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El Voto de las Mujeres

Por Gilberto Meza

El encuentro de un grupo de mujeres en octubre de 2003 con motivo de la celebración del 50 aniversario del voto femenino en México, fue configurando un espacio de reflexión que acabó plasmado en este libro de la editorial Plaza y Janés, el cual da a conocer CIMAC como primicia.

El Voto de las Mujeres (que será presentado en febrero) quedaría para el anecdotario nacional en los medios, que vieron en este grupo de ex gobernadoras, legisladoras, militantes destacadas de partidos políticos o de organizaciones sociales a una especie de rebelión femenina o una confabulación de oscuros objetivos.

De no ser por la preocupación y enjundia de Sara Lovera y Yoloxóchitl Casas, participantes de dichas reuniones y cuyo oficio periodístico las empujó a aterrizar esas visiones en un documento que ofrece una idea coherente de lo que piensan las políticas de este país sobre un abanico de temas que forman desde ahora, y en adelante, la agenda nacional.

El libro es una panoplia que ofrece las visiones de poder de estas mujeres que comparten no sólo una visión de género, sino también una voluntad de poder expreso que se manifiesta, éste sí, de manera clara y fuerte en un país que prefiere el susurro y el mensaje cifrado.

Una antología de visiones de un grupo de mujeres que nos transmiten su experiencia del ejercicio del poder y la participación pública, en cada una de las áreas que conforman la multifacética realidad nacional, surgidas de una serie de encuentros que posibilitaron no una reunión de amigas, sino una confluencia intelectual.

Las reuniones, como aclara Lovera en la introducción, causaron revuelo porque «la reunión de estas mujeres tan diversas era un signo nuevo en un país que apenas ha comenzado su transición a la democracia», y porque, como aclara más adelante, «los medios no podían concebir que se reunieran mujeres de poder, con poder y por el poder simplemente para festejar su ciudadanía, y señalar lo que falta a esa ciudadanía. Cómo ésta es todavía incompleta e imperfecta».

Imperfecta, claro, tanto como puede serlo cualquier democracia, que no puede ser tomada nunca como un fin y que, por el contrario, es siempre un medio, pero incompleta porque se ha negado a sí misma la visión de la mitad de la ciudadanía que la integra, es decir de las mujeres, que en este país suman casi el 52 por ciento de la población.

Las protagonistas de este libro, forman parte de la élite política de México, pero sería más justo decir que ellas mismas son una élite que, dispersa en el territorio nacional, ha influido de manera determinante en el rumbo que ha tomado la política nacional los últimos 30 años o más.

El que las propias participantes en este festejo multívoco se hayan autodenominado a sí mismas como Grupo Plural, rechazando el de Notables que les dieron los medios en un afán descalificativo, puede dar una idea de los objetivos del mismo, todo lo cual se refleja de manera nítida en este libro que podemos definir como histórico.

Histórico, porque nos permite asomarnos a la reflexión que sustenta, y ha sustentado, el trabajo público de estas 29 mujeres (desde Griselda Alvarez, primera gobernadora en el país, hasta Josefina Vázquez Mota, la única secretaria del gabinete actual), que desde los más diversos ámbitos se han atrevido a buscar el poder para cambiar su realidad y la de sus conciudadanos.

Contamos con un documento que nos permite saber lo que piensa la mitad de la población sobre el ejercicio público de un grupo de mujeres que se atrevieron a, también, transformar una visión chabacana del poder en una en la que lo privado es elevado a la dimensión pública.

Es un grito de rebeldía, es cierto, porque como señalan en su Declaración «la gran lección que hoy celebramos es que no es el cuerpo lo que determina las tareas políticas que las personas podemos realizar», pero es al mismo tiempo el reconocimiento de que la política como espacio privilegiado de participación pública permite unificar criterios más allá de la contingencia ideológica: «Nosotras –agregan en la Declaración-, con nuestras diferencias, coincidimos en que la responsabilidad pública atañe igualmente a mujeres que a hombres».

Son, en definitiva, mujeres empoderadas que utilizan el poder para cambiar la realidad, que es justamente el objetivo último de la política a cuyo ejercicio han dedicado sus vidas. Para quienes participaron en este esfuerzo, un documento de consulta obligado a partir de hoy, el tema de la pluralidad es central en nuestra agenda democrática.

Como ellas mismas dicen: «No podemos coincidir en muchas cosas, pero sí en una: celebrar la presencia femenina en el espacio público y trabajar para impulsar una mayor participación».

Nos unimos, desde ya, a dicha celebración.

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