El incremento de la violencia de género asuela la sensibilidad de la sociedad dominicana, no obstante las autoridades dan pocos pasos efectivos para detenerla. En las últimas 24 horas dos mujeres han sido ultimadas por sus parejas y en uno de esos casos el perpetrador se suicidó: ambos eran estudiantes de ingeniería de la Universidad Autónoma de Santo Domingo.
Singular consternación causó el otro feminicidio, cometido por un cabo de la fuerza aérea. Aunque el individuo alega que se trató de un atraco, la versión resulta poco creíble: su esposa, y madre de los dos hijos de ambos, de tres y un año, pereció por un balazo en la cabeza.
En un ambiente poco sano y cargado de violencia de género, se ha hecho prácticamente común que los uniformados asesinen a sus mujeres con las armas de reglamento.
Lo que agrega particularidad a este hecho es que la joven era hija de la periodista Belkis Genao, colega que desde hace cuatro años ha estado combatiendo los feminicidios desde una revista de crónica roja donde trabaja.
En el último lustro ella ha ido registrando de modo confiable las estadísticas de este tipo de asesinatos, rechazando que la comisión los califique como crímenes pasionales ya que ello le resta gravedad a los hechos y responsabilidad a los agresores.
Desde la Red Dominicana de Periodistas con Perspectiva de Género, Belkis Genao ha promovido el enfoque adecuado para ese fenómeno y su experiencia fue muy reconocida cuando la expuso el pasado mes de mayo, en el Encuentro Mujer y Comunicación en La Habana.
En medio de su llanto desgarrador frente al cadáver de su hija, la comunicadora reiteraba: «Yo nunca pensé que iba a contabilizar en esas cifras a mi propia hija.» En tiempos más recientes Belkis Genao estuvo preocupada y acumulando información sobre qué es lo que pasa con los huérfanos: ahora tiene a dos en su propia casa.
Numerosas representaciones del movimiento de mujeres, incluso la ministra de la Secretaría de Estado de la Mujer, Yadira Henríquez, han acompañado en su dolor a Belkis Genade y sus familiares. Con la muerte de estas dos jóvenes el número de feminicidios ocurridos durante este año se incrementa a 70, en una nación de sólo ocho y medio millones de habitantes.
El problema, aunque consterna y también asusta, no se menciona desde las tribunas donde hablan los políticos; es más, su enjuiciamiento queda circunscrito a algunas ONG, ocasionalmente, a la Procuraduría General de la República y al Grupo de Abogacía por los Derechos de las Mujeres; coalición de organizaciones beligerantes y solidarias sin duda, pero aún insuficientemente y sin poder de decisión.
En España hubo 50 crímenes de esta naturaleza hasta mediados de año, pero ahí, la sociedad, toda, los medios de comunicación y el gobierno unieron sus fuerzas para detener los asesinatos; mientras tanto una ley para la atención integral al fenómeno, introducida por la parlamentaria de izquierda Micaela Navarro, originaba debates que incluyeron al propio José María Aznar.
Aunque República Dominicana tiene una ley contra la violencia intrafamiliar (la 24-97), aún debe recorrerse un largo camino para garantizar su ejercicio: no hay conciencia en el sistema judicial donde los tribunales imponen sanciones benévolas, tampoco lo hay en los destacamentos policiales donde, por lo general, se mal atiende a las denunciantes.
De la misma manera tampoco hay conciencia en los medios de comunicación, que las más de las veces se limitan a divulgar el suceso sin valoraciones críticas ni mucho menos ofreciendo medidas efectivas.
Nada menos en estos momento se ventila ante la justicia el caso, entre otros muchos, de una joven obligada a practicarle sexo oral a un coronel que la interrogaba; también está el reclamo social porque un individuo que asesinó de cuatro balazos a su concubina recibió el castigo ínfimo de tres años de prisión: se pide que se le incremente la sanción.
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