El día del amor fue por segundo año consecutivo la fiesta de la diversidad sexual, la tolerancia y la libertad. Benito Juárez fue el testigo del registro de decenas de parejas gays, lésbicas, bisexuales, y heterosexuales. Pero no hubo solamente uniones de dos, sino también de grupos de tres o más amigas y amigos.
En el hemiciclo al Benemérito de las Américas lucían las banderolas de siete colores que reivindican la pluralidad del amor. Cientos de personas hicieron fila ante los jueces que les entregaban, previa firma, sus constancias de sociedad de convivencia, y la «epístola libertaria», un texto antitético de la sometedora epístola de Melchor Ocampo.
«Un arcoiris recorre los vientos de la democracia. Para celebrar el amor en los tiempos del cambio, hoy nos reúne aquí la convicción en la construcción de una nueva cultura ciudadana en nuestro país, en nuestra ciudad,» dijo la principal impulsora de la iniciativa, Enoé Uranga.
Y porque en la guerra y el amor todo se vale, la diputada Enoé Uranga empuñó la espada de la batalla de las ideas, del respeto irrestricto a los derechos humanos sin importar color, edad, religión, preferencia sexual…
«En este marco nace la iniciativa de Ley de Sociedad de Convivencia, una nueva institución que no quiere competir con el matrimonio, ni lo vulnera. Una ley incluyente que de aprobarse en marzo o abril próximos en la Asamblea Legislativa, dará una mínima protección jurídica a los hogares alternativos, sea de parejas del mismo o de distinto sexo.»
Uranga dijo que la aprobación de esa iniciativa es una prueba de fuego para demostrar si en México en verdad existe un Estado laico y de derecho.
Mientras, las parejas y los grupos continuaban con el nuevo rito en claro desafío al «oscurantismo, a las mentes retrógradas que quieren establecer una verdad única, la de ellos, que son incapaces de comprender y aceptar otras posibilidades de amar».
El maestro de ceremonias, Tito Vasconcelos, recordó la importancia del Hemiciclo a Juárez en la historia del movimiento lésbico gay, ya que durante 22 años fue el punto de llegada en la marcha del orgullo.
Dio lectura a diversos saludos de organizaciones por los derechos homosexuales, humanos y de mujeres de varias partes del mundo. Sobretodo de países de Latinoamérica donde, «siguiendo el ejemplo de México», ya existen también iniciativas de ley similares.
Sonrisas, besos, fotografías, la felicidad en los rostros por participar en un acto íntimo y simbólico: el apoyo a la Ley de Sociedad de Convivencia.
De ahí a la música festiva de Astrid Hadad, vestida de alcatraces blancos («Un Diego Rivera viviente»); de Jesusa Rodríguez, a la usanza revolucionaria zapatista y guitarra en mano, entonando los corridos de la diversidad sexual; la actriz Regina Orozco cantando a capela «Sobreviviré» y «una ópera que sale en el canal televisivo Cartoon Network»; así como Liliana Felipe y sus inseparables tangos.
Entre los testigos de honor: el pintor José Luis Cuevas, las actrices Sasha Sokol e Isela Vega, la delegada en Coyoacán, María Rojo, y otras personalidades del arte y la cultura.
Y con la participación de decenas de organismos solidarios como Democracia, Diversidad y Equidad Social, Movimiento Amplio de Mujeres, Ave de México, El Armario Abierto, grupos de derechos humanos, de combate al VIH/Sida y ecologistas, la noche llegó a la Alameda Central, y la música de vals era el ritmo de las parejas enamoradas que celebraron de manera muy especial su día.
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