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Diseñan campaña en AL y Caribe contra violencia hacia mujeres

Por Redaccion

La violencia contra las mujeres (VCM), vinculada a la desigual distribución del poder y a las relaciones asimétricas entre varones y mujeres en nuestra sociedad, que perpetúan la desvalorización de lo femenino y su subordinación a lo masculino, fue el tema de la Reunión Regional de Redes y Organizaciones que trabajan en Prevención de la Violencia contra las Mujeres en América Latina y el Caribe.

Ésta se llevó a cabo en Bogotá, Colombia, entre el 6 y el 8 de febrero de 2008, organizada por la Red de Salud de las Mujeres Latinoamericanas y del Caribe (RSMLAC), en el marco de un proyecto auspiciado por Oxfam-Novib, con el fin de reflexionar sobre esta realidad y avanzar en el diseño de una campaña regional que apunte tanto a la prevención y erradicación de la VCM como a la eliminación de la aceptación social hacia la misma.

El principal objetivo de la reunión de Bogotá fue conocer la experiencia en Asia y contrastarla con la realidad latinoamericana y caribeña, elaborar un análisis situacional de la VCM en nuestra región, en sus distintas dimensiones, así como identificar las respuestas que se han dado en las últimas décadas, tanto desde las organizaciones de la sociedad civil como desde los gobiernos, y los actores claves involucrados.

La Casa de la Mujer de Bogotá, histórica integrante de la membresía de la RSMLAC, estuvo encargada de la organización del encuentro, al que asistieron cerca de 50 mujeres procedentes de la mayoría de los países de la región, integrantes de colectivos, redes y grupos con trabajo preferente en dicha área, informó Boletina Mujer Salud-Hable, Año VII, No. 2, febrero, 2008.

VCM, CONSTRUCCIÓN SOCIAL

La VCM se origina en un sistema de relaciones de género socialmente construido, que establece un desequilibrio de poder entre los sexos a partir de una supuesta superioridad de los hombres, estando las mujeres en condición de dominadas y los varones de dominadores, ejerciendo un control sobre el cuerpo de las mujeres y sobre sus decisiones, dice Boletina. Esto tiene como sustento básico la condición de discriminación y desigualdad social de las mujeres.

La idea de la dominación masculina y de las mujeres como propiedad del hombre está ampliamente difundida y enraizada en nuestras sociedades, siendo frecuente la aceptación social de la violencia, es decir, en amplios sectores persiste la creencia de que las mujeres pueden ser castigadas cuando no realicen aquello que se espera de su identidad de género, por lo que los hombres están capacitados para ejercer su dominio incluso a base de la fuerza y la violencia explícitas, señala Boletina.

Esto se traduce en cifras como las siguientes: entre un 25 y un 69 por ciento de las mujeres latinoamericanas viven violencia en su relación de pareja, según la Organización Panamericana de la Salud, de 2005.

En todo el mundo, al menos una de cada tres mujeres ha experimentado durante su vida alguna forma de abuso, indica el número 11 de Population Reports, en 1999. Y entre el 12 y el 25 por ciento de las mujeres han sido obligadas o forzadas por su pareja íntima o ex pareja a tener relaciones sexuales alguna vez en su vida, dice también la Organización Mundial de la Salud en 2002.

La reunión de Bogotá se vincula con la campaña We Can Stop Violence Against Women, desarrollada en algunos países asiáticos tales como India, Pakistán, Nepal y Bangladesh, entre otros, con el apoyo de dicha agencia de cooperación, y cuyo enfoque principal es la capacitación de líderes de la comunidad –mujeres y hombres– para promover cambios individuales y sociales que fomenten el rechazo activo de la VCM, señala Boletina.

PRINCIPIOS ÉTICOS DE LA CAMPAÑA

El análisis se inició bosquejando los principios éticos que fundamentarán el trabajo a realizar en torno a esta campaña regional, los que a su vez dicen relación con la agenda política de la RSMLAC. Algunos de ellos son:

La campaña regional debe considerarse no como un fin en sí misma, sino como un medio de un proceso más amplio dirigido a desafiar, denunciar y erradicar la discriminación de las mujeres en nuestras sociedades.

Como sustento teórico y político se tomarán en cuenta la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW); la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (Convención de Belem do Pará); y la Declaración para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres de la ONU.

Su enfoque central será la defensa y promoción de los derechos humanos de las mujeres y su reconocimiento como sujetas de derecho, no solo en lo formal, sino en la práctica cotidiana, y como agentes centrales para lograr cambios sociales sostenibles.

La VCM debe entenderse como un problema estructural en nuestras sociedades que refleja la desigualdad de poder entre mujeres y hombres, y cuyas manifestaciones son múltiples y están presentes tanto en lo público como en lo privado.

El Estado debe constituirse en el garante del derecho de las mujeres a vivir libres de violencia, y en la entidad responsable de prevenir, erradicar y sancionar la VCM en todos los niveles que corresponda.

