Inicio El 68 no fue solo movimiento estudiantil, había efervescencia libertaria

El 68 no fue solo movimiento estudiantil, había efervescencia libertaria

Por Susana Trejo de Jesús

Detenida tres veces por participar en el movimiento estudiantil de 1968 y encarcelada por dos años en Santa Marta Acatitla, Ignacia Rodríguez, Nacha como la conocieron sus compañeros de la Facultad de Derecho de la UNAM, es un referente de la movilización que emprendieron las mujeres en esa época, no sólo en el ámbito universitario, sino desde sus espacios privados.

Sin embargo, dice en entrevista exclusiva con Cimacnoticias, que tanto las mujeres que participaron en las movilizaciones, como las brigadas, que tenían por consigna la libertad y el alto a la represión, no han sido reconocidas debidamente.

Narra a esta agencia cómo vivió aquella época, cuando tenía 24 años de edad, acababa de terminar la carrera de derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) e iniciaba su tesis.

–¿Cómo se da tu participación en el Comité de Lucha de la Facultad de Derecho?

–«Participé en el Comité de Lucha de Derecho, en la sección de finanzas, me encargaba de conseguir los materiales para las actividades que hacían las brigadas. Pero decidí unirme formalmente al movimiento cuando el Ejército entró a Ciudad Universitaria, el 18 de septiembre, y fui detenida junto con otras 41 mujeres durante 72 horas en Lecumberri. Por la violación a la autonomía universitaria y por todo lo que hicieron decidí unirme formalmente.»

–¿Qué pasó durante esa primera detención?

— «El Ministerio Público me interrogó, los agentes me hicieron preguntas alrededor de lo que fue un mito: se hablaba de un complot comunista por parte de los estudiantes, quienes, según los agentes, queríamos derrocar al gobierno e impedir la celebración de las Olimpiadas. Me preguntaron cuántas veces había ido a Cuba o a la Unión Soviética, yo les dije que si había ido a Cuba y también a Estados Unidos, pero únicamente les importaba si había ido a países comunistas, también preguntaron que si leía a Marx o a Lenin. Yo no estudiaba nada de eso.

«Como había mucha presión por parte de compañeras, compañeros, maestras y maestros, nos liberaron, fue una de las más grandes emociones que he tenido en mi vida, al verlos afuera de Lecumberri, al observar esas puertas tan grandes abiertas, nos vitorearon y nos cargaron.»

— Pero este no fue un movimiento únicamente estudiantil, sino que en general había un descontento social ¿no es así?

— «El movimiento de 1968 se dio en varias partes del mundo y creo que cada país demostraba su necesidad de libertades democráticas. Los seis puntos del pliego petitorio tienen un marco social, entre ellos estaba la derogación del Artículo 145 y 145 bis, porque consideraban un delito el que incluso cinco personas se reunieran y te podían detener. Además se pedía la desaparición de los cuerpos de granaderos, básicamente queríamos vivir en un clima de libertad, nos hacía falta.

«Era la época en la que acababa de darse la píldora anticonceptiva, estaba la Revolución Cubana, la guerra de Vietnam, el movimiento hippie, había una efervescencia libertaria, a los hombres de pelo largo y a las mujeres de minifalda se nos veía mal.

«Además hay que destacar que no fue únicamente el 2 de octubre sino que esto inició desde el 22 de julio y termina hasta 1969 cuando compañeras y compañeros somos secuestrados».

–¿Cómo fue la liberación sexual para ti?

— La liberación sexual formó parte de este contexto, había una frase que se volvió popular entre nosotros: ‘la virginidad provoca cáncer’. Y esto viene a colación porque era una posición contra la forma en que se daba la crianza en mi familia, me inculcaron que tenía que ser virgen para casarme de blanco y ser una muchacha decente, cuando nada tenía que ver la vagina para ser una mujer digna o decente».

EL 2 DE OCTUBRE

— ¿Cómo recuerda el 2 de octubre?

