La iglesia Católica y el derechista Partido Popular (PP) marcharon juntos por las calles de Madrid para expresar su rechazo por la próxima
aprobación en el Parlamento del matrimonio entre homosexuales y el derecho a la adopción.
Se quejaron los 19 obispos que participaron, en declaraciones de su portavoz, que la iglesia «nunca se encontró nada parecido en sus 2 mil años de historia».
Es preocupante que España poco a poco se vaya polarizando, que su gente se vea arrastrada por las actitudes más retrógradas que en nada contribuyen al entendimiento de la sociedad, a la aplicación real de los derechos humanos, a la convivencia sin exclusiones.
Es preocupante que el partido de la oposición que gobernara durante ocho años tenga la dependencia, que no necesita declarar, de la iglesia, en un país laico.
Un gobierno está en la obligación de defender los derechos de las mayorías y las minorías que no actúan en dirección contraria a la Carta Magna consensuada por la mayoría de los españoles, y si el PP aspira a regresar a La Moncloa (palacio de gobierno), ya sabemos cuál es su estilo para gobernar: sectarismo, arrogancia, menosprecio, guerrerismo parte de una médula de política de derecha.
Y si la iglesia no ha visto nada parecido en sus 2 mil años, la historia sí tiene mucho que recriminarle en su inamovilidad de principios autoritarios por encima de los tiempos y de los cambios sociales, por encima del respeto a las constituciones y los derechos humanos. ¿Cuál ha sido la respuesta en diferentes países de América Latina? ¿Se olvidó el Tribunal de la Santa Inquisición?
¿Acaso el espíritu que marchó por las calles de Madrid fue el de Torquemada? ¿Qué pasará cuando las asociaciones de gays y lesbianas den a conocer la lista de homosexuales tanto del PP como de la iglesia? Las polarizaciones no aparecen de la noche a la mañana, se alimentan de actitudes y retaliaciones, pero lo cierto es que quienes se han visto discriminados durante siglos, están en la obligación de defender sus
logros.
05/FC/GM
