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Doble discriminación sufren mujeres discapacitadas

Por Mónica Pérez

De los 100 millones de personas que vivimos en México, 10 por ciento son individuos con alguna discapacidad. De ese número, 51 por ciento son mujeres, es decir, más de cinco millones de mujeres viven con algún tipo de discapacidad en nuestro país.

De acuerdo con información del XII Censo General de Población y Vivienda del año 2000, a nivel nacional se identificaron 1 millón 795 mil personas con discapacidad, las cuales representaron 1.8 por ciento de la población total.

Según el Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (INEGI) la discapacidad se origina en las deficiencias que se presentan a nivel de la estructura corporal o por la disfuncionalidad de algún órgano o sistema. Una deficiencia es la pérdida o anormalidad de una estructura corporal, de la apariencia o de la función de un órgano o sistema, cualquiera que sea su causa.

Así, la discapacidad refleja las consecuencias de una deficiencia, a partir del rendimiento funcional y de la actividad del individuo, por lo que la discapacidad también puede definirse como la exteriorización funcional de las deficiencias o limitaciones físicas o mentales.

En este contexto, una persona con discapacidad es aquella que sufre restricciones en la clase o en la cantidad de actividades que puede realizar debido a las dificultades causadas por una condición física o mental, o bien por un problema de salud de largo plazo.

En 1992, al concluir el Decenio de las Naciones Unidas para las Personas con Discapacidad (1983-1992), la Asamblea General de las Naciones Unidas designó el 3 de diciembre como Día Internacional de las Personas con Discapacidad con el objetivo el promover una conciencia y sensibilidad hacia las cuestiones relacionadas con la invalidez y fomentar la integración en la sociedad de las personas con discapacidad.

Durante el Decenio se promovió la toma de conciencia y la adopción de medidas para mejorar la situación de las personas con discapacidad, así como para lograr igualdad de oportunidades. Fue así como posteriormente la Asamblea hizo un llamamiento a los Estados Miembros para que celebraran el Día Internacional de las Personas con Discapacidad.

De acuerdo con el documento Mujeres y Hombres en México 2003, publicado por el INEGI, el porcentaje de hombres con alguna discapacidad es mayor (52.6 por ciento) en comparación con el de mujeres (47.3 por ciento).

Al respecto, llama la atención que los hombres se encuentran más expuestos a sufrir alguna discapacidad entre los 15 y 39 años; situación que puede estar relacionada con las diversas actividades que desarrollan los varones durante la llamada edad productiva, mismas que en combinación con los roles de género, constituyen factores de riesgo para adquirir alguna discapacidad.

No obstante, al incrementarse la edad la diferencia entre hombres y mujeres disminuye, al grado que son las mujeres quienes alcanzan porcentajes de discapacidad ligeramente mayores a los de los hombres. Así, aunque las mujeres tienen una mayor esperanza de vida, también tienen mayores probabilidades de adquirir alguna discapacidad durante la vejez.

Este mismo análisis confirma que «entre la población con discapacidad, los roles de género se vinculan a su condición de discapacidad, observándose que mientras el sistema de valores promueve que los hombres con discapacidad aspiren a los roles tradicionales de la masculinidad, las mujeres por el contrario, no tengan tal opción y se les considere económicamente improductivas e incluso con limitaciones para cumplir con sus roles tradicionales de la reproducción y las tareas del hogar». Esta situación es definida como una doble discriminación.

El Censo de 2000 indica que de cada 100 personas con discapacidad en el país, 32 se encuentran en esta situación debido a una enfermedad, 23 por edad avanzada, 19 la adquirieron desde el nacimiento y 18 por accidente.

El análisis por sexo muestra que para las mujeres el orden es el mismo al nacional, mientras que para los hombres, el segundo lugar lo ocupan los accidentes y el cuarto la edad avanzada; lo cual puede relacionarse con valores y roles que socialmente son atribuidos a los varones y que constituyen factores de riesgo.

Otra característica importante entre la población discapacitada es el nivel de alfabetización, pues mientras que en el año 2000 el analfabetismo de la población total ascendió a 9.4 por ciento, entre la población con discapacidad este porcentaje fue de 32.8 por ciento.

Asimismo, la tradicional diferencia del analfabetismo en detrimento de las mujeres se exacerba en las mujeres con discapacidad: 28 por ciento de los hombres y 38.2 por ciento de las mujeres con discapacidad son analfabetas.

En el caso del nivel de escolaridad o de instrucción, la exclusión educativa que ha caracterizado a la población femenina a lo largo de la historia, se manifiesta con más fuerza entre la población con discapacidad: el porcentaje de mujeres sin instrucción fue 6.8 puntos porcentuales superior que el de hombres.

Por otra parte, el Censo reportó que de cada 100 hombres con discapacidad en edad de trabajar, 36 lo hacen y en el caso de las mujeres apenas 13. Asimismo, la discriminación salarial se hace evidente al realizar comparaciones por sexo entre la población con discapacidad ya que mientras 19.7 por ciento de los hombres percibía menos de un salario mínimo, entre las mujeres este porcentaje fue de 31.7 por ciento.

Otro aspecto que atañe a la población con alguna discapacidad es el respeto a sus derechos humanos. Según un documento de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) cuando se piensa en los derechos de las mujeres, difícilmente se toma en consideración el punto de vista específico de las que presentan alguna discapacidad pues con frecuencia se intensifica su condición debido a la pobreza, la violencia, los conflictos armados o la falta de cuidados médicos.

En este sentido, señala el documento, las mujeres con discapacidad son el sector de la población más pobre que existe en el mundo; debido a que en todas las esferas de la vida cotidiana estas mujeres son discriminadas por su discapacidad y por ser mujeres.

Asimismo, reconoce el análisis, hay pocas oportunidades educativas para las niñas con discapacidad, ya que existe preferencia hacia los varones en las escuelas de educación especial aunado a que las mujeres con discapacidad son especialmente vulnerables a la violencia física, emocional y sexual que conocidos o familiares ejercen contra ellas.

Por ello una mujer con una discapacidad se enfrenta a una doble desventaja pues no sólo tiene que luchar contra los obstáculos y retos tradicionales e históricos que encuentran las mujeres en el hogar, en la comunidad y en el mundo sino que sufre dificultades adicionales, como las barreras y la falta de oportunidades derivadas de su discapacidad.

Por ello, es urgente demostrar que la causa del maltrato y discriminación hacia las mujeres está en un conjunto de creencias misóginas y profundamente machistas de un segmento de la población que no se da por enterado de que el género humano está compuesto por una única categoría, que es la de ser personas, con o sin discapacidad.

2004/SM

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