— Después de la primera detención, trabajé con las brigadas, hacía pintas, informábamos a la gente qué era lo que pasaba. Ese día 2 de octubre asistí con el colectivo de la Facultad de Derecho, incluso salimos en uno de los videos que fue difundido posteriormente, traíamos una manta con la palabra libertad y el nombre de la institución de donde veníamos.

«Me acuerdo que había un helicóptero y de él cayeron tres luces. David Vega fue el último orador, estábamos en frente del edificio Chihuahua, de repente vi un brazo con un guante blanco que le tapó la boca a Vega y lo echó para atrás, y empezó la ráfaga de balas».

«No podía creer lo que estaba viendo, oía balas por todas partes, una amiga me dijo ¡vente porque nos van a matar! Todavía tenía la manta en mis manos ¡déjala, no seas tonta, nos van a alcanzar! En ese tiempo las ruinas no estaban enrejadas y salimos por ahí, corrimos agazapadas, nos caímos, llevábamos las rodillas lastimadas. Logramos salir porque en este momento el Ejército estaba haciendo lo que se llama una operación peine, donde apenas iban a cerrar los accesos, por eso pudimos salir».

–¿Qué paso después, qué pasaba por la mente de alguien que sobrevivió a estos hechos?

— Esa noche me quedé en el departamento de un amigo que era doctor, me dijo que no saliera porque había órdenes de aprensión en contra de Tita (Avendaño) y contra mí, me tuvo que sedar por que estaba muy inquieta.

«Al día siguiente pensé que por algo continué viva, para contar y denunciar todo lo que había pasado. Fui a la universidad a buscar a mis amigos y no había nadie, los teléfonos estaban intervenidos y las autoridades supieron dónde me refugié. Detuvieron a la esposa de mi amigo porque no me conocían, luego les dijeron que hasta que no me entregara no la iban a liberar, regresé al departamento y ya estaban los agentes ahí esperándome.

«Me llevaron a los separos de Tlaxcoaque, que ahora ya no existen, pero fue muy duro y triste, porque me tocó ver las torturas en contra de los preparatorianos ahí detenidos. Pasaron alrededor de dos semanas. Mientras, me mantuvieron en aislamiento, me liberaron y me dijeron que fuera a mi casa porque, si no, me iban a matar.

«Yo soy de Guerrero y me fui con mi familia allá. Era triste ver cómo los medios de comunicación celebraban la medalla de oro del «Tibio» Muñoz, mientras que nadie se acordaba de tantos muertos. Mi familia nunca supo entonces que pertenecí al movimiento, de otra forma nunca me hubieran dejado regresar».

«Para el 2 de enero ya estaba de regreso en la ciudad. Fui a mi departamento en Avenida Coyoacán 1625, que todavía existe, y estaba con otro compañero que se llamaba Antonio Pérez Sánchez que por tener el cabello largo y ser apodado «el Che» pasó dos años en la cárcel. Para ese momento también estaban secuestrando a Tita que era dirigente del Consejo Nacional de Huelga,afuera de la escuela donde daba clases.

«Nos tuvieron vendadas de los ojos y maniatadas por aproximadamente dos semanas, nos decían que nos iban a liberar a dejar en un «parquecito» y cuando nos dimos cuenta estábamos en Lecumberri. Ahí pasamos más de 72 horas, las celadoras nos torturaron psicológicamente, nos decían qué nos iban a hacer cuando nos trasladaran a Cárcel de Mujeres en Santa Marta Acatitla, nos enviaron para allá el 13 de enero de 1969 y salimos hasta el 24 de diciembre de 1970″.

–¿De qué las acusaron?

–Se nos acusó de diez delitos, ocho comunes y dos políticos, entre los comunes estaban por robo, homicidio, entre otros, y los otros eran por sedición e incitación a la rebelión. Tuvieron que violar la Constitución para meternos a la cárcel, nos condenaron a 16 años y tuvieron que violarla otra vez para liberarnos. Únicamente se nos dejaron los delitos políticos, nos dieron libertad bajo protesta. ¿De qué? ¿De ya no hacer nada?…

08/STJ/GG

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