Inicio El machismo no da prestigio, pero es vigente aún

El machismo no da prestigio, pero es vigente aún

Por Soledad Jarquín Edgar

El machismo ya no da prestigio, pero goza de buena salud todavía, sostuvo aquí el antropólogo social Eduardo Liendro.

Al participar en el ciclo de conferencias previas al Día Mundial de la Población, que organiza la Dirección General de Población de Oaxaca, el investigador apuntó que los modelos de masculinidad de «nuestros padres y abuelos no sirven, por la cada vez más importante participación de las mujeres en la vida social, política y económica».

En la conferencia magistral Los hombres y la perspectiva de género, explicó que el machismo no da prestigio a los hombres y lo que antes era motivo de «orgullo» ahora se castiga, pero todavía falta mucho por hacer para que haya igualdad entre ellas y ellos.

Reconoció que esta reflexión crítica hacia los hombres ha sido impulsada, entre otras cosas, por las propias mujeres que buscan el reconocimiento legítimo de sus derechos en todos los ámbitos.

En ese sentido, añadió, la masculinidad se enfrenta a una crisis con respecto al modelo tradicional del hombre violento, el proveedor y el jefe de familia, porque la violencia se castiga, las mujeres encabezan el 30 por ciento de los hogares y son ellas quienes encabezan el hogar o comparten esa responsabilidad.

Liendro, quien es asesor del Programa Universitario de Género de la Universidad Nacional Autónoma de México, sostuvo que es necesario cambiar pues ya no es sostenible el modelo tradicional de masculinidad.

Cambios que tienen que ver también con la democracia, la justicia social y el cuestionamiento de los privilegios e inequidades, y aseguró que más adelante se habrá de cuestionar con mayor fuerza su participación dentro del ámbito doméstico.

Recordó que esta desigualdad entre las mujeres y los hombres, tiene que ver con la valoración que se da a los roles que cada uno desempeña, y como ejemplo citó la resistencia de los hombres al trabajo en casa, porque es algo que no tiene valor y por tanto se considera que no es para ellos.

Citó entre las desigualdades el acceso a los recursos, como la escuela, el sueldo y el tiempo libre, del cual las mujeres no disponen; la discriminación por ser mujeres y que se patentiza, entre otras muchas formas, con la exigencia del certificado de no embarazo al solicitar un empleo y jamás se pregunta a un hombre si es o va a ser papá.

El fundador e integrante de los Colectivos Hombres por Relaciones Igualitarias y Hombres Renunciando a su Violencia, recordó también que el control o dominio hacia las otras ha generado violencia hacia las mujeres, que ahora se han visibilizado en los feminicidios.

Dijo que el poder implica autonomía, autodeterminación legal, económica, social y corporal, un poder dicotómico, excluyente y jerárquico, donde las mujeres han tenido la peor parte, «una estructura patriarcal que permea no sólo las instituciones sino también los hogares».

Hay quienes piensan que si las mujeres obtienen este poder, obtienen igualdad, la sociedad será un caos, lo mismo decía Pinochet en Chile, señaló; sin embargo, hay otras formas de poder más equitativas, de consulta y de derechos.

También se refirió a «las pérdidas» que esta desigualdad deja a los hombres ya que hay un grave problema de violencia entre ellos y que es la tercera causa de muerte en el país, así como la autodestrucción mediante el uso de drogas y alcohol. Condición que, incluso, ha reducido la expectativa de vida de los hombres hasta por siete años, con respecto a las mujeres.

El papel de proveedor también los ha puesto en crisis, sobre todo cuando no hay trabajo, pues se desvalorizan como personas.

Muchos hombres pierden a sus familias y ello les hace poner distancia con sus hijos, lo cual es una pérdida que los lleva a vivir en soledad. En este sentido, apuntó que muchos migrantes varones piensan que hacen lo correcto al irse en busca de los recursos lejos de casa, «pero no hay ninguna cantidad en dólares que pueda comprar el afecto de las hijas e hijos», dijo el especialista.

Recordó que el excesivo consumo de alcohol y drogas entre los hombres está relacionado con la dificultad de expresar sus emociones, «es más fácil tomarse unas copas que llorar», porque socialmente así hemos sido construidos, apuntó.

Otra pérdida para los hombres es que no buscan la paternidad sino que ésta se deriva de un ejercicio de su sexualidad.

El especialista recomendó como alternativas para lograr la equidad entre mujeres y hombres el respeto a los derechos sexuales, responsabilidad en la anticoncepción y en el cuidado de la salud, para evitar la transmisión de enfermedades sexuales, integrarse a las tareas domésticas y, sobre todo, a la crianza de las y los hijos.

Entre los desafíos destacó que es necesario aceptar y respetar el estatus de igualdad entre mujeres y hombres, llevar la teoría a la práctica y aplicar más recursos.

Promover el desarrollo en igualdad de condiciones será tarea de los hombres, impulsar alguna acciones afirmativas como crear la licencia de paternidad, incentivar económicamente a quienes se hagan la vasectomía, por ejemplo.

Eduardo Liendre hizo hincapié en la necesidad de no tolerar la violencia, como ninguna forma de dominio y control, y lamentó que todavía haya jueces que piensen que un «crimen de honor» es justificable.

2005/SJ/GM

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