El agua, sangre de la naturaleza como la llamaba Leonardo da Vinci, es el vehículo curativo de un antiguo método preventivo de enfermedades, la hidroterapia. Palabra de origen griego que significa «tratamiento mediante el agua».
Sus propiedades medicinales fueron usadas hace más de 2300 años por los griegos, quienes acostumbraban la práctica de baños con fines curativos.
Hipócrates, fundador de la escuela médica de Cos y defensor de la medicina como un arte, recomendaba a sus enfermos la aplicación de agua fría para combatir los dolores articulares causados por problemas inflamatorios (gota) o contracciones musculares.
Varias son las posibilidades curativas del agua, según Frederic Viñas: sus propiedades físico-químicas -medio para aplicar calor al cuerpo y suministrarle determinados preparados medicinales-; su efecto de empuje, la presión que puede ejercer o la resistencia que ofrece, su abundancia y fácil utilización (Hidroterapia, la curación por el agua, 1993).
El punto de aplicación de todos los procedimientos de la hidroterapia, es la piel. La cual actúa como un órgano aislante de la temperatura corporal y también como un eliminador de calor –radiador- gracias al gran plexo sanguíneo que posee.
Las acciones preventivas y terapéuticas de la hidroterapia son, en general, la estimulación y reforzamiento de las funciones orgánicas de los aparatos cardio-circulatorio y respiratorio, el metabolismo y los sistemas glandular y nerviosos vegetativo, señala Viñas.
También puede ayudar a los mecanismos de defensa del organismo, a cambiar la «reactividad» de la persona y a eliminar las substancias tóxicas del cuerpo.
«Nada hay más blando que el agua, pero el agua acaba por vencer las rocas más duras», decía Lao tsé. ¿Qué uso haces de ella? ¿La aplicas como método preventivo y/o curativo? ¿Cómo relacionas la utilidad del agua en tu higiene personal y tu salud? Anota las observaciones en tu Diario del Cuerpo
El agua, vital para la vida del planeta también para nuestra salud.
2005/CV/SJ