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En aparente normalidad la vida cotidiana sin Fidel

Por la Redacción

Un turista desconocedor de esta isla del Caribe podría pensar que nada sucede: calles tranquilas; las personas parecen seguir la rutina cotidiana de las compras del pan, la cebolla o el ajo; familias enteras hacen fila para viajar a la playa y aliviar el agobiante calor del verano.

Pero para cualquier habitante de una de las ciudades más ruidosas de la región, la calma, que se respira desde la noche del 31 de julio en la capital del país, es demasiado silenciosa para ser normal. Los carnavales habaneros, previstos para este mes, se suspendieron y abundan los policías por cualquier esquina.

La tensión flota en el aire, sin apuros, y la incertidumbre invade el alma de la mayoría de la población del único país socialista del hemisferio occidental. La noticia de la enfermedad de Fidel Castro y su retiro temporal del poder movió el piso de una forma tan repentina que aún no se logra retomar el equilibrio.

Ni siquiera la cercanía de la tormenta tropical Chris, moviéndose cerca del oriente cubano, logró desplazar el bien focalizado centro de atención de la isla.

¿Qué va a pasar? la pregunta viene una y otra vez a la mente de varias generaciones cubanas, de aquellas que eran jóvenes cuando el triunfo de la Revolución, el 1 de enero de 1959, y de otras que nacieron y han vivido toda su vida dentro del proceso encabezado por el presidente Castro.

Hemos vivido siempre con Fidel. Hay personas que creen que sin él podría ser mejor, pero yo lo dudo. Mira lo que pasó en los antiguos países socialistas de Europa del Este: desaparecieron muchas conquistas sociales, entre ellas no pocos derechos de las mujeres, dijo una ingeniera cibernética, de 42 años.

No va a pasar nada, fue la respuesta tajante de una joven universitaria, de 21 años, en tanto, Alba Osorio, una jubilada de 74 años, reconoció no tener paz desde que supo de la enfermedad del presidente: tengo un nudo en la garganta que no se me quita, dijo.

Católica de las que no abandonó sus creencias ni en los momentos más duros, cuando ser creyente era casi sinónimo de contrarrevolución, Osorio asistió este domingo a la misa dominical del cardenal Jaime Ortega en la Catedral de La Habana y, junto a cientos de personas, oró por la salud del presidente.

Hay que pedir para que nada rompa la concordia entre los cubanos y nada perturbe la paz entre nosotros, ya que es evidente que cualquier cosa que fuese de ese estilo no solamente es rechazada, sino que sería muy lamentable, dijo el cardenal Ortega a la prensa.

Los pedidos de salud y paz provienen también de las numerosas casas cubanas, donde se practican religiones de origen africano como la santería (Regla de Ocha), y de entidades ecuménicas como el Centro Memorial Dr. Martin Luther King Jr.

Para la población de la isla todo comenzó durante la edición estelar del noticiero de la televisión nacional, la noche del lunes 31 de julio, cuando un locutor anunció que, a las 9:15 de la noche (hora de Cuba), se trasmitiría una proclama del Comandante en Jefe al pueblo con una información importante.

En el documento, firmado con la letra del presidente a las 6:22 de la tarde de ese mismo día, Castro informaba a la población que días y noches de trabajo continuo sin apenas dormir habían provocado que su salud, que ha resistido todas las pruebas, se sometiera a un estrés extremo y se quebrantara.

Esto me provocó una crisis intestinal aguda con sangramiento sostenido que me obligó a enfrentar una complicada operación quirúrgica. Todos los detalles de este accidente de salud constan en las radiografías, endoscopías y materiales filmados, añadió el mandatario.

Ante la obligación de permanecer varias semanas de reposo, Castro decidió delegar provisionalmente sus funciones al frente del Partido Comunista de Cuba, del Consejo de Estado y Comandante en Jefe del Ejército, al ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, Raúl Castro.

Con el mismo carácter temporal trasmitió a un grupo de altos dirigentes sus funciones como impulsor principal del Programa Nacional e Internacional de Salud Pública, del Programa Nacional e Internacional de Educación y del Programa Nacional de la Revolución Energética en Cuba.

Sin un ápice de pesimismo, pero tampoco con el optimismo que le ha llevado a declarar estoy entero en otros momentos difíciles de su historia reciente, el mandatario rogó posponer las celebraciones previstas para festejar su 80 cumpleaños, el 13 de agosto, para el próximo 2 de diciembre.

Ese día se conmemora el desembarco del yate Granma que lo trajo a la isla desde México, en 1956, para comenzar la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista (1952-1958).

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