Una intensa discusión sobre los efectos positivos y negativos de la globalización y las políticas neoliberales sobre los derechos de las mujeres se desarrolló en la segunda jornada de trabajo del IX Encuentro Feminista de Latinoamérica y el Caribe.
Durante la reunión, en la que participan más de 800 feministas, las exposiciones de la comunicadora dominicana Magaly Pineda, la abogada peruana Roxana Vásquez y la representante chilena Edda Gaviola, plantearon matices diferentes de la mirada feminista a la globalización.
La feminista dominicana consideró que la globalización ha contribuido a generar empleo para las mujeres a través de sistemas como las maquiladoras, si bien reconoció que estas empresas vulneran los derechos laborales de las trabajadoras.
«Pero aun así, las mujeres han podido salir de sus casas y sobrevivir a la crisis económica», acotó Pineda. Destacó que la globalización también ha generado un movimiento mundial de preocupación por el planeta y sostuvo que hay una nueva ética del empresariado, que se ve presionado por los consumidores.
Por el contrario, la chilena Edda Gaviola, quien se definió como feminista autónoma, opinó que la globalización ha significado un proceso sumamente violento para las mujeres.
Indicó que la globalización nos presenta un espejismo, «porque nos hace creer que estamos interconectadas con el mundo, pero en realidad estamos enajenadas e interconectadas con la pobreza y vulneración de nuestros derechos».
Gaviola refutó las afirmaciones de Magaly Pineda y estimó que, lejos de ser una alternativa laboral para las mujeres, las empresas maquiladoras son centros de explotación de las pobladoras más pobres de los países de nuestra región, como las integrantes de los pueblos indígenas.
Roxana Vásquez, integrante de CLADEM-Perú y DEMUS, expresó que la globalización ha significado la transformación del Estado, el traslado de la economía a la escena política y la reducción del ejercicio de los derechos humanos.
Destacó como un rasgo de ese proceso el fortalecimiento de posiciones conservadoras, ancladas en el tutelaje de la iglesia católica, el cual, indicó, es sumamente perjudicial para las mujeres.
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