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Embarazo adolescente va en aumento pero es invisible

Por Soledad Jarquín Edgar

Como en el caso del aborto, el embarazo adolescente es apenas visible. Los programas oficiales carecen de recursos para atender la demanda de información precisa, científica y laica, en tanto la sociedad organizada se esfuerza por mejorar el camino que no cubre el sector oficial.

Falta de información y disponibilidad de los métodos anticonceptivos para la población adolescente son dos de los factores determinantes del embarazo precoz, un problema de salud pública que no se detiene. En lo social las cifras disfrazan un problema y revelan a una sociedad no preparada para hablar de sexualidad con las y los más jóvenes.

De acuerdo con instituciones y especialistas, de organizaciones públicas y sociales, éstas serían apenas algunas de las consideraciones más comunes y las coincidencias más frecuentes del embarazo precoz que se suscribe entre mujeres menores de 20 años.

¿Estás embarazada?

En el país el promedio de embarazos que reporta el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI/2003) es de 16.8 por ciento. Cantidad que apenas disminuyó 1.2 puntos porcentuales en los últimos 13 años.

Los estados de Colima, Guanajuato y Oaxaca tienen los menores porcentajes de mujeres que conocen por lo menos un método anticonceptivo, según la misma fuente oficial que asegura que este porcentaje es superior a 80. el problema se agrava porque no tienen acceso a ellos, señaló Raquel Chávez Solano, integrante de la Red Nacional Católica de Jóvenes por el Derecho a Decidir (RNCJDD).

En la escuela el profesorado no está preparado para dar la información correcta y sin prejuicios. En la casa todavía persisten los tabúes. En las clínicas de salud pública se les niegan los métodos anticonceptivos –pastillas, dispositivos intrauterinos o, incluso, condones-. Les cuestionan su estado civil, su edad y les piden que vayan acompañadas de sus madres. «Esta conducta, que es violatoria a la salud sexual y los derechos reproductivos de las chavas, las desalienta y no vuelven».

Añadió que en las zonas rurales las y los jóvenes enfrentan una problemática todavía más severa, porque además de no tener información, las clínicas no cuentan con métodos anticonceptivos.

Sobre este caso, la gerente de la Clínica Mexfam, ubicada en la ciudad de Oaxaca, Hilda Aquino Bolaños, indicó que en muchas comunidades rurales, todavía se acostumbra a casar a las niñas de 12 o 13 años en cuanto terminan su educación primaria, y ellas tampoco planean su vida sexual, porque quién decide es la suegra.

VAN EN AUMENTO

A su vez, la investigadora del Instituto Regional de Investigación en Salud Pública de la Universidad de Guadalajara (UdG), Isabel Valadez, refirió que se ha visto que la frecuencia de relaciones sexuales entre adolescentes va en aumento y con ello también los embarazos no planeados y las enfermedades de transmisión sexual.

De acuerdo con un trabajo de investigación realizado junto con los médicos Noé Alfaro y Josefina Fausto Guerra, señaló que biológicamente el cuerpo de la adolescente no ha madurado; el control prenatal con frecuencia es deficiente o nulo, lo cual repercute en la no detección oportuna de factores de riesgo o enfermedades que pudieron ser evitables.

En el plano psicológico, agregó, la adolescente no es capaz de asumir su responsabilidad; sus objetivos, intereses y ubicación en la sociedad no están acordes con el desarrollo del embarazo ni con el hecho de ser madres.

Y, en el social, las condiciones económicas desfavorables y el bajo nivel educativo demuestran tener relación con la aceptación de relaciones sexuales tempranas.

Valadez coincide con las otras entrevistadas en la deficiente educación sexual que reciben los jóvenes, en especial las mujeres. «Las jóvenes desconocen su anatomía y fisiología sexuales y tienen ideas erróneas sobre cómo puede acontecer un embarazo».

Estudios realizados –añadió- cuentan que casi un 70 por ciento de adolescentes no tienen conocimientos sobre anticoncepción y 19 por ciento los utiliza en forma errónea.

En tanto, Aquino Bolaños dijo que las adolescentes embarazadas se enfrentan a actitudes de rechazo y discriminación de la familia, sus maestros y compañeros de escuela.

