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Empleos, piedra angular del desarrollo integral

Por Carmen R. Ponce Meléndez*

El empleo genera condiciones en el entorno social que van más allá del ingreso monetario: estructura el tiempo de las personas, fomenta el contacto social, proporciona objetivos o propósitos colectivos, brinda identidad y estatus social. Todas estas condiciones se deterioran seriamente con el desempleo.
 
“Un buen empleo puede cambiar la vida de una persona y cuando los puestos de trabajo son adecuados, pueden transformar sociedades completas. Los gobiernos deben poner este tema en primer plano para promover la prosperidad y luchar contra la pobreza”, sostuvo el presidente del Grupo del Banco Mundial, Jim Yong Kim.
 
El Banco Mundial dedica su informe sobre “Desarrollo Mundial 2013” al tema de “Empleos”, y en el estudio de caso para México este organismo internacional señala que el empleo ha disminuido la pobreza extrema y es la piedra angular del desarrollo; revela que las mujeres empoderadas por los empleos invierten más en sus hijos.
 
Este nuevo informe se elaboró en el primer semestre de 2012, acordado entre la Agencia Pública de Investigación para el Desarrollo Internacional de Canadá (IDRC, por sus siglas en inglés), y la Conferencia Internacional de Seguridad Social (CISS), un organismo internacional que agrupa organizaciones de toda América Latina.
 
Baste considerar que en el mundo mil 600 millones de personas trabajan a cambio de un sueldo o salario; se necesitan 600 millones de trabajos en un período de 15 años para mantener las tasas de empleo actuales, y 621 millones de jóvenes no trabajan ni estudian.
 
En México la participación de las mujeres en el mercado laboral ha sido creciente. En los últimos 40 años pasó de 17.6 a 46.9 por ciento, una transformación que se ha visto acompañada de cambios en educación, tasas de fertilidad, urbanización del país y modificaciones en la composición de las familias.
 
Muchas más mujeres que hombres se desempeñan en trabajos no remunerados en países de ingreso bajo y bajo-mediano. Por otra parte, en los países de ingreso mediano las mujeres son más propensas a ser asalariadas, aunque con demasiada frecuencia ganan menos que los hombres.
 
Los empleos que tienen el mayor beneficio para el desarrollo son aquellos que ofrecen oportunidades a las mujeres, aumentan los ingresos, hacen funcionar mejor las ciudades, conectan a la economía con los mercados mundiales, protegen el medio ambiente y le dan a la gente espacios de participación en su sociedad (cohesión social), que sólo se alcanza con la seguridad social.
 
Propone un enfoque en tres etapas para ayudar a los gobiernos a cumplir estos objetivos: en primer lugar, debe haber bases sólidas, lo que incluye estabilidad macroeconómica, un entorno propicio para hacer negocios, capital humano y Estado de Derecho.
 
En segundo lugar, las políticas laborales no deben convertirse en obstáculo para la creación de empleos; además deben permitir la participación y brindar protección social de los más vulnerables.
 
Por último, los gobiernos deben identificar cuáles son los empleos que más ayudan al desarrollo, dado el contexto específico del país y remover o compensar las barreras a la creación de este tipo de empleos por parte del sector privado.

(VER GRÁFICA AQUÍ)

Para el mercado laboral mexicano el reto es el empleo con calidad, empleos dignos. No solo productivos, sino con salarios dignos y con seguridad social.
 
En cuanto al desempleo, no obstante que las tasas de desempleo abierto que reporta el Inegi son relativamente bajas, éstas crecen sustancialmente si incluyen la población “disponible” (personas que declaran desear trabajar, pero que no están buscando empleo en el momento de la encuesta).
 
Incluyendo esta cifra de “disponibles” el desempleo femenino superó 20 puntos porcentuales durante 2008-2009. La OCDE reporta que México tiene una cifra más alta que Estados Unidos en la categoría de “disponibles”, ya sea en población femenina o masculina.
 
Las brechas en el empleo y la seguridad en el país se generan en siete dimensiones y todas afectan al mercado laboral femenino: las derivadas del empleo formal o informal; su acceso a la seguridad social y por tanto desigualdad en oportunidades; desigualdad generacional en jóvenes y personas de la tercera edad; los diferentes niveles de educación; entre familias con alta o baja fecundidad; las de género y, por último, las derivadas de trabajar en una pequeña empresa o en una empresa grande.
 
En empresas grandes la cobertura de seguridad social es del 95 por ciento, en contraparte en las empresas pequeñas sólo alcanza a 7 de cada 100 trabajadores o trabajadoras (micro de 1 a 10 trabajadoras; pequeña de 11 a 50; mediana, de 51 a 100; grande, más de 100).
 
Hay que recordar que en el país más de la mitad de los empleos –66 de cada 100– son generados por micronegocios y pequeñas empresas; para el caso del sector comercio esta cifra crece a 68.7 de cada 100.
 
Por lo consiguiente son empleos sin seguridad social y con muy baja productividad, la brecha en la calidad del empleo es muy amplia. El resultado es que 29.1 millones de trabajadoras y trabajadores están en la informalidad.
 
La segregación en seguridad social también afecta a las familias con mayores tasas de fecundidad, así como a las poblaciones indígenas y rurales, donde la informalidad es del 90 por ciento.
 
En materia de educación, el problema central es que la oferta prevista de servicios educativos está muy por debajo de la demanda, se requiere abrir canales para desahogar los requerimientos de las familias por educación superior y técnica.
 
Además, la brecha salarial entre géneros fluctúa entre 20 y 30 por ciento en universitarios y crece al 40 por ciento en educación media superior. A mayor edad y menor educación ésta aumenta. Esta disparidad salarial debe desaparecer, entre otras cosas porque es un mecanismo para bajar salarios de trabajadoras y trabajadores.
 
Es innegable la relevancia del tema del empleo y su análisis del mercado laboral, comprendido en este importante informe del Banco Mundial; lo deseable es que también se convierta en una prioridad del próximo gobierno.
 
P.D.
Carestía en alimentos. El 16 de octubre se celebró el Día Mundial de la Alimentación y no está por demás señalar que en el último año (octubre 2011-2012) es impresionante el alza que han registrado los precios de los alimentos, en promedio 51.5 por ciento.
 
Destacan los aumentos de hasta 100 por ciento en el caso del frijol, huevo y sopas de pasta, todos alimentos básicos en la dieta, y son precios promedio. No hay salario que alcance.
 
La importación de granos básicos también ha crecido en forma desmesurada. En 1995 México importó el 15.7 por ciento de sus cuatro granos básicos; para 2011 se importó el 41.8 por ciento de frijol, trigo, arroz y maíz.
 
[email protected]

Twitter: @ramonaponce
 
*Economista especializada en temas de género.
 
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