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En el Metro, mujeres víctimas de acoso sexual

Por Román González

Los delitos de acoso sexual hacia las mujeres que viajan en el Sistema de Transporte Colectivo Metro (STC), se incrementan cada año: durante 2003 se presentaron 468 incidentes, mientras que en 2002 fueron 446; y 462 casos en el 2001, de acuerdo a información estadística del Metro.

El testimonio de una usuaria del STC da cuenta de cómo el hostigamiento sexual adquiere nuevas formas. Hoy, los agresores llenan de esperma los pasamanos o los asientos de los dos vagones delanteros, reservados para la población femenina e infantil en horas pico.

«Unas mujeres me dijeron que estaba sucia mi ropa, que tenía manchada la parte posterior del pantalón. No me había dado cuenta, pues iba sentada. Esto sucedió al levantarme y bajar en la estación Boulevard Puerto Aéreo», aseguró Gabriela Ordóñez Castrejón.

Entrevistada por Cimacnoctias, dijo que a raíz de ese hecho, empezó a observar con más detenimiento y notó que en la línea uno –que corre de Pantitlán a Observatorio–; entre las estaciones Pantitlán y Boulevard Puerto Aéreo, los asientos estaban machados de un liquido blancuzco, viscoso, que emitía un aroma a esperma.

Ordóñez Castrejón, recién egresada de la carrera de Comunicación Social, y actual prestadora de servicio social en la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), señaló que hasta hoy ha visto cinco casos similares al de ella.

Lo curioso, explicó, es que sólo ocurre en los vagones donde viajan las mujeres. «He comprobado que en otros carros, es decir donde viajan los hombres, esto no sucede. La mayoría de las veces pasa entre seis y siete de la mañana».

Para Ordóñez, no puede ser que éste tipo de agresiones suceda de manera sistemática en los vagones o instalaciones del Metro: «las mujeres tenemos la necesidad de usar este tipo de transporte ya sea para ir a trabajar o estudiar, o ambas».

La hipótesis de Ordóñez Castrejon, es que en la estación Pantitlán, a la hora que se realiza el cambio de vía, entre las seis y siete de la mañana, el personal que hace la limpieza a los vagones es quién está vertiendo esperma en los asientos y pasamanos donde viajan las mujeres.

«En esa ocasión, le dije a un policía y vigilantes lo que me había ocurrido. Me dijeron que yo tenía que haber visto. Que cómo no había dado cuenta y sentido cuando me habían echado esperma», resaltó.

Consideró, concluyó, no ser la única a quien le ha ocurrido un hecho de esta naturaleza, pero por la forma en que son tratadas las mujeres por las autoridades, no se atreven a denunciar lo que ocurre dentro de las instalaciones del Metro.

2004/RGL/BJ/SM

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