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El proceso de cambio en las mujeres

Por Alejandra Buggs Lomelí*

En mi experiencia como psicoterapeuta humanista con enfoque de género, he podido comprobar que la llegada de las mujeres a consulta se relaciona en la mayoría de los casos con algo que le pasa a sus hijas o hijos, pareja, familiar cercano o incluso amistades, lo que afecta emocionalmente sus vidas, y no con algo que tenga que ver directamente con ellas, es decir, no con algo propio.

Es difícil que desde el inicio de una terapia una mujer exprese como tema central situaciones que le conciernen sólo ella; esto generalmente se va logrando conforme el proceso avanza.

El que los motivos de consulta de las mujeres tiendan a colocarse en otras y otros nos permite aterrizar en un componente medular de la identidad femenina y del que ya he hablado en artículos anteriores que es: "El ser para las y los otros", y que paradójicamente se convierte en el primer paso que dan algunas mujeres en la búsqueda de apoyo emocional, sin darse cuenta que en la historia de su vida las grandes ausentes son ellas mismas.

La tendencia que ha prevalecido aún con los cambios logrados ha sido a que a la mujer se le dificulte o no tenga acceso a ningún tipo de poder económico ni político, por lo que sus deseos y su poder se han concentrado exclusivamente en el amor y cuidado a sus hijas e hijos, y en el deseo de amar y ser amadas como una manera de sentirse vivas.

Cuando estos ejes alrededor de los cuales gira la vida de las mujeres se tambalean porque algo les sucede a las y los hijos o a la pareja, también se tambalea la existencia de las mujeres y es cuando en muchas ocasiones deciden ir a terapia.

Durante el proceso psicoterapéutico, la consultante empieza a tomar conciencia y a diferenciar su vida de la vida de las y los otros, y a darse cuenta de que su historia, aunada a los efectos emocionales que producen los mandatos sociales, genera costos personales y sufrimiento, dañando profundamente su vida.

Desde mi punto de vista, este darse cuenta es terapéutico en sí mismo porque se convierte en el momento decisivo en el que inicia el proceso de cambio en las mujeres, que paulatinamente se irá reforzando con el proceso psicoterapéutico.

Cuando la consultante toma conciencia de su realidad personal y social empieza a reconocer sus puntos ciegos, e identifica los mecanismos de defensa que ha tenido que construir ante la amenaza de los mandatos sociales, ya no hay marcha atrás, porque este darse cuenta ya no se lo permite. Es haber corrido el velo que cubría su realidad y le impedía ver con claridad.

La mujer que experimenta este "insight" (1), es decir, "ese foco que se prende", "ese 20 que cae" al momento de darse cuenta de algo, se sorprende de este darse cuenta y empieza a experimentar resistencias tratando de regresar a viejos patrones o mecanismos utilizados a lo largo de toda su vida como una forma de no responsabilizarse de lo que a ella le está sucediendo emocionalmente.

Durante este periodo del proceso, el miedo y el dolor también aparecen en escena, asociados al hecho de tener que enfrentar aspectos de sí mismas que habían estado escondidos, congelados y peor aún rechazados y que conforman la totalidad de su ser mujer.

Muchas consultantes refieren este miedo y dolor relacionados a la posibilidad de cambio en sí misma, al dilema ante nuevas formas de ser, a los vínculos afectivos que se empiezan a cuestionar, y a la sensación de vacío que genera darse cuenta que no tienen una vida propia porque viven la de las y los demás.

Comprender el proceso al que se enfrenta una mujer al iniciar y continuar con una psicoterapia, implica mirar, reconocer y aceptar lo difícil que es renunciar a estilos de vida, ritmos, indumentarias y máscaras, actitudes a las que han sido fieles literalmente para sobrevivir.

Desde esta óptica de género podemos darnos cuenta lo que implica para muchas mujeres el proceso de cambio, siempre lo he dicho en las sesiones psicoterapéuticas, talleres y cursos: "El proceso psicoterapéutico es una experiencia difícil, sí, pero no imposible de iniciar y continuar, ya que requiere de la misma fuerza y empeño que invertimos en el cuidado de otras y otros para invertir este cuidado en nosotras mismas".

Estoy segura que nuestra historia real como mujeres inicia cuando volteamos la mirada hacia nosotras y nos comparamos no con las y los demás sino con nosotras mismas, y también al compararnos con esa realidad social que nos ha marcado y determinado como mujeres y a la que intentamos cambiar día a día.

(1) Insight: del inglés "visión interna", "percepción, entendimiento". Un "insight" lleva a cambios en la conducta de las personas, ya que afecta no sólo la conciencia de sí mismas, sino su relación con respecto al resto.

www.saludmentalygenero.com.mx

*Directora del Centro de Salud Mental y Género, psicóloga clínica, psicoterapeuta humanista existencial y especialista en Estudios de Género.

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