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Disparidades en la salud

Por Lucero Saldaña

Hay muchas diferencias en la salud y en las necesidades de salud integrales de hombres y mujeres en muchos países, por ejemplo: la expectativa de vida de los hombres es siete años inferior a la de las mujeres y tienen índices de mortalidad más altos para cada una de las 10 causas principales de muerte. Los hombres tienen el doble de probabilidades que las mujeres de morir por causa de heridas no intencionales y cuatro veces más probabilidades que las mujeres de morir por causa de heridas relacionadas con armas de fuego.

Las mujeres presentan un incremento en los índices de mortalidad por cáncer de pulmón, así también tienen mayor riesgo de contraer la enfermedad de Alzheimer que los hombres y tienen el doble de probabilidades de ser afectadas por depresiones severas, diabetes mellitus, osteoporosis, además de las enfermedades graves como el cáncer cérvico-uterino y de mama.

Adicionalmente a las diferencias de género antes mencionadas, existen algunas disparidades claves en la atención médica para las mujeres: los costos, las mujeres en edad reproductiva actualmente gasta 68 por ciento más en servicios médicos en efectivo que los hombres, principalmente debido a los suministros y la atención relacionada con la reproducción. Más de la mitad de todas las prescripciones de Viagra recibieron algún reembolso por seguro que fue mayor que el reembolso por diafragmas y DIUs.

Las diferencias por atención desigual debido a aspectos relacionados con la raza, etnicidad, ingreso, falta de seguro, educación, cultura, edad, capacidad diferente hacen más compleja y limitativa la atención de la salud. El pasado mes de marzo se celebró una audiencia pública organizada por el Parlamento Europeo para analizar el impacto de las disparidades de género en la asistencia sanitaria y las limitaciones en materia de género, en donde se dijo que en la actualidad, la calidad en los sistemas de salud se mide por los procedimientos técnicos, el personal, la formación, la tecnología disponible, pero se presta poca atención a la relación entre usuario-prestador, y aún menos a las diferencias entre hombres y mujeres, que son tratados de manera desigual en los sistemas de asistencia sanitaria. La calidad debe medirse por la salud de todas y todos.

Es decir, para garantizar un servicio óptimo es necesario contemplar la construcción social de género en todos los aspectos del sistema sanitario, los cuidados, la prevención, la salud reproductiva, la educación para la salud, investigación médica, infraestructuras, elaboración de políticas y toma de decisiones. La construcción física, el ciclo vital y la situación socioeconómica de las mujeres y hombres son diferentes, por ello se recomienda que se realice una prevención, un tratamiento y atención diferenciados para las mujeres y los hombres, ya que tienen diferentes necesidades y expectativas de salud.

Las prioridades marcadas, los métodos usados y el análisis de los datos reflejan una perspectiva masculina en los estudios biomédicos. En la realización de ensayos clínicos se observa la inclusión mayoritaria de muestras de hombres como sujetos de estudio y la extrapolación automática de los resultados a las mujeres. En enfermedades que afectan a mujeres y hombres, los investigadores generalmente han ignorado las posibles diferencias entre los dos sexos en los indicadores de los diagnósticos, en los síntomas, en el pronóstico y en la efectividad de los tratamientos.

La exclusión de las mujeres ha sido justificada por la prevención de riesgo potencial de daño fetal, la alta tasa de abandono durante el seguimiento, los efectos de confusión provocados por los cambios hormonales o por las interacciones con otros tratamientos concomitantes. Estas prácticas limitan la capacidad de la medicina para solucionar de una manera efectiva los problemas de salud de las mujeres. No es casualidad que las mujeres sufran más efectos adversos con fármacos que los hombres.

Si bien, las mujeres de cualquier grupo de edad acuden más al médico para tratamientos sintomáticos y se automedican más, las hospitalizaciones son más frecuentes en los hombres. El retraso en el diagnóstico es la principal causa de mortalidad posthospitalización en mujeres, además presentan más complicaciones debido a una menor frecuencia de síntomas considerados típicos desde una perspectiva masculina. Es importante entonces, que las mujeres participen activamente en la formulación de políticas de salud y que se ofrezcan una formación desde una perspectiva de género que tenga en cuenta la diversidad, así como trabajar en la mejora de los centros de atención primaria y en la creación de centros específicos para la salud de las mujeres con un personal multidisciplinar, para mejorar la calidad y efectividad de la asistencia sanitaria.

05/LS/GM

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