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El cardenal y Provida en campaña

Por Sanjuana Martínez

Históricamente, cuando México ha tirado hacia delante, la Iglesia, sus aliados y la jerarquía católica anquilosada en el poder económico y político ha tirado para atrás. Las consecuencias ya las conocemos: estabilidad endémica, revoluciones, pobreza sistemática, retraso, ignorancia, fanatismo y guerras fraticidas.

Los hechos son demoledores: tradicionalmente la Iglesia ha intervenido en las luchas sociales para aliarse con el poder en turno. Por ejemplo, en 1810, formó una alianza con la Corona española en el momento del primer grito de Independencia. A Morelos e Hidalgo no los persiguió el Estado, sino la Inquisición; la Iglesia los excomulgó y los castigó por liberar a México de sus cadenas.

La omnipresente influencia de la Iglesia católica en el destino de México no ha hecho más que perpetuar los privilegios de los ministros de culto y su enriquecida institución y, a la vez, empobrecer y detener la evolución del pueblo. Su inmensa fortuna amasada por siglos; su ilimitada propiedad inmobiliaria; su poder político a la par que espiritual; sus nunca auditadas finanzas, así como su evasión de impuestos y otros «emolumentos», convierten a la jerarquía católica en hostil contrincante del avance de los mexicanos.

Por tanto, no sorprende que el cardenal Norberto Rivera Carrera, arzobispo primado de México, y su aliado Jorge Serrano Limón director de Provida, se opongan a la candidatura de Emilio Álvarez Icaza a la presidencia de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH). Este visceral rechazo dignifica la lucha por los derechos humanos emprendida durante toda su vida por el ex ombudsman capitalino y confirma la calidad profesional de su candidatura, su intachable conducta y su prestigio nacional e internacional en la defensa de las libertades civiles.

Sin embargo, el poder inconmensurable que aún sostiene la Iglesia en México debilita el sistema democrático, particularmente el sistema de elección del ombudsman nacional: el Senado decidió posponer hasta el próximo 16 de noviembre la elección de los tres candidatos que integrarán la terna para elegir al presidente de la CNDH con el fin de darle prioridad al paquete fiscal, que debe quedar listo hoy, 30 de octubre.

El aplazamiento enrarece más el ambiente que precederá al nombramiento, sobre todo porque los poderes eclesiásticos y sus aliados andan en campaña desacreditando y vituperando a quienes no se someten al arbitrio de sus deseos e intereses.

Emilio Álvarez Icaza es blanco de los ataques indiscriminados del vocero del cardenal Rivera Carrera, el sacerdote Hugo Valdemar Romero, quien en una sesión pública calificó al ex ombudsman capitalino como «el proabortista más connotado que existe en el Distrito Federal». Miente el presbítero Valdemar Romero, como suele hacerlo siempre que tiene que defender a ultranza los intereses del arzobispo primado de México.

Miente, porque Emilio Álvarez Icaza jamás ha sido un hombre que defienda el aborto; por el contrario, siempre ha respetado los derechos de las mujeres y, por supuesto, el marco legal que rige actualmente la interrupción libre del embarazo.

Más aún, el sacerdote Valdemar Romero se atrevió a decir sobre Álvarez Icaza lo siguiente: «sería una vergüenza y una tristeza que pudiera llegar a este alto cargo que requiere de personas capacitadas, no vendidas a un partido o una ideología».

Otra mentira del manipulador presbítero. Si algo demostró el ex ombudsman capitalino fue su independencia del poder y, para muestra, basta un botón: los casos New’s Divine y Casitas del Sur, entre muchos otros. En ambas investigaciones, los resultados perjudicaron seriamente al poder gubernamental capitalino representado por el Partido de la Revolución Democrática (PRD).

Lo que verdaderamente es de risa es la postura del director de Provida, Jorge Serrano Limón, quien no disimula al revelar a «sus gallos» como lo hace el presbítero del cardenal: Raúl Plascencia y Javier Moctezuma Barragán son los candidatos ideales para representar a la Iglesia, a la ultraderecha del Yunque a y la derecha más recalcitrante del Partido Acción Nacional (PAN). ¿Y el resto de la ciudadanía? Se olvidan de que México requiere un ombudsman para todos.

La calidad moral de la jerarquía católica y sus aliados en campaña es sumamente cuestionable. La idea del cardenal Rivera Carrera, acusado de ser protector de curas pederastas, y de Serrano Limón, exhibido como un fanático de las tangas, es influir directamente en el PAN para que vete a Álvarez Icaza y elija a representantes que velen por sus intereses, como el ex embajador de México ante el Vaticano.

Habría que recordarles a los senadores en general su responsabilidad a la hora de esta importante elección. México es uno de los países más señalados en el mundo por el cúmulo de violaciones de derechos humanos registrado en los últimos años y lo que menos requiere la CNDH es un representante de la Iglesia; ya lo tuvo con el señor José Luis Soberanes destacado opusdeísta y repudiable ombdusman nacional por su dependencia del Ejecutivo.

El Senado no puede elegir al presidente de la CNDH con base en su posición sobre el aborto, en su cercanía con el PAN, el Partido Revolucionario Istitucional (PRI) o el PRD o en el número de rosarios que rezan al día los candidatos. Es hora de que los senadores, representantes del pueblo, muestren su independencia moral e intelectual.

09/SJM/YT/LGL

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