En ese sentido, Araceli García Casas, de la Clínica del Pueblo, ubicada en la periferia de Oaxaca de Juárez, asegura que del total de consultas prenatales un 30 por ciento son adolescentes «que se creyeron el cuento de encontrar la felicidad». Pero la realidad es que el 90 por ciento de ellas terminan solas en el proceso de gestación.

¿ESTAMOS EMBARAZADOS?

De acuerdo con la publicación La Adolescencia y la Juventud en México «un hijo siempre trae cambios importantes en la vida y, en el caso de las adolescentes, el embarazo reduce sus opciones de vida y afecta su futuro».

En las estadísticas oficiales no se considera la fecundidad masculina, lo que refleja la prevalente ideología patriarcal, que asume que es a las mujeres a quienes hay que medir y controlar, agrega la misma fuente documental.

Sergio, tiene 19 años, su novia María Elena, cumplió los 18. Está embarazada desde hace cinco meses. «El susto fue tremendo. Con nuestros padres acordamos que no nos casaríamos, cada uno vivirá con su familia, pero compartirán el cuidado del bebé. Aunque «salieron las cosas», Sergio lamenta lo sucedido porque su futuro es incierto. «Quizá tenga que dejar la escuela tarde que temprano».

Sí tenía información. Mi papá siempre me decía «no se te olviden los condones y hasta me los metía en la bolsa de la camisa, pero se me olvidaron», explica y asume que fue un acto «de irresponsabilidad».

Raquel Chávez Solano sostuvo que la experiencia de Sergio, habla de la culpa con la que las y los jóvenes son enseñados a vivir la sexualidad por parte de la iglesia, que considera a ésta como un acto de reproducción, cuando tendría también que ser placentera.

Y CAMBIARON PARA SIEMPRE

Susana cumplirá 17 años en junio, justo cuando nazca su hijo. Tamara tiene 19 años. Ambas, se cruzaron alguna vez en el patio de la misma escuela pero nunca se hablaron. Se reconocieron hace poco en una consulta prenatal en la clínica del IMSS. «Cuando platicamos nos morimos de risa, pero también de miedo», señala Susana.

Una con ocho meses y la otra con seis de embarazo, conservan sus muy delgadas figuras y asoman apenas sus vientres. Solas informaron a sus familias que estaban embarazadas. Mis padres –dice Susana- reaccionaron bien. Los míos no, completa Tamara.

Las dos reconocen que habían recibido una buena información en la secundaria, algo más ahora en la preparatoria, el problema –coinciden- es que no estás familiarizado con los métodos ni traes las pastillas en la bolsa.

Ellos, sus ex novios, tampoco usaron condones y a las dos «jamás» se les ocurrió pedir que los usaran. Susana –aseguró- que volverá a la escuela después del nacimiento; Tamara que tuvo que mudarse con una tía, no lo sabe, su familia le retiró todo el apoyo. Para las dos, la vida cambió para siempre.

LO QUE SE HACE Y LO QUE NO SE HACE

Las especialistas coinciden en que es necesario que las autoridades de educación y de salud emprendan acciones para enseñar educación sexual en las escuelas. No sólo de manera superficial, dice Raquel, se necesita mucho más preparación del profesorado y propone que también será necesario sensibilizar a los farmacéuticos, a donde recurren «las y los chavos ante la negativa de atención en las clínicas de salud».

A su vez, Valadez propuso la incorporación de contenidos sobre salud reproductiva, orientación sexual y planificación familiar a los diferentes niveles de enseñanza, capacitación al magisterio, estudiantes normalistas y educadores voluntarios.

Y mientras, en la Secretaría de Salud, sacan dinero de un programa y de otro, para llevar pláticas a las escuelas, porque no hay presupuesto. «Las Lunáticas» del Grupo de Apoyo a la Educación de la Mujer, una organización social con sede en Oaxaca, sensibiliza a la población adolescente con la puesta en escena de la obra de teatro: ¿Bebé? Pero si apenas estamos en Secu.

Las y los actores son también adolescentes que fueron sensibilizados y después escribieron la obra, explicó la coordinadora del grupo Guadalupe Carmona Luna.

Maica Rodríguez, actriz de 17 años, sostiene que con la comedia y la ironía las y los adolescentes aprenden más, «me han dicho que es una forma fácil de entender algo que casi nunca hablan en casa, en la escuela les enseñan apenas y en otras partes ni siquiera se toca el tema».

2005/SJ

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