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El matriarcado en Tehuantepec

Por Elisa Ruiz

En esta región oaxaqueña la música no se desperdicia, en cuanto la banda empieza a tocar, las tehuanas se ponen a bailar. Esta es la única región de México donde la mayoría de las mujeres bailan con otras mujeres. Por eso se cree que aquí existe el matriarcado, porque las mujeres no dependen de un hombre ni para bailar, pero ese es un mito.

Quienes hablan de un matriarcado en Tehuantepec o son extranjeros, o no conocen la región, afirma Daniel Chicati, cronista de la ciudad.

«Aquí los hombres, el 80 por ciento campesinos, salen a sus labores de madrugada y antes del medio día regresan a descansar. Entonces la esposa va al mercado a vender los productos que ha cosechado el marido, quien para entonces se ha tirado en la hamaca o se ha ido a la cantina. Cuando van a una fiesta, bailan con otra mujer porque el marido está ausente, pero no bailan con otro varón».

Las fiestas en el Istmo de Tehuantepec son en grande y en todas, la presencia de las tehuanas suele predominar. En el Festival de La Sandunga, para conmemorar el 150 aniversario del surgimiento de ese son, dedicado precisamente a elogiar la belleza, gracia y carácter de la mujer istmeña, fueron ellas las que presidieron la celebración.

Mujeres ataviadas con sus huipiles bordados, ofrecen platillos exóticos en una muestra gastronómica de la región. Armadillo, iguana, tamales, garnachas, totopos, por mencionar algunos de los más comunes, son servidos de manos engalanadas con brazaletes de oro.

Durante la calenda previa a la Vela Sandunga, fueron las mujeres las que abarrotaron la explanada municipal, en cuanto la música de banda se empezó a escuchar.

Ellas portaron, alegres, las farolas de carrizo y papel de china en forma de peces, estrellas y lunas con que se iluminaron las calles, mientras los varones empuñaban ramas verdes de carrizo o lanzaban al infinito los cohetes que anunciaban su paso.

Esta permanente y decisiva presencia de las mujeres en las festividades no incomoda a los hombres que reconocen el papel preponderante de sus mujeres en la vida familiar y comunitaria de Tehuantepec.

«La mujer tiene un lugar preponderante, es ella la que administra los bienes y desde luego que lo hace bien, porque aparte de organizar los gastos de una familia, le queda para comprar sus trajes y joyas; porque si ellas visten tan elegantes es porque han hecho su ahorro, les ha costado su esfuerzo», explica Emilio, uno de los lugareños.

Aunque hay que aclarar, continúa, que «el oro que portan en las fiestas de gala es un patrimonio que se va heredando de madres a hijas, y viene a ser como un seguro de vida que se preocupan en dejar, por eso hay tanto comercio de oro por estos lugares», explicó Emilio García Romero, sobrino nieto de la célebre Juana Cata Romero, a quien se le adjudica un romance con el General Porfirio Díaz.

A su vez, José Estefan Ácar, descendiente de inmigrantes libaneses que se asentaron en la región de Tehuantepec a principios del siglo pasado, sostiene que el matriarcado es un mito.

«Lo que sí debemos aclarar es que las mujeres de por acá son muy trabajadoras, muy esforzadas, manejan, desde luego, la economía; pero los maridos nos son flojos que sólo se la pasan en la hamaca. Por eso los emigrados que llegaron a esta tierra, libaneses, árabes, chinos y de otros lados, se adaptaron tan bien al lugar, porque existe una comunidad que comparte responsabilidades y donde la mujer, al administrar los dineros, posee cierta autoridad, pero no puede decirse que eso sea un matriarcado».

Como en la mayoría de las celebraciones de la zona, durante el Festival de La Sandunga se instalaron las llamadas mesas de cooperación, una para las mujeres, otra para los varones. Los asistentes, uno a uno entregan su aportación para los gastos de la fiesta.

Ellas reciben un regalo, ya sea una bolsa, un abanico o algún utensilio de cocina y ellos un cigarro y una copa de anizado, mientras en una libreta se registra la cantidad aportada y el nombre de quien la entrega.

«Así es en todas nuestras fiestas. De esta forma es posible hacer grandes celebraciones sin que la gente termine gastada, porque los organizadores saben que lo que cueste la fiesta finalmente será solventado con la cooperación de todos los invitados. Esto mucha gente lo desconoce, por eso se preguntan ¿cómo le harán para tener fiesta a cada rato?» comentó el cronista de Tehuantepec, Daniel Chicati García.

De esta forma, consideró, la mujer no tiene que erogar grandes cantidades de dinero para una fiesta y la familia no se ve afectada. La mayoría de las fiestas, ya sean familiares o comunitarias, como este festival, se sufragan con este mecanismo que tuvo su origen en la «guelaguetza» u ofrenda prehispánica.

El Festival de la Sandunga no podría hacerse de otra forma, y aunque el Ayuntamiento contó con el apoyo de instituciones como el Conaculta la participación del pueblo es una tradición que se mantiene porque garantiza la continuidad de ésta y otras festividades, concluyó el cronista de Tehuantepec.

* Colaboración especial para CIMAC

       
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