El terrorismo consiste en el uso de la violencia impredecible, dirigida a menudo contra gente inocente, a fin de conseguir objetivos políticos mediante la creación de un clima de terror. Debe distinguirse de la insurgencia como un todo, incluyendo los movimientos armados revolucionarios, los movimientos guerrilleros y las guerras de liberación. Pero cabe destacar que el terror también lo usan los gobiernos y organizaciones de todo tipo, hasta las familias.
El terrorismo no es un fenómeno de este tiempo. En la historia se incluyen los grupos del Ku Klux Kan y los anarquistas del siglo XIX. Sin embargo, hay dos características de los tiempos modernos que son, probablemente, factores clave en el crecimiento de las actividades terroristas a partir, digamos, de 1945: 1) la tecnología de las armas modernas, tanto armas de fuego como explosivos, y 2) los terroristas usan los medios de comunicación.
De esta forma, obtienen publicidad para sus actividades y objetivos para atender los actos violentos como una forma clave para que su causa tenga un impacto público.
El uso del terror por parte de gobiernos o fuerzas de ocupación difiere en muchos sentidos de su uso en manos de revolucionarios o anarquistas. Los objetivos y métodos de tales grupos también varían considerablemente; por ejemplo, la banda Baador-Meinhot de la antigua Alemania Occidental, el ERI en Irlanda del Norte, Sendero Luminoso en Perú o ETA en España.
Sendero Luminoso ha conseguido tener el control de sustanciales áreas de Perú con métodos revolucionarios altamente destructores. El IRA ha empleado métodos violentos de un modo más discriminador para intentar promover la reunificación.
Cada uno difiere en términos de ideología, objetivos y métodos precisos; lo único que tienen en común es la disposición a usar la violencia como instrumento esencial.
Ciertamente, no puede haber justificación alguna para usar los criterios de la guerra justa; el más decisivo es que el terrorismo ataca a los civiles, aquéllos que no tienen un papel en el aspecto político contra el que aboga el grupo terrorista. Esto no puede justificarse jamás, por noble que sea la causa.
También podemos poner en tela de juicio el razonamiento político contra los grupos terroristas. Es difícil entender cómo la violencia empleada puede servir para crear condiciones para el acuerdo pacífico que es necesario para la vida política sana. La violencia política es contraproducente, ya que la violencia genera violencia, lo que choca con la frase «el fin justifica los medios».
El delito de financiamiento del terrorismo, la figura del reclutamiento de personas, la falta de denuncias de terroristas y el endurecimiento de los castigos contra el terrorismo nacional o internacional son incluidos en el dictamen aprobado por el Senado de la República que toca diversos artículos del Código Penal Federal, del Código Federal de Procedimientos Penales y de la Ley Federal contra la Delincuencia Organizada en materia de terrorismo internacional.
En la comunidad internacional se extiende la preocupación por fortalecer el marco de cooperación internacional para hacer frente a la amenaza terrorista. Por ello, se han abierto nuevos canales de cooperación y asistencia para asegurar que la mayoría de los Estados cuenten con las herramientas necesarias para combatir el terrorismo.
El reto que enfrenta el gobierno mexicano es eliminar del marco jurídico «factores de discrecionalidad que pudieran permitir al Estado reprimir los movimientos sociales de oposición acusándoles de terroristas», para evitar cualquier acción de las autoridades que implique violación a los derechos humanos en este combate.
*Senadora por el Partido Revolucionario Institucional
05/LS/YT
