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El corazón, símbolo del amor

Por Carolina Velásquez

El pecho es el lugar del corazón, tejido blando cuya función es la distribución de la sangre, nuestra energía emocional. Símbolo del amor que expresamos a través de boca, labios, brazos, manos y genitales. Lugar donde se localiza el cuarto chakra, centro energético dedicado a la experiencia y expresión de afecto (amor) y, por tanto, a las acciones expresivas creadas por este sentimiento: abrazar, besar, dar un apretón o tomarse de las manos, «hacer el amor».

La tensión en esta zona puede indicar un estado de auto protección exagerada y crónica. Al respecto dice Ken Dytchwald (Cuerpo-mente, 1983).

«El individuo que retiene tensión en esa región del cuerpo-mente está tratando de encerrar su corazón y las emociones que éste siente desde una muralla protectora. Coraza que protege contra ataques y daños pero que también aparta sentimientos de calor y nutrimento. Esta tensión se convierte en una coraza muscular y se experimenta como dolor cuando los músculos son atacados.

Además, el hombro izquierdo asumirá con frecuencia una actitud protectora respecto al corazón, girando levemente hacia delante en una postura que sugiere una acción en-guardia».

El corazón está asociado a una glándula pequeña: el timo. Ubicado arriba del centro del pecho es productora de células T en el sistema inmunológico, actividad que se potencializa al experimentar sentimientos positivos –afecto, alegría–, aumentando de esta manera nuestra capacidad para combatir infecciones. El efecto contrario sucede cuando hay enojo, ira, frustración y autoinsatisfacción, el timo se debilita y, en consecuencia, nuestra capacidad para resistir a las enfermedades.

En la filosofía china un corazón cerrado, en desequilibrio, nos llevará a la arrogancia, la prisa, el odio y la falta de apertura.

Los problemas del corazón por tanto, señala Debbie Shapiro (Cuerpo mente. La conección curativa, 1991), nos aconsejan que «aminoremos la marcha, que echemos un vistazo a lo verdaderamente importante y, por encima de todo, que empecemos a amarnos a nosotros/as mismos/as y compartir ese amor con los demás. La negación de esto conlleva una vida mecánica y monótona o a un estrés tan devastador que el corazón cede bajo su presión».

Y tú, ¿cómo estás desde esta parte de ti mismo/a?

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*Periodista mexicana

2004/CV/GV

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