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El Tribunal de las Mujeres las recupera de la invisibilidad

Por la Redacción

Hace 30 años Gloria Lagos fue detenida y desaparecida por la policía secreta de la dictadura chilena. La semana pasada, su caso -aún sin veredicto en la justicia local- fue tratado en el Cuarto Tribunal de Derechos de las Mujeres, instancia jurídico simbólica que recupera causas legales de discriminación de género y violencia contra las mujeres.

La experiencia fue evaluada en un seminario continental hace un mes y se pretende replicar en otros países. Gloria Lagos tenía tres meses de embarazo e igual número de hijos cuando fue detenida por la DINA, el órgano represor del régimen de Pinochet. Un agente había llevado a su pareja, recluido en un centro clandestino, de visita a su hogar.

El militante de izquierda escapó por la ventana del baño y Gloria fue capturada en su lugar. Enviada a casas de tortura, la joven mujer pasó a formar las listas de detenidos desaparecidos de la dictadura chilena.

María y Marcela tenían 12 y 14 años respectivamente cuando en 1974, mientras iban por la calle, fueron subidas a furgones militares y violadas por grupos de uniformados.

Estos son los casos que, a tres décadas de ocurridos, fueron revisados en la cuarta versión del Tribunal de Derechos de las Mujeres, instancia convocada por la Fundación Instituto de la Mujer de Chile, que revisa litigios de discriminación de género y que en esta ocasión se centró en el abuso sexual y la violencia contra las mujeres en periodos de represión política.

«Nuestra intención era recuperar delitos opacados por otros, invisibilizados durante décadas. Estos dos casos son un ejemplo de las agresiones que sufrieron las mujeres durante la represión chilena», dijo Claudio González, director de la Fundación, durante la clausura del tribunal, realizado el pasado 11 de noviembre en Santiago de Chile.

«Hoy se comienza a dar cuenta de la dimensión de género en la práctica de la represión, de la represión a los cuerpos de las mujeres. De cómo la violencia sexual es tomada casi como un botín de guerra», agregó González.

La selección de estos trágicos casos coincide con la conmemoración de los 30 años del golpe militar en Chile, simbolizando en ellos la violencia que se ejerció en contra de las mujeres y que por años no fue mostrada, ni mucho menos juzgada.

«La violencia sexual como tortura es un tema que hay que enfrentar; está pendiente en nuestras sociedades. Hasta hoy la invisibilidad es muy grande, que por un lado proviene de las víctimas mismas –es vergonzoso hablar de la violencia sexual–, pero además del hecho de que nada se presta para juzgar estos hechos. Primero, las mujeres se inhiben a ellas mismas, pero también los órganos que deberían hacerlo, no cumplen su función», aseguró a MujeresHoy Cecilia Medina, abogada integrante de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) quien, por tercera vez, participa en estos particulares tribunales.

JÓVENES, EL RELEVO EN LA DEFENSA DE LOS DDHH

En 1997 el Instituto de la Mujer realizó el Primer Tribunal de Derechos de las Mujeres, concibiéndolo como una acción de vigilancia, de denuncia y de información pública sobre los derechos humanos de las mujeres que, con frecuencia, no son respetados.

La experiencia se inspiró en tribunales similares desarrollados en las Conferencias Mundiales de Derechos Humanos de Viena en 1993, y de la Mujer en Beijing en 1995.

La primera audiencia tuvo como principal logro el indulto presidencial y la libertad de Juana Candia: una mujer condenada a 10 años de cárcel por matar a su marido en legítima defensa, tras sufrir años de violencia sexual y psicológica. Juana fue violada siendo menor de edad y obligada a casarse con su agresor para «limpiar la honra de sus parientes».

En la segunda versión se presentaron casos de acoso sexual y discriminación gremial que habían sido fallados contra las mujeres en la justicia, mientras que en la tercera se revisaron causas simbólicas de violaciones a los derechos humanos, dos de ellas denunciadas a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

En esta última presentación el jurado estuvo integrado por siete abogados y abogadas de distinta orientación política, cuyo veredicto en ambos casos tratados fue que el Estado chileno no cumplió su deber, ya que no respetó el derecho a la libertad personal, el derecho a la vida, al honor y la protección de los niños y niñas.

El jurado dictaminó además que hubo abuso de poder contra las mujeres y que la violencia sexual debe ser considerada como tortura. Otra modificación en el proceso de este juicio simbólico fue que la defensa y acusación de las partes estuvo a cargo de estudiantes de derecho de diversas universidades chilenas.

«La participación de los y las alumnas de leyes durante la clínica jurídica ha sido espectacular. Hicieron francamente un gran trabajo. Su motivación es determinante, porque son ellos y ellas los futuros ejecutores de justicia. Son nuestro relevo en la tarea de defensa de los derechos humanos», dijo a MujeresHoy Ximena Zavala, directora ejecutiva del Instituto de la Mujer.

Zavala se manifestó además muy entusiasta ante la posibilidad de que estos tribunales se repliquen en otros países latinoamericanos. En noviembre pasado participaron en el Seminario Interamericano sobre Género y Justicia, realizado por el Centro de Estudios de Justicia de las Américas (CEJA).

«Fue muy interesante que esta experiencia se evaluara a nivel continental porque la consolida, nos permite continuar y así seguir encontrando financiamiento para esta actividad», declaró la activista.

«Además mostró mucho entusiasmo en realizar estos tribunales de experiencia en Argentina, Perú, Bolivia, Ecuador y Colombia. El problema es la falta de recursos, porque materializarlos es bastante caro. Nosotros pagamos honorarios a los y las abogadas que participan. Entonces, necesitamos subsidios», añadió.

Financiamiento que al parecer es indispensable encontrar, ya que, como dice la abogada Cecilia Medina, «el propósito de este tribunal es darle algún aliento a las mujeres para que internalicen que ellas también tienen derechos humanos y que tienen que hacerlos exigibles. Y que ciertamente la violencia sexual es una violación a éstos».

03/MH/GMT

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