La participación laboral femenina mundial disminuyó en la última década pese a que casi todas las instituciones creen lo contrario, asegura Dorotea Schmidt, especialista en tendencia del empleo de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
La única excepción es América Latina y el Caribe, donde el trabajo de mujeres aumentó por su entrada masiva a la industria de la maquila y al sector informal, empleos «mal pagados e inseguros» de acuerdo con Schmidt, ponente magistral en el foro internacional Femme Globale XXI organizado por la Fundación Heinrich Böll y el Centro de Estudios Transdisciplinarios de la Universidad Humboldt de Berlín.
A pesar de ello, considera que es importante su participación en la fuerza laboral porque «una mujer que tiene su propio ingreso cambia su papel en la familia», explicó en entrevista la coautora del informe 2004-2005 de la OIT, titulado Empleo, productividad y reducción de la pobreza. Sin embargo, estos empleos «no son una solución a largo plazo», puntualizó.
Alertó también sobre una disminución en la educación de las mujeres. «Después de años de aumento en la educación o una estabilización empieza a decrecer. Una de las razones es un pensamiento económico: Si sé que mi hija no tiene oportunidades en el mercado laboral, ¿por qué invertir en ella? Especialmente si no tengo suficiente dinero para sobrevivir».
La doctora en economía advirtió que este fenómeno «es un gran peligro», pues «se verá cómo pasa de una generación a otra porque no invertimos en la educación de las mujeres.»
La tendencia del empleo «dependerá de cómo actúe la comunidad internacional. Si queremos que haya más protección para mujeres significa que tenemos que luchar por ello. Y significa que no podemos permitir que las políticas laborales sean mero resultado de otras políticas. Tenemos que empezar por las políticas laborales».
«No es por accidente como se generan las oportunidades de empleo. Solamente creamos trabajos si queremos crear trabajos. Y en el caso de las mujeres, sólo creas empleo para mujeres si decides que eso es lo que quieres. No caen del cielo» agregó la economista alemana.
«Tenemos que entender que el trabajo decente para todo mundo no es algo que demos a la gente como un regalo. Es salgo que necesitamos para salir a la pobreza. Hay demasiada gente en el mundo que por no tener un trabajo decente no puede salir de la pobreza».
Por su parte, la directora de la Oficina Regional Centroamérica, México y Cuba de la Fundación Heinrich Böll , Silke Helfrich, enfatiza la necesidad de mirar las diferencias entre las mismas trabajadoras.
«No existe un concepto como las trabajadoras mexicanas. Tenemos que tomar en serio las categorías de análisis de etnia, clase social, nivel educativo y género para así delinear las tendencias globales pero con sectores específicos».
Por ejemplo, una tendencia en los países industrializados es que las mujeres son el sostén «en el contexto de un desmantelamiento social, como ocurre en Alemania».
«A su vez, las mujeres de menor nivel educativo o de otros países, como Filipinas, Polonia o los estados europeos en transición, son el apoyo de otras mujeres que necesitan ayuda para cuidar a los niños o personas de la tercera edad, y así se genera esta cadena de cuidado», agregó.
En México ocurre lo mismo con las mujeres que emigran a Estados Unidos, por lo que Helfrich, especialista en América Latina, propone se fortalezcan los movimientos de mujeres de manera transfronteriza. «Sólo podemos entender estos procesos si comprendemos lo que pasa en Estados Unidos y Alemania, por ejemplo, y cuáles son las características socioculturales de estos países».
05/MR/YT
