La historiadora, Drew Gilpin Faust es, a partir de ayer, la primera presidenta de la Universidad de Harvard, uno de los centros de estudio más antiguos de los Estados Unidos y la más prestigiosa institución del mundo.
Drew fue la «hija rebelde», como le decía Catherine, su madre, cada vez que la cuestionaba sobre su forma de pensar y actuar, muy diferente a lo que ella consideraba «feminidad»: «Querida, este es el mundo de los hombres. Y tan pronto lo aprendas será mejor para ti», solía repetirle.
Drew fue educada para ser esposa de un hombre rico, recuerda su amiga Elizabeth Warren, abogada y profesora de Harvard. «Pero hoy es la presidenta de la Universidad más poderosa del mundo».
El nombramiento puso fin a un proceso largo para encontrar al sucesor de Lawrence Summers, quien renunció a la presidencia en junio del año pasado.
La junta de supervisores eligió a Faust, una destacada estudiosa de la historia del sur estadounidense y decana del Instituto Radcliffe de Estudios Superiores, como su vigésimo octava presidente.
Con el nombramiento de Faust, la mitad de las ocho universidades en la Liga Ivy tendrán a una mujer como presidente. Faust, de 59 años, reconoció la importancia de su nombramiento. Espero que mi designación sea símbolo de una oportunidad que hubiera sido inconcebible hace una generación, dijo en conferencia de prensa. Pero añadió no soy la mujer presidenta de Harvard, soy la presidenta de Harvard.
Fue elegida luego de un proceso en el que varios posibles candidatos dijeron que no estaban interesados en el cargo, entre ellos el premio Nobel de medicina Thomas R. Cech y los presidentes de las universidades de Pensilvania, Princeton y Columbia.
Asimismo, su elección tiene especial importancia debido a la controversia generada por los comentarios de Summers, en el sentido de que las diferencias entre los sexos podrían explicar la falta de mujeres en los trabajos científicos de alto nivel, lo cual causó un fuerte debate en torno a la equidad en Harvard y el resto del país. Faust dirigió la formación de dos equipos especiales encargados de examinar la equidad entre los sexos en Harvard, luego de los comentarios de Summers.
Ha sido decana de Radcliffe desde el 2001, dos años después de que el otrora college de mujeres se fusionó a la Universidad como un centro de investigaciones dedicado a cuestiones de género.
Algunos catedráticos han destacado que, a pesar de la creciente importancia de la investigación científica en el presupuesto de la universidad, ésta haya designado por quinta vez consecutiva a un presidente que no es un científico.
Drew es autora de seis libros, entre los cuales destaca el premiado por la Society American Historians?s Francis Parkman Prize como mejor libro de no ficción de América: «Mothers of Invention: Women of the Slave Holding South in the American Civil War».
Siempre realizo más de lo que pienso hacer, dice. «Nunca me imaginé ser profesora, escribiendo libros, obteniendo mi PhD».
El día en que me iban a elegir, recuerda, estaba recostada en mi cama y con el pensamiento puesto en la votación. Pensaba en mi madre, que murió en 1966, en lo que me decía. He tenido diálogos con ella, desde que murió hace 40 años.
Ahora pienso de diferentes maneras sobre ese comentario que me hacía: «Querida, este es el mundo de los hombres». Me lo decía así, porque las mujeres de su generación no tuvieron las oportunidades, opciones que mi generación tuvo.
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