realidad propia, extraemos lo que nos interesa y eliminamos lo que no queremos, donde retenemos o liberamos los aspectos personales» (Cuerpo mente. La conexión curativa, 1991).
El abdomen cubre, con excepción de pulmones y corazón, varios de nuestros órganos vitales: estómago, páncreas y bazo; intestino delgado y grueso (colon); hígado y vesícula biliar; riñones y vejiga, y órganos reproductores y sexuales.
Para los taoístas (antigua filosofía china) los órganos internos son el hogar de nuestros sentimientos básicos en equilibrio (+) o en desequilibrio (-), así en los riñones está el miedo (-) y la animosidad-gentileza-vitalidad (+); el hígado guarda el enojo (-) y la bondad (+), y en el bazo está la constricción (- sentirse víctima) y la justicia-apertura (+).
Desde esta milenaria cosmovisión, cuando los sentimientos se polarizan con las fricciones de la vida cotidiana, el estrés y las relaciones intra e interpersonales, cargarán los órganos negativamente llenándose de miedo, enojo, celos, envidia, injusticia y preocupación. Energía que para los taoístas es importante no desperdiciar, pues consideran que es una especie de «abono» útil posible de transformarse y aprovecharse convirtiéndolo (a través de una serie de ejercicios) en energía vital (Mantak Chia, Sistemas Taoistas para Transformar el Stress en Vitalidad, s/f).
A diferencia de los bloqueos en otras parte del cuerpo, en general se puede decir que en el abdomen van acompañados por bloqueos en el ritmo y calidad de la respiración –se acorta–, trayendo en consecuencia malestares constantes en el sistema digestivo (gases, estómago inflamado, estreñimiento) y sistema muscular –los músculos del abdomen son muy flexibles–, deformando vientre, costillas, espalda y columna vertebral, y provocando esa tan temida «panza» en el cuerpo.
Seguiremos con este importante tema en la próxima entrega.
*Periodista mexicana.
04/CV/GBG