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DESEOS

Por Cecilia Lavalle

Aquí estamos. Estrenando un año nue-ve.ci-to. Acaso, entonces, es el mejor momento para hacer una lista de lo que deseamos. Así como lo hicimos en lo personal, bien pudiéramos hacerlo en lo colectivo, en aquello que nos concierne o nos atañe como parte de un pueblo. Hacer una lista, digo, de lo que deseamos que suceda con nuestro amado país en este 2005. ¿Le parece? Aquí van mis deseos.

Deseo un México donde ser mujer sea un privilegio y no un riesgo. Un país en el que ser agredida sea la excepción, ser discriminada sea un caso en un millón y ser considerada persona de segunda sea lo inusual. Un México que no espere que sus mujeres asesinadas se cuenten por cientos para voltear y preguntarse qué sucede. Un México que no espere que sus mujeres griten y se desgañiten para ser escuchadas. Un México en el que las mujeres no tengan que organizarse para hacer el trabajo que sus gobiernos no están haciendo. Un México en el que mi hija pueda crecer libre y segura sin más obstáculos que sus propias limitaciones y sin más temores que sus miedos internos.

Deseo un México seguro. Donde la delincuencia no se encuentre en cada vuelta de la esquina, donde puertas y ventanas puedan estar abiertas y no cerradas bajo siete llaves, donde las y los jóvenes puedan salir a divertirse sin que mil peligros les acechen, donde se pueda caminar por las calles en una hermosa noche de luna llena. Un México donde la frontera entre los «buenos» y los «malos» sea tan clara como abismal. Un México en el que sea imposible confundir a un policía con un delincuente, inconcebible imaginar que un elemento especializado de una corporación policíaca pudiera ser también secuestrador o narcotraficante. Un México en el que ser policía signifique tan alta distinción que sólo las y los mejores ciudadanos puedan aspirar a ese cargo.

Deseo un México donde la política deje de ser ventana de la corrupción, refugio de cínicos y empleo de mediocres. Un México en el que sea inadmisible que un legislador sea al mismo tiempo litigante en su propio despacho, o que siga en su curul pese a evidencias de solicitar/aceptar un soborno, o que ocupe un escaño mientras boxea o participa en Big Brother. Un México en el que ningún político esté por encima de la ley y la ley no está por debajo del dinero o de las influencias o de los apellidos «ilustres». Un México en el que la palabra política alcance una nueva dignidad. Un México en el que alcanzar el poder no sea el único fin y no se viva bajo la filosofía de que el fin justifica los medios.

Deseo un México en el que sea inadmisible que más de la mitad de su población sea pobre. Un México donde la riqueza sea repartida equitativamente, donde la brecha entre el que más gana y el que menos gana no sea abismal, donde el dinero no determine futuro. Un México en el que zona rural no signifique pobreza extrema, campo no signifique migración e indígena no signifique miseria. Un México en el que las oportunidades de progreso estén al alcance de todos y todas. Un México en el que la alimentación, la educación y la salud estén garantizadas para cada niño y cada niña de este país. Un México en el que sólo el esfuerzo y la capacidad determinen el futuro. Un México en el que la palabra esperanza no sea sinónimo de utopía.

Deseo un México con ciudadanos y ciudadanas más comprometidos con México. Un México en el que cada habitante tenga la certeza de que lo que haga o deje de hacer determina lo que es su patria. Un México en el que el respeto sea la consigna, lo mismo si se trata de una fila, que de un lugar en el estacionamiento, que del espacio para personas con capacidades diferentes, que de personas con preferencias sexuales distintas a las nuestras, que de personas que profesen una religión diferente a la nuestra. Un México en el que tirar la basura en la calle sea tan indignante como el derrame de hidrocarburos en un río. Un México en el que no nos hagamos trampa ni en la balanza del mercado ni en las urnas de las elecciones. Un México en el que la honestidad sea moneda corriente y no osada opción.

Deseo, en fin, un México mejor, con lo mejor que las y los mexicanos tenemos.

Y ya que estamos en éstas, también deseo que este año la vida le sonría y nos sigamos encontrando en estas páginas. ¡Feliz año!

Ahora le toca a usted. ¿Cuáles son sus deseos?

Apreciaría sus comentarios: [email protected]

*Articulista y periodista de Quintana Roo

2005/CL/SM

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