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El miedo masculino

Por Cecilia Lavalle

Algunos hombres están sorprendidos, extrañados, asombrados, preocupados por una reciente reunión que se llevó a cabo en la casa de una señora en la ciudad de México. Y no es que las reuniones sociales les sorprendan. Es que se trató de una reunión a la que sólo acudieron mujeres.

Y no es que les extrañe que las mujeres se reúnan. Es que no se reunieron para tejer o bordar. Y no es que les asombre que mujeres con intereses distintos al tejido y al bordado se reúnan.

Es que entre los intereses de las mujeres que se reunieron se encuentra principalmente el poder político. Y ahí sí a muchos les dio el patatús.

El pasado lunes seis de octubre se reunieron en casa de Rosario Robles, exjefa de gobierno del Distrito Federal y expresidenta del Partido de la Revolución Democrática (PRD), una veintena de mujeres notables por su participación política o pública.

Entre ellas asistieron militantes de distintos partidos políticos como Beatriz Paredes o Elba Esther Gordillo del Revolucionario Institucional (PRI), Margarita Zavala o Martha Sahagún de Acción Nacional (PAN), Amalia García o Leticia Burgos del PRD, Patricia Mercado de México Posible.

Asistieron mujeres que han destacado en la lucha feminista como Marta Lamas (representante del grupo GIRE), Malú Micher (actual diputada), Sara Lovera directora general de CIMAC). Mujeres del ámbito de la justicia como la ministra Olga Sánchez Cordero, o del periodismo y la literatura como Elena Poniatowska.

Mujeres que ocupan cargos importantes dentro del actual gabinete de gobierno como Cecilia Loría (directora general de indesol), o Patricia Espinosa (directora de Inmujeres), o Patricia Olamendi (subsecretaria de la Cancillería), o Josefina Vázquez Mota secretaria de Desarrollo Social.

En resumen había de todo: con cargo dentro de la administración pública o sin él; militando en un partido político o sin compromisos partidistas; trabajando para el poder ejecutivo, legislativo y judicial o sin laborar para ninguno de los tres poderes republicanos; con reconocida trayectoria en las luchas feministas o sin identificarse de lleno con esas luchas.

Pero de entre las muchas diferencias había también coincidencias. Las había con poder de hecho o de derecho; con poder real o simbólico. Y estas coincidencias son las que provocaron el supiritaco de más de tres.

¿Para qué se reunieron? Trascendió que el tema principal fue la preparación de un gran festejo simbólico y con mensaje político para conmemorar el 50 aniversario del derecho de las mujeres a votar y ser electas.

¿Por qué sorprende tanto que una veintena de mujeres de distintas ideologías y con distintas trayectorias se reúnan? Supongo que para empezar porque son mujeres que han transgredido el rol tradicional culturalmente asignado. Para seguir porque están ocupando plenamente espacios de poder y liderazgo que han conquistado.

Sólo eso ya les debe molestar a muchos ardientes defensores de la sociedad patriarcal y de los valores tradicionales. Para continuar porque –como apunta Sara Lovera (directora de CIMAC) "la gran mayoría masculina tiembla al vernos juntas porque intuye un poder y un sentido que no controla".

Y para terminar porque con toda seguridad varias de las ahí reunidas tienen la mira puesta en la silla presidencial, y no sólo la mira sino la capacidad, la experiencia y el talento.

Como el miedo no anda en burro –decía mi abuelita- las descalificaciones no se hicieron esperar: Que las mujeres son incapaces de ponerse de acuerdo. (¿En serio?). Que son mujeres al borde de un ataque de poder. (Si no es migraña. Muchas mujeres tienen muy claro, desde hace tiempo, que quieren espacios de poder y para qué los quieren).

Que este tipo de reuniones no son necesarias porque las mujeres en México pueden ocupar cualquier posición si son capaces. (Capaces de dejar media vida en el intento, mientras que los varones pueden ocupar cualquier posición aún demostrando que son abiertamente incapaces). Que si esta reunión se circunscribe al club de la pequeña Lulú no traerá nada bueno para el país. (Como si un país en poder del club de Tobi nos hubiera legado maravillas).

Yo aplaudo esta reunión y observaré atenta lo que de ella resulte a partir de ahora, porque tengo la impresión de que será una de muchas reuniones que, como ahora, darán mucho de que hablar.

Por lo pronto a los varones sorprendidos, extrañados, asombrados, preocupados por este tipo de reuniones, habría que decirles lo que la periodista Adela Micha escribió a propósito de un aniversario de su programa ¡Cuidado…mujeres trabajando!: "Señores: disculpen las molestias que ocasionan nuestras obras de expansión… Por el bien de todos y todas, sugerimos abrir espacios alternos".

* Periodista y editorialista de Chetumal e integrante de la Red Nacional de Periodistas. [email protected]

2003/CL/MEL

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