La VCM es un fenómeno polimorfo y tiene dimensiones y características específicas según cada contexto político, económico, social y cultural. Para su prevención, por lo tanto, se requiere un enfoque de género y feminista que aborde integralmente sus distintas manifestaciones, al igual que un abordaje multisectorial.

Junto con el marco conceptual, se discutieron los distintos niveles de prevención requeridos (primaria y secundaria) (individual, comunitario, institucional y societal); los focos (logro de cambios individuales, conductuales y estructurales; calidad y medición de los mismos; sostenibilidad en el tiempo); las poblaciones y los contextos implícitos (mujeres, hombres, grupos de edad, grupos étnicos, consideraciones sobre la pluriculturalidad, agentes del Estado), entre otros aspectos.

ACCESO A LA JUSTICIA

Paralelamente, en la reunión se discutió acerca del acceso a la justicia, por cuando si los niveles judicial y policial no funcionan como es debido ante los reclamos y denuncias de las mujeres, la realidad no podrá ser modificada sustancialmente. Este es, precisamente, uno de los hechos de mayor presencia en muchos países de la región, en donde se observa que la impartición de justicia es lenta, inexistente o cruzada por la corrupción.

Asimismo, se reconoció la necesidad de que las mujeres avancen de ser sujetas de derecho en lo formal, a ser sujetas políticas de derecho, para que los logros que existen en legislaciones e instrumentos jurídicos internacionales tengan un impacto real en la cotidianidad de sus vidas. Para ello es indispensable apoyar sus procesos de empoderamiento y su acceso a la ciudadanía plena, entendida como el derecho a tener derechos y a poder ejercerlos efectivamente.

En cuanto al enfoque en los hombres, si bien se reconoció que deben ser entendidos como parte intrínseca del abordaje de la VCM, siendo necesario generar alianzas con ellos y con otros sectores sociales, se subrayó que deben hacerse responsables de avanzar hacia su propio cambio comportamental y social.

También se enfatizó que las mujeres afectadas por la VCM deben emerger de esta situación no por reconstituir una relación de pareja o una familia, sino por ellas mismas en tanto sujetas individuales y sociales que tienen derecho a vivir sin violencia. De ahí que no deben favorecerse los enfoques familísticos del abordaje de la VCM, sino el abordaje de los derechos.

Otro aspecto relevante fue el relativo a la construcción de redes de trabajo conjunto, destacando la importancia que han tenido los movimientos de mujeres y feministas a través de sus experiencias en el enfrentamiento de la VCM, en especial en los últimos 30 años. De allí que será esencial para una campaña regional el trabajo mancomunado de las organizaciones a partir de sus propios saberes y construcción de conocimiento en el área, y con un claro liderazgo de las mujeres.

En cuanto a las alianzas, estas deben ser prioritarias y establecidas a todos los niveles que corresponda, manteniendo, sin embargo, ciertos principios éticos que no son negociables: la demanda central de esta campaña será la no discriminación y la no exclusión de las mujeres que permiten el surgimiento de la VCM en sus distintas y graves manifestaciones.

Por último, pero no de menos importancia, se decidió favorecer en todos los casos la denominación de Violencia contra las Mujeres en lugar de Violencia de Género, ya que esta última opción tiende a invisibilizar este fenómeno y su impacto cada vez mayor en la población femenina, es decir, en mujeres y niñas.

TRABAJOS PRESENTADOS

Algunos de los trabajos compartidos en los tres días de debate fueron: Ciudades seguras, violencia de género y políticas públicas, de Ximena Machicao, integrante de la Red de Educación Popular entre Mujeres de América Latina y el Caribe (REPEM); Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio, de Luz Estrada, integrante de Católicas por el Derecho a Decidir, de México; Prevención de la Violencia contra las Mujeres en Puerto Rico, dictado por María Ríos, de Coordinadora Paz para la Mujer; Prevención, atención y detección de la VCM a nivel nacional, de Olga Amparo Sánchez, integrante de Casa de la Mujer de Bogotá, Colombia.

También, Campaña el Machismo Mata de Soledad Rojas, integrante de Red Chilena contra la Violencia Doméstica y Sexual; Involucrando a los hombres jóvenes como aliados por el fin de la violencia contra las mujeres, por Maria Olinger, de Promundo, Brasil; Campaña contra la violencia doméstica dirigida a hombres, por Ofelia Álvarez, de Fundamujer, Venezuela; Somos diferentes, somos iguales, por Scheila Vega, integrante de Puntos de Encuentro, Nicaragua, e Educación sin Violencia, por Denisse Ampuero, de CIDEM, Bolivia.

Así como La Comisaría Itinerante, de Miriam Ernst, CEPAM, Ecuador; Programas y Servicios sobre VCM, por Ana María Nocetti, de la Red Uruguaya contra la VCM; Prevención de la violencia de género en Brasil, por Télia Negrão, de Rede Nacional Feminista de Saúde; Direitos Sexuais e Direitos Reprodutivos, por Marlene Libardoni, de AGENDE, y Red Feminista Latinoamericana y del Caribe contra la Violencia Doméstica y Sexual, por Ana María Portugal, de Isis Internacional